Veinte años de la primera Davis: «Por fin fuimos un equipo»

El 10 de diciembre de 2000, España conquistó en el Sant Jordi su primera Ensaladera, un hito para el tenis nacional

Costa, Corretja, Balcells y Ferrero, con la Davis de 2000 ABC

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Los protagonistas, los verdaderos héroes de aquella gesta, agradecen el recuerdo, aunque admiten que estos días han estado desbordados con tanta llamada y homenaje. «Bufff, nos ha llamado todo el mundo, pero es bonito, es un reconocimiento a algo histórico, un momento muy especial», comenta Alex Corretja a ABC. Efectivamente, fue algo memorable porque España, quién lo diría, jamás había conquistado la Copa Davis hasta aquel 10 de diciembre de 2000 , veinte años ya de ese passing de Juan Carlos Ferrero a Lleyton Hewitt que puso al Palau Sant Jordi patas arriba. España se imponía 3-1 en la final a la poderosa Australia capitaneada por Newcombe y se festejó como merece la primera vez, porque es justo recordar que antes, aunque los más jóvenes no lo crean, esta competición era como un imposible. Luego llegó Rafael Nadal, quien fue casualmente el abanderado esos días, y con él se ha llegado hasta las seis Ensaladeras, pero hoy no toca hablar del mallorquín, no más de la cuenta. Hoy, veinte años después, toca hablar de Albert Costa, Juan Carlos Ferrero, Alex Corretja y Joan Balcells, campeones para siempre.

De aquellos días se recuerda esa química tan especial, el Sant Jordi a rebosar, los cánticos de viernes a domingo, el confeti final. España empezó mal, con la derrota de Albert Costa ante Hewitt en cinco sets, «la más dolorosa» de la carrera del ilerdense. Costa, ahora con barba, se vació en la pista y convenció al personal de que, pese al resultado, ese fin de semana tenía magia, comprometido como el que más desde la banda en los puntos posteriores pese a tener asumido que Corretja iba a jugar en el caso de llegar al último partido. «Yo tenía que estar listo por si se me necesitaba», apunta el ahora director de las Finales de la renovada Davis, campeón también como capitán en 2009 y en 2011.

Corretja, ahora con canas y en muy buena forma, es comentarista y una voz muy respetada en el circuito. También fue capitán de la Davis (llegó a la final en 2012) y ha actuado como entrenador, pero nada como el sentimiento que tuvo en aquella pista. Él era el número uno de aquella España, pero se aparcaron los egos en busca de un bien común.

De hecho, Corretja no entró en escena hasta el sábado, en el dobles, y no dijo ni mu. «Acepté la decisión de que me dejaran fuera el primer día sin montar un incendio en el vestuario, y eso fue importante para la convivencia. Luchamos y creamos un muy buen ambiente, no fuimos nada envidiosos. Nos sacrificamos los unos por los otros y teníamos a unos capitanes que nos conocían a la perfección, y también a los rivales. Y hubo una conexión espectacular con la gente. Nos ayudó que jugamos todas las eliminatorias en casa -antes de Australia en Barcelona, contra Italia en Murcia, contra Rusia en Málaga y contra Estados Unidos en Santander-, pero históricamente eso no había servido. Era el año, lo sabíamos», relata con orgullo, estupendo ese tándem que formó con Joan Balcells para derrotar a la pareja compuesta por Sandon Stolle y Mark Woodforde. «Fue un alivio esa victoria. Por fin fuimos un equipo», concluye.

Las patillas de Balcells

Balcells, seguramente el menos conocido de ese equipazo, se consagró con aquellas patillas larguísimas y aquel pañuelo verde. Hoy va rapado al cero y luce perilla, catapultado por aquel triunfo que cambió su carrera. «Después de haber estado persiguiendo el sueño durante tanto tiempo con muchos problemas físicos, al final tener un reconocimiento como formar parte de un equipo de sueño, con tres top ten y aprender de ellos fue muy bueno para subir mi nivel», cuenta a Efe el catalán, una bendición para aquel grupo.

La gloria, si bien es cierto que es compartida, estaba en manos del jovencísimo Ferrero , que el viernes tumbó a Patrick Rafter (el australiano abandonó en el cuarto set cuando ya iba a remolque) y el domingo escribió, hasta entonces, la página más bonita del tenis nacional. Físicamente, y aunque ya tiene 40 años, es quien menos ha cambiado. «Fue algo muy emocionante, un momento muy importante para mí porque era muy joven. Teníamos muchísima presión y había nervios, pero podían las ganas de ganar la primera Davis. Fue único y la victoria supuso mucho para España». Tanto que a Ferrero, al que le abrumó la repercusión del hito, se le recuerda una y otra vez por aquel passing de revés a Hewitt y por la montonera que se montó en la tierra batida del Sant Jordi el domingo 10 de diciembre de 2000 a las 16.53 horas.

Desde el banquillo, saltó como un loco Javier Duarte , que era la cabeza visible del mítico G4, un experimento que inventó Agustí Pujol, entonces presidente de la Federación, para romper el maleficio de la Davis. Josep Perlas, Juan Avendaño y Jordi Vilaró eran los otros técnicos de ese equipo memorable, el equipo de la primera Ensaladera. Nadal, aquel niño que llevaba la bandera, se convenció de qué quería en la vida.

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