Rafa Nadal, con la mascarilla que ha lucido en Roland Garros Reuters

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De repente, todo lo que tenía planificado se fue al garete. Para Rafael Nadal y para el resto del planeta, claro, pero aquí el protagonista es el campeón de Roland Garros , quien ha pasado unos meses complicados tratando de descifrar cientos de preguntas que le atormentaban. El tenis pasó a un segundo plano y el mallorquín negoció como pudo la incertidumbre del coronavirus gastando el tiempo en otras aficiones, que también las tiene.

Nadal pasó de jugar en una pista a hacerlo con un mando de la PlayStation 4, los nuevos tiempos. Iban cayendo los torneos del calendario y se vio inmerso en batallas virtuales para matar el gusanillo competitivo que tiene, generando igualmente atención en el Mutua Madrid Open Virtual Pro , un evento organizado para ayudar a los tenistas más castigados económicamente por la cancelación masiva del circuito.

Nadal, haciendo bizcocho

En todo este tiempo, el mallorquín se ha rodeado de su familia, siempre tan cercano a ella, y se encerró en su casa de Porto Cristo , en donde compartió a través de sus redes un par de incursiones en la cocina que, según cuenta, no fueron tan mal como se podía imaginar. «El bizcocho estaba bueno», resumió después de que se le cuestionara por cómo cogía la batidora. Mucho arte no tenía, la verdad.

Se pasó unos días en silencio durante el estado de alarma y empezó a compartir sus aventuras en las redes. Partidos de tenis improvisados con su hermana en el jardín con las butacas haciendo de red, sesiones de trabajo para evidenciar que seguía en forma, mensajes de ánimo a todo el personal que sufría directamente las consecuencias del coronavirus... «Las dos primeras semanas, para mí, fueron críticas. Ha sido un cambio muy radical dentro de mi vida. Soy una persona muy sentida y me afectan las cosas. Cometí el error de estar demasiado pendiente de todas las noticias. Al final, era un aluvión de noticias negativas, gente muriendo...», confesó a este periódico.

Nadal, jugando un improvisado partido con su hermana Maribel durante el confinamiento

No le gustaba nada de lo que veía y fue entonces cuando llamó a su amigo Pau Gasol para montar un plan maravilloso: en una campaña solidaria (#NuestraMejorVictoria), junto a Cruz Roja, se propusieron recaudar 11 millones y sobra decir, por algo son los mejores en lo suyo, que superaron la cifra con suficiencia. Llegaron hasta los 14.

Gasol y Nadal, Nadal y Gasol , desfilaron por los medios deportivos y el mallorquín también concedió una serie de entrevistas en las que expresaba su inquietud por la situación. Ahí atendió a ABC y habló sin tapujos, como en él es habitual. Eso sí, ya ha entendido que debe ir con el freno de mano porque cualquier frase suya se convierte en tendencia. «Como persona pública, siento que tengo que ir con pies de plomo con todo lo que digo. Tengo muy claro cuáles son mis opiniones sobre lo sucedido (con la pandemia), pero no tengo ninguna opción de expresarlas».

Ha consumido series, ha disfrutado de un simple paseo («¡Y eso que a mí no me gusta pasear!», exclama.), ha leído más que otras veces y también ha jugado a la videoconsola. En París, en este París tan especial, ha hecho más equipo que nunca. «No hemos hecho nada fuera del hotel y del club porque no se podía. Hemos cenado cada día juntos en la habitación, hemos visto tenis...», cuenta Carlos Moyà . «En fin, mucho tiempo juntos, pero se ha llevado mejor de lo que todos esperábamos. Ha sido una circunstancia especial y solo queda adaptarse a ella. Pero no hemos visto series juntos, a eso no hemos llegado...».

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