Garbiñe Muguruza
Garbiñe Muguruza - AFP
Entrevista

Garbiñe Muguruza: «Desperté, miré a la mesilla y dije: “Ahí tengo la Copa”»

La tenista española repasa sus sensaciones tras #el triunfo en París: «Hubo tres segundos de shock, de no saber si había ganado o había perdido»

ENVIADA ESPECIAL A PARÍS Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Son las 8.35 de la mañana y Garbiñe Muguruza aparece en el vestíbulo del hotel dando los buenos días. No tendría nada de especial de no ser porque hace apenas unas horas triunfaba en París y levantaba la Copa Suzanne Lenglen en la pista central de Roland Garros, después de batallar contra la número uno. De ese primer título de Grand Slam en su palmarés quedan restos en su mirada, con unos ojos achinados por obligación porque la sonrisa se le expande sin querer. Más amplia que de costumbre porque ahora ya se da cuenta de lo que ha conseguido.

Ayer todo era más confuso, ni siquiera pudo centrarse en lo que le decía su rival, toda una Serena Williams, en el abrazo de felicitación.

Demasiadas emociones. Y mucho cansancio del que también quedan restos en su rostro. Por eso se deja caer en el mullido sofá azul de la entrada, extiende una pierna sobre una silla y pide un poco de agua. El bajón tras la euforia.

Antes de compartir unos minutos con ABC, posa para varios turistas y aficionados que la reconocen, y también algún autógrafo sale de la misma mano con la que se logró el derecho a ser recordada. Está cómoda en esa posición, en la del sofá y en la de ser campeona.

-¿Ha podido dormir algo?

- Cuando estás muy agotado te cuesta dormir, con una sensación de que te duele la cabeza. Han sido muchos días muy intensos. Notaba que estaba muy cansada y que necesitaba dormir. Y lo he hecho. No me acosté tarde, aunque sí es cierto que me he levantado temprano. Aun así, he podido descansar un poco. Y cuando me despertaba, echaba un vistazo de reojillo a la mesilla y veía la Copa. Sí, ahí la tengo.

-Es campeona de Roland Garros, en voz alta ¿cómo le suena?

-De primeras, cuando lo escuchas, un poco chocante, la verdad. Pero luego me suena bien. Para esto me entreno, para esto me levanto todas las mañanas y me esfuerzo hasta acabar agotada todos los días. Y es uno de mis torneos preferidos que ya está en mi vitrina.

-Esta final, este primer Grand Slam. Después de un tiempo buscándolo. ¿Es una liberación?

-Para todos los tenistas lo es. Me he confirmado que tengo el nivel, que soy buena, que me lo merezco, que he sufrido mucho por esto y por fin lo he logrado. Es el torneo más grande que puedo ganar. Es un «créetelo de verdad».

-Conseguido uno, ¿aumenta el nerviosismo por tener que ganar el siguiente?

-Esto de la presión... me he dado cuenta y he ido aprendiendo que la presión es lo que te crea todo el mundo, pero yo tengo que mirar por mis propios objetivos, que siempre son los mismos: estar saludable y no lesionarme, que eso es lo peor que me puede pasar. Y cuando entro en la pista, tratar de jugar bien, sentirme poderosa, alegre. No estar pensando en «tengo que ganar», «en qué ronda estoy», «contra quién estoy jugando», «debería superarla»... porque luego he visto que no te ayuda nada. Al contrario.

-Su segunda gran final, pero parecía más veterana que Serena, que lleva 27. ¿Escuchaba los ánimos en la grada?

-Traté de estar calmada lo máximo posible. Porque sabía que el partido iba a depender de dos puntos: de un saque, un resto. No me permití ni enfadarme ni ponerme contenta. Y esa contención me hizo vivirla con más tranquilidad. También me produjo que luego, cuando gané, me quedé como... (suspira profundamente)... ¡estaba vacía! Habían sido tantos días, tanta espera por la lluvia, con tanta tensión, juego hoy, no juego... Por eso fue como que no sabía qué hacer. Estaba como «no, dejadme respirar ahora».

-Con un final tan extraño y tan confuso con ese globo que no se sabía si botó en la línea...

-Sí, exacto. Hubo tres segundos de «he ganado, he perdido, he ganado, he perdido». Fueron unos instantes de shock, de qué, cómo, por qué.

-La gloria de un tenista es efímera porque enseguida hay otro torneo y otro campeón, pero su nombre se queda grabado en la Copa.

-Sí, y lo mejor es que va a estar ahí para siempre. ¿Y qué más puedo pedir? Cuando tenía la Copa en brazos, la miraba y veía todos los nombres y me decía: «Bufff, mi nombre va a estar entre Serena, Navratilova, Graf... Impresionante». Todo va muy rápido en tenis, pero quiero disfrutar realmente de este momento. E intentar concentrarme en los siguientes torneos, pero más tarde, porque esto es algo muy grande.

-¿Qué otras lecciones se aprenden de ganar a Serena el último día de torneo?

-Que es muy complicado jugar una final. Sobre todo, estar calmado. En ese momento te cuesta pensar por los nervios, por tener la cabeza que parece que te va a explotar por muchas cosas, y esto te nubla, te cuesta diferenciar lo que tienes que hacer bien de lo que no tienes que hacer. No ves demasiado bien lo que tienes que hacer para ganar, lo sabes, pero no piensas con claridad. No puedes pensar en «voy 5-3 o 5-4 y tengo bola de set», no, no, no, nada de esto. Y se hace muy complicado. Y también he aprendido que si quieres ganar algo hay que ir a por ello y ser valiente. Que no tengo que depender de nadie. Te tienes que decir: voy a ser yo la que va a ganar.

-Valoramos los títulos, pero ¿se valora suficientemente su trabajo cuando no los hay?

-Es que ahí el culpable, desde luego, es Rafa (Nadal), jajaja. Como lo ha ganado tantas veces, parece que si no se gana es como que este año Roland Garros fuera muy malo, no lo ha ganado nadie. Pero es que es muy difícil, ¡no te fastidia...! Los que somos deportistas sabemos lo que cuesta. Por eso, cada partido de Grand Slam, aunque sea el primero, es lo más grande. ¿Cuartos de final? Eso ya es la bomba.

-Dos finales de Grand Slam, un título. No está mal el porcentaje.

-Está muy bien, sí, ¿no?, jajaja. Ojalá no pierda las finales. Es que la diferencia entre ganar y no ganar un Grand Slam es enorme. Y que mi tercer título sea un Roland Garros es como ¡bua!, lo más grande.

-¿Cómo se ve el mundo desde el número dos?

-Se ve muy bien, la verdad. Es un ranking muy alto, el más alto de mi carrera, a ver si podemos seguir escalando, o al menos mantenerlo.

-¿Y mirar hacia arriba?

-Uy, ojalá. Vamos a por ello, claro, pero todavía falta.

Ver los comentarios