La polémica charla motivacional de un juez de silla a Kyrgios que revuelve el US Open

Lahyani bajó a hablar con el tenista australiano después de que perdiera el primer set. Terminó vapuleando a Herbert

Kyrgios, durante su partido frente a Herbert REUTERS

ABC

A sus 23 años, el anecdotario de Nick Kyrgios empieza a echar en falta una ampliación que dé cabida a sus particulares andaduras por las pistas de circuito ATP. Y no será porque su talento no luzca una dimensión suficiente como para hacer sombra a mil y un salidas de tono dentro de un deporte con unos códigos de conducta tan marcados como los del tenis. Con dos rondas disputadas del US Open 2018, el espigado jugador australiano acumula dos polémicas que llevan el foco mediático sobre su díscola sesera, empeñada en opacar el altísimo nivel del que Nueva York está siendo testigo en este inicio del último Grand Slam del año.

La última, después de un tira y afloja virtual con Fernando Verdasco, y la que oposita a traer cola más allá de las fechas de la competición estadounidense, tuvo lugar durante la jornada del jueves, en el partido que lo emparejaba con Pierre-Hugues Herbert . Kyrgios había perdido el primer set en una mezcla entre el buen hacer de su oponente y la desidia que tan frecuentemente le invade cuando le vienen mal dadas. Habituales fueron los puntos tirados a la basura sin disimulo, la desgana a la hora de pelear bolas que ni mucho menos estaban lejos de su alcance y el lenguaje gestual apegado al pasotismo que por momentos desprestigiaba el cariz competitivo que viste a un gran torneo como el US Open.

Ya sentado para el protocolario descanso entre mangas, Kyrgios, falto de estímulos, recibió la visita del juez de silla del partido, Mohamed Lahyani . El sueco rompió el protocolo y se acercó a tenista como lo hubiera hecho su entrenador si la normativa –a diferencia de lo que ocurre en la WTA– no lo hubiera impedido. El culmen de la sorpresa llegó cuando, donde se suponía que estaban sucediéndose una serie de indicaciones preventivas para evitar que el de Camberra recibiese un «warning», las cámaras de televisión captaron una charla motivacional en toda regla. «Quiero ayudarte», se escucha decir al árbitro. «Ese no eres tú» y «eres bueno para el tenis» fueron algunas de las exhortaciones audibles con las que Lahyani remató su intervención. El efecto fue palpable. Kyrgios reflotó en el segundo set (7-6) y terminó aplastando a Herbert (6-3 y 6-0).

Las reacciones, no podía ser de otro modo –menos aún tratándose del chico malo del circuito–, fluyeron con ánimo torrencial. Herbert, el principal damnificado por lo ocurrido, verbalizó su malestar en rueda de prensa: «No sé lo que ocurrió entre los dos pero vi que Nick, desde ese momento, empezó a jugar al cien por cien». «En realidad, el juez de silla no tiene que hablar con él para nada . (…) Ese no es su trabajo. Él no es un entrenador, es un árbitro y debería estar en la silla para ese tipo de cosas», lamentó el francés.

Roger Federer , un no va más en lo que se refiere a voces autorizadas en el vestuario ATP, se pronunció al respecto en la rueda de prensa posterior a su triunfo frente a Paire. «Con casi cualquier otro jugador de tenis en esta situación, las alarmas comenzarían a sonar. No está entre las funciones del juez de silla bajar a hablar con el tenista, aunque entiendo por qué lo hizo. En mi opinión, creo que no puede decir lo que le dijo a Kyrgios. No puede hablar así con un tenista. Era una conversación y las conversaciones pueden cambiar la mentalidad del jugador», explicó.

Tampoco rehusó mojarse la tenista Donna Vekic , pareja de Stannislas Wawrinka y enemiga íntima de Kyrgios después de que éste insinuase en medio de un partido ante el suizo que había mantenido una relación con Kokkinakis. A las dudas sobre si entre las potestades de un juez de silla está la de dar charlas motivadoras, el australiano, nunca impermeable, tuiteó: «Irónico, viniendo de alguien que recibe "coaching" en pista cada semana y que está fuera del US Open».

En tono más amable publicó un mensaje Andy Murray en Instagram, donde preguntaba a Kyrgios acerca de cuándo tenía pensado anunciar a Lahyani como su nuevo entrenador. El canberrano, siempre con el cuchillo en ristre, no se resistió a la puñalada: «Jajajaja, buena, recibí tres juegos en los dos últimos sets, y Mohamed estaba bien sentado en su silla ».

« No tuvo ningún efecto en mí », se defendió Kyrgios en rueda de prensa. «No estoy seguro de que lo que hizo fuese intentar animarme. Dijo que le caía bien y que lo que estaba haciendo no estaba bien. Es algo que ocurre en otros deportes, como el fútbol, donde el árbitro habla con el futbolista. Sé que lo que estaba haciendo no estaba bien, pero no le estaba escuchando. No me ayudó en absoluto», aseguró.

Impelida por la situación, la organización del US Open emitió un comunicado en el que difuminaba lo ocurrido entre Kyrgios y Lahyani. «Después del 0-3, Lahyani abandonó su silla para verificar el estado de Kyrgios. Debido al ruido de la grada, el árbitro tuvo que bajar para poder comunicarse de forma efectiva con Kyrgios. Lahyani se percató de que el australiano necesitaba atención médica y que si la quería, solo tenía que pedirla. También le advirtió de que si seguía jugando sin interés, tomaría acciones». Nada dice sobre las inspiradoras palabras que le dedicó el juez de silla, hielo para esa caldera capaz de fundir a un talento descomunal.

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