Muguruza revalida título en Monterrey

Superó en la final a la bielorrusa Azarenka, que se retiró lesionada en el segundo set

Garbiñe Muguruza celebra la victoria Reuters

S. D

Por segundo año consecutivo, Garbiñe Muguruza alzó el título en el torneo de Monterrey. Anoche, la hispano-venezolana se impuso en la final por 6-1 y 3-1 después de que su rival, la bielorrusa Victoria Azarenka, se retirara lesionada en el gemelo de su pierna derecha. Una final que no desmerece el espléndido torneo que ha realizado Muguruza en Monterrey, donde ha exhibido una solidez y una fortaleza mental que parecía haber olvidado. Ha salido muy bien parada de una semana de duros partidos, de menos a más hasta alcanzar un gran nivel. La española conquista así el séptimo título de su palmarés.

Ello no desvirtuó las buenas sensaciones que Muguruza dejó sobre la pista. Llegar a la final de este torneo y defender el título conquistado en la última edición era la ocasión ideal para que la exnúmero uno del mundo y ahora decimonovena en la clasificación de la WTA se congraciara con su tenis después de una temporada en la que no ha saltado más allá de cuartos de final. «Estoy jugando bien y me siento bien físicamente», había asegurado Muguruza poco después de clasificarse para esta final.

Y eso se notó anoche. Al menos en el primer set. Muguruza saltó a pista muy centrada y motivada, consciente de lo que se jugaba. Y ya en el primer juego rompía el saque de su rival, demostrando que estaba dispuesta a actuar con contundencia. Dicho y hecho. El primer parcial se cerraba con un incontestable 6-1.

El segundo set fue otra historia, pues a poco de empuñar la raqueta Azarenka solicitó atención médica para su gemelo derecho lastimado. Era el comienzo de una tortura para la bielorrusa, empeñada en un quiero pero no puedo tras la bola. Quiso aguantar lo máximo posible, aunque su evidente cojera delataba lo que iba a ser una misión imposible. Encajar una rotura de servicio en el segundo set fue la gota que frenó sus ímpetus.

Con gesto resignado

Con el 3-1 en el marcador comprendió que era mucho peor forzar una grave lesión que retirarse a tiempo. Puso cara de resignación y, tras el protolario saludo a la vencedora y al juez de silla, enfiló el camino hacia los vestuarios con gesto contrariado.

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