Roland Garros

Zverev paga el cansancio

El alemán, aquejado de un problema en el muslo izquierdo, solo compareció sin presentar batalla en el partido de cuartos ante Thiem

Zverev, cabizbajo mientras es atendido en el banco Reuters
Laura Marta

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Es el duelo del futuro. Porque ambos ya están consolidados en la élite y porque uno tiene 24 y el otro 21 años. Es la próxima rivalidad, que tendrá que esperar un poco más para asentarse como las que protagonizan Nadal y Federer o Nadal y Djokovic porque el choque de cuartos en Roland Garros fue solo a medio gas. Alexander Zverev apenas compareció en la pista, más una sombra de sí mismo que el tenista que ha llegado a tres del mundo, aquejado desde el primer set de un problema en el muslo izquierdo. Dominic Thiem no tuvo reparos en aprovechar la circunstancia y doblegó al de Hamburgo para alcanzar las semifinales en una hora y 50 minutos (6-4, 6-2 y 6-1).

El alemán pagó la acumulación de partidos que lleva en sus piernas desde que comenzara la temporada de tierra: semifinales de Montecarlo, título en Múnich, título en el Mutua Madrid Open y final en Roma (perdió contra Nadal).

Además, en Roland Garros ha pasado cuatro rondas y tres de ellas han sido en maratonianos partidos a cinco mangas . Quería dar espectáculo , admitió entre sonrisas el día que se enteró que se enfrentaría en cuartos contra Dominic Thiem. Pero el físico le cambió el gesto, ceño fruncido y mirada al suelo con la mano detrás de la pierna izquierda ya a principios del primer set.

Paró para que el fisioterapeuta intentara corregir el problema, vendado el muslo para proteger la zona . Pero perdió también el segundo set, sin que nada de lo que lo había llevado hasta el número 3 del mundo le hiciera efecto ante el austriaco.

A partir del segundo parcial, Zverev se limitó a deambular por la pista y arrear golpetazos a diestro y siniestro para tratar de aliviar la humillación. Logró dos juegos en la segunda manga y uno en la tercera cuando ya Thiem se lanzaba a por la victoria con 4-0. Todavía se envalentonó, puro nervio y orgullo, para sumar un segundo, y hasta salvó dos bolas de partido, pero Thiem lo frenó en seco a la tercera.

El rostro del joven de 21 años reflejaba la incomprensión de que su físico hubiera dejado de acompañarlo en París . Su padre y entrenador contemplaba la escena desde el palco, mirada al suelo y labios fruncidos porque su hijo, el llamado a ser número 1 del mundo tiene tres títulos de Masters 1.000, pero nunca ha pasado de cuartos en un Grand Slam.

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