Rafael Nadal nunca ha escondido sus emociones. Para ganar, sobre todo, siempre ha sido efusivo. En los puntos, en las victorias. Su competitividad le ha hecho ganar partidos cuando parecía imposible. En las derrotas se le ha visto frustrado, pero pocas veces ha mostrado su enfado con tanta pasión como contra Marin Cilic .
El balear se había puesto por delante en el segundo set al arrebatarle un break al croata, pero perdió su propio saque en el turno siguiente. La rabia lo llevó a golpearse con la raqueta . No obstante, terminó llevándose el triunfo y jugará la décima final del año.
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