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Conchita Martínez, en segundo plano durante un entrenamiento de Muguruza - EFE

WimbledonMuguruza, en el reflejo de Conchita

La hispanovenezolana, que juega hoy las semifinales, recibe los consejos de la campeona de 1994 y se muestra más serena y centrada

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Soltó la raqueta y se llevó las manos a la cabeza. Una sonrisa leve y unos ojos abiertos a la incredulidad completaban la imagen. Conchita Martínez (Monzón, Huesca, 1972) había ganado Wimbledon, ante Martina Navratilova, pero quedaban todavía minutos para asumirlo y saborearlo. Y faltaba perspectiva para apreciar su gesta. En 1995 y 1996 también llegó a la final Arantxa Sánchez Vicario, pero sin premio. A partir de ahí, un vacío de dos décadas hasta que aterrizó en el planeta tenis Garbiñe Muguruza. Por fin noticias en color de tenis femenino español en la hierba londinense, que vuelven a surgir en esta edición con la misma protagonista, pero en una versión mejorada: más experiencia, más calidad y un Roland Garros en el currículo, motivos para creer ante la semifinal de hoy contra Magdalena Rybarikova.

Los caminos de la campeona de 1994 y la candidata de 2017 se han juntado para conformar un equipo sólido, ordenado, seguro. Están en contacto a través del teléfono con Sam Sumyk, quien la acompañara hasta la portada de París, pero ausente en Londres el estadounidense por su reciente paternidad es Conchita quien le presta el aliento, el cariño, las bromas y el consejo estos días desde el palco. También, claro, sus huellas en la hierba londinense.

Cuando levantó su Wimbledon, Muguruza tenía un año. Son tenis muy distintos, dos épocas del deporte casi incompatibles. La hispanovenezolana, que saca a velocidades de 180 kilómetros por hora, se sorprendió de lo lento que era su deporte cuando pidió ver la final en el que la aragonesa superó a Navratilova. Pero lo que permanece inalterable es el compromiso y la pasión que debe tener el tenista, y el análisis, la variedad y la búsqueda de estrategias para afrontar las vicisitudes de los partidos. Y en esos aspectos, pocas voces hay más autorizadas que la de Conchita Martínez.

Nunca ha abandonado el tenis, ni cuando confirmó su despedida en 2006, con 33 títulos, un Grand Slam, una final en el Abierto de Australia (1998) y otra en Roland Garros (2000), tres medallas olímpicas en otros tantos juegos y el puesto número 2 del ranking en 1995. Enseguida encontró en las radios y las televisiones un medio con el que mantenerse en activo desde otra perspectiva, la que ofrece una mirada más pausada, analítica y sin tantos nervios. Son esos detalles, vitales cuando los estilos, las fuerzas y el nivel en estas rondas últimas es tan alto y parejo, los que ofrece a Muguruza. El tenis de alta calidad lo lleva de serie la caraqueña, Martínez lo complementa desde fuera. Unas pinceladas que multiplican los recursos de la tenista de 23 años. Pero no solo es táctica, técnica o estrategia. Son consejos que apelan al comportamiento, al sentimiento, al ánimo, al interior. Palabras de quien la cogió de la mano para invitarla a jugar por España. Palabras de quien ya ha pisado esa senda y que pueden marcar la diferencia cuando ya la diferencia es tan escasa.

La dupla está dando un resultado fantástico en este Wimbledon, donde Muguruza está mostrando su versión más madura, consolidada y a la vez agresiva. El tenis que le gusta y como le gusta. «Está muy centrada en todos los partidos, en todos los puntos. Está bien de actitud. Por el hecho de jugar en hierba está muy agresiva, buscando sus golpes, quitando el tiempo a las rivales», alaba Conchita después de la última victoria, otra inapelable, contra Kuznetsova. Esta mezcla de contención y atrevimiento lo ha ido perfeccionando desde su primer encuentro, siempre con un plan preciso para cada rival.

Grupo cerrado

En este Wimbledon 2017, Muguruza explota sus virtudes en la pista y esconde sus emociones, alejada del jaleo y los murmullos y protegida de los focos y las distracciones.

Con vida familiar en su casa desde hace tres años en Londres, a poca distancia de las pistas, Muguruza se mantiene activa en los momentos de entrenamiento y despejada en los de relax. Con la cocina como diversión, la música como relajación y con la compañía de su siempre selecto grupo de palco: su fisioterapeuta Alicia Cebrián, su preparador físico Laurent Lafitte y su jefa de prensa, Cecilia Casla. No convive con Conchita Martínez, pero sí comparte con ella cenas, risas, bromas y conversaciones. Y la filosofía de que solo es importante el próximo partido. El próximo es hoy. A las 14.00 horas (Movistar Deportes y ABC.es), Muguruza se enfrenta a Magdalena Rybarikova por un puesto en la final del sábado. Estuvo en 2015 y quiere repetir. Conchita Martínez, a su lado, quiere llevarla hasta ahí; y mucho más. Quiere cederle el testigo, compartir con ella el honor de ser una española que conquista Wimbledon. Pero paso a paso.

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