Djokovic, durante su partido ante Almagro
Djokovic, durante su partido ante Almagro - EFE

Mutua Madrid OpenDjokovic pasa un mal rato

En su estreno en Madrid, el serbio vence a Nicolás Almagro por 6-1, 4-6 y 7-5 pese a ir con break abajo en el tercer set

MADRID Actualizado: Guardar
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Novak Djokovic se presenta en la Caja Mágica con un par de fallos impropios, una doble falta, y la pérdida del servicio en blanco en su duelo contra Nicolás Almagro, mal negocio para empezar. Está la central agitada porque el miércoles siempre suele ser un día de mucho trajín, y hay cierto interés en ver al serbio ahora que ha roto con todo. En su banquillo, su hermano y Pepe Imaz, una especie de gurú, tratan de recomponer al héroe, en horas bajas este 2017. Madrid es la primera etapa de esta nueva vida y se confirma que el serbio vive ahora en un tobogán, clasificado para octavos por los pelos después de vencer por 6-1, 4-6 y 7-5 en un final dramático.

El campeón, pese al susto, sigue vivo.

Ese juego inicial va acompañado de murmullos, pero Djokovic no concede más regalos y enlaza luego seis juegos para apuntarse la primera manga por un rotundo 6-1. Al balcánico se le mira ahora con lupa, y es evidente que no anda sobrado de confianza, pero tenis tiene para dar y vender. Con un ejercicio pulcro, moviendo bien la bola, frena el ímpetu de un Almagro que se condena a sí mismo a base de errores. Se entiende, pues, que el partido va a ser plácido, que Djokovic avanzará a octavos, pero se le apagan las luces y permite que Almagro se crezca. Y ahí sí que es peligroso, con orgullo suficiente como para tumbar a cualquiera.

Almagro, padre feliz, lejos de aquel pedazo jugador que fue, sigue teniendo un impacto de bola brutal, pero necesita que todo esté alineado para que la precisión sea como la de antes. Su revés a una mano es durísimo y pasa a Djokovic en un par de subidas del serbio, generoso con el aplauso al español para reconocerle el mérito. Sin embargo, concede demasiado y se agobia cuando el viento sopla en contra, poco a poco difuminado en la pista Manolo Santana. El primer set parece su condena, pero aún tiene pulso y se deja el alma, despedido sin premio después de tanto esfuerzo.

Djokovic, por su parte, se muestra serio en todo momento, bien de movimientos y con recursos para marear a su enemigo. Le pilla al contrapie, recupera sensaciones con el revés cruzado y le da ritmo a la derecha. Bien, aprobado con nota digna en su presentación, pero luego se enreda y casi acaba con otra derrota en la mochila. Sobrevive y espera ahora al vencedor del duelo entre Feliciano López y Gilles Simon.

Aquí defiende título, aunque ahora le preocupa más recuperar la esencia perdida, volver a ser ese animal que lo conquistó todo con una superioridad abrumadora. En el segundo set, ya con un Almagro más entonado con su saque después de perderlo siempre en el primero, Djokovic no parece tan cómodo y tuerce el morro cuando se ve contra las cuerdas. Toca drama en la central.

El tercer parcial empieza de maravilla para Almagro, que hace break y se pone 3-0 con solidez. Está jugando mejor que Djokovic y se enciende con el color de la españolía, siempre futbolera hasta para animar en una pista de tenis. Esa ventaja queda neutralizada, la grada se desgañita con el «¡Sí, se puede!», y el epílogo tiene una dosis tremenda de emoción. Almagro mantiene sus servicios y cierra el puño cuando se pone 5-4, a solo un pasito de un triunfo de los gordos.

Y en se momento, con los nervios a flor de piel, se impone la ley de Djokovic, que quiebra al murciano y resuelve a la primera, aliviado porque la victoria es de las que reconfortan. Choca la mano con Almagro, saluda a la Caja Mágica en español y se despidió de la central cantando el «Cumpleaños feliz» a Manolo Santana, que este miércoles cumple 79 años. Genio y figura, un campeón en busca de sí mismo.

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