Venus Williams , 36 años, se clasificó para la final de Open de Australia después de remontar ante su compatriota Coco Vandeweghe y ganar por 6-7, 6-2 y 6-3en la segunda semifinal del torneo.
Para Venus se trata de su primera final de Grand Slam desde Wimbledon 2009, y una oportunidad de lograr uno de los cuatro grandes que aún falta por tener en sus vitrinas junto a Roland Garros.
No es extraña, por tanto, la inmensa alegría de la estadounidense por alcanzar esa final en Melbourne. Su celebración, al confirmar su triunfo sobre Coco a la cuarta oportunidad fue todo un recital de gestos de alegría. Venus Williams arrojó la raqueta, extendió los brazos, cayó de rodillas como Rafael Nadal tras vencer a Milos Raonic , y luego bailó y saltó para después de saludar a su adversaria en la red, y reír y llorar al mismo tiempo en su banquillo, con las manos cruzadas en el pecho.
No era para menos, pues tras superar en 2011 una enfermedad que la dejaba sin energía, el síndrome de Sjogren, Venus Williams ha vuelto a jugar su mejor tenis.
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