Si Steve Jobs levantara la cabeza

Dénia (Alicante) Actualizado: Guardar
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Durante estas últimas semanas he tenido la oportunidad de asistir a media docena de salones y ferias náuticas a lo largo de la geografía española.

Mis visitas bien tenían como objetivo el análisis para intentar ayudar a crecer y/o reorientar el salón o bien, el simple hecho de conocer una nueva edición de la muestra en cuestión.

Y a la conclusión a la que he llegado (más bien me he reafirmado) es que los organizadores de estas exposiciones relativas al sector náutico deportivo están ante una gran y única oportunidad.

El formato del salón náutico “tradicional” ha muerto. No es que haya aparecido un “Boat Show Killer”, aún, sino que estos estarán menguando por inanición hasta su desaparición por ellos mismos si no hay cambios cortoplacistas. No voy a poner ejemplos concretos para evitar herir susceptibilidades de nadie, ni nos pensemos que sólo son los que he tenido el gusto de visitar. Esto es una llamada general en toda regla.

El marketing en el sector náutico turístico tiene que sufrir una catarsis, reinventándose en el mejor de los casos o resurgir de sus cenizas en el peor de ellos.

Steve Jobs, ese genio intransigente de los productos tecnológicos de consumo, era un amante de la náutica, bastante austero para la fortuna que amasaba pero en su barco fue el único momento donde aflojó la cartera para darse un capricho.

Su mega yate “Venus”, diseñado por Philippe Starck junto con su ingeniero jefe en Apple y construido en el astillero holandés de Feadship, el mejor en su categoría, iba a ser la aportación de su filosofía de vida al mundo de la náutica. Por desgracia, no tuvo la oportunidad de perfilar los últimos detalles de su construcción ni de navegar en el.

Jobs sabía que para vender sus productos tenían que ser únicos y que luego, debía presentarlos de manera sublime, a través de sus famosas “Keynotes”.

Sería una utopía en el mundo de la náutica intentar llegar al nivel de marketing con el que operan en el sector tecnológico y más, al de la empresa de la manzanita, pero seguro que Steve Jobs se alegraría si los empresarios náuticos, desde los más pequeños en sus escuelas de deportes náuticos hasta los más grandes astilleros se plantearan o reflexionaran respecto a un par de preguntas que para él eran fundamentales antes de sacar un producto al mercado.

¿Si me ofrecieran mi producto/servicio, lo compraría?

¿Lo estoy presentando como si sólo tuviera una única oportunidad?

Si no salimos fuera de nuestro círculo de confianza es muy difícil avanzar. Intentarlo y enfrentarse a los problemas, incluso al fracaso, la única forma  de evolucionar.

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