Torneo de Acapulco | ATP

De Miñaur, el australiano de la «Ñ»

El joven de 20 años Álex de Miñaur, con madre madrileña y que pudo jugar con España, llama a las puertas de la élite

Álex de Miñaur, durante un partido de Acapulco EFE

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De exquisita educación, llamativa la atención que presta siendo un joven de 20 años, Álex de Miñaur da por perdida la batalla por la «Ñ». «Ya soy para todos De Minaur. Como en Australia no hay «ñ», solo la uso en España», explica con cierta gracia y algo de resignación sentado en un sofá de la sala de prensa de Acapulco. Es el caso de un tenista atípico, pues nació en Sídney, su madre es madrileña y su padre es de Uruguay, qué mezcla. Él, pudiendo escoger, optó por la bandera australiana y ahora está llamado a ser uno de los jugadores que dominen el circuito a no mucho tardar. Ya es 26 de la ATP y eso que, dicho está, solo cuenta 20 primaveras.

«He vivido 10 años en España y he estado de un lado para otro», introduce a ABC cuando se le reclama una presentación formal. «Ahora mismo, estoy viviendo en Alicante. Mi padre tiene un par de «car washes» (lavado de coches) ahí y mi madre se encarga de nosotros». El cóctel se las trae, pero De Miñaur, quien asegura que está disfrutando como un niño de todo lo que ofrece el Abierto Mexicano, está encantado por tener un poquito de aquí y un poquito de allá: «Es una buena mezcla. Creo que he tenido una gran suerte por poder aprender de las dos culturas, y también en lo tenístico. He cogido las dos cosas de cada país, sus diferentes formas de jugar». Y también las de pensar y actuar frente a la vida.

Su entrenador de siempre

Una vez se instaló en España a los cinco años, empezó a jugar en el Atlético Montemar y luego se trasladó al club 40-15. Ahí conoció a Adolfo Gutiérrez, con quien todavía sigue trabajando después de establecer un vínculo casi familiar. «Me gusta el contraste entre Australia y España, me encanta entrenarme en Alicante, estoy muy bien ahí con mi entrenador, Adolfo Gutiérrez . Llevo casi diez años con él, hemos crecido juntos. Me ha visto evolucionar como jugador y como persona, es algo muy especial lo que hemos podido conseguir y lo que estamos haciendo».

Lo que están haciendo, así a bote pronto, es interesante, pues De Miñaur este curso ha estrenado ya su palmarés con el título en Sídney y está en su mejor ranking de la ATP, cerquita de la zona noble y promocionado como la estrella que será. «Era muy importante para mí. Me estaba pesando un poco porque tuve un par de finales perdidas hasta que a la tercera fue la vencida. Pero lo que más me gustó de esa semana es que llegaba con mucha presión para defender los puntos de la final del año pasado y era una situación muy diferente. Todos me conocían, había expectación, y todo eso lo llevé muy bien, es algo de lo que me siento orgulloso».

Se tuvo que de ir de España porque no recibía ayudas federativas para seguir con su evolución tenística (no se conceden en España a niños tan jóvenes) y Todd Woodbridge , en 2011, le reclutó para las filas australianas. Al margen de sus sentimientos, esa apuesta tan firme convenció al chico para que jugara siempre con el país oceánico, y eso que España trató de seducirle en más de una ocasión hasta que juró bandera en la elite.

Perfecto español

«Siempre me he sentido australiano. Tienen una cultura y una historia tan grande en el tenis que me apasiona. Cuando era niño, me fijaba en grandes como Cash, Rafter, Hewitt, Philippoussis... Algún día, ojalá, pueda ser como ellos». Ya es un fijo de la Copa Davis (estará en las finales de Madrid, en la Caja Mágica) y su vínculo con Hewitt, el capitán, se ha estrechado muchísimo en este periodo de despegue. «Me ha ayudado un montón, es un gran mentor y crezco a su lado. Me ha ayudado, sobre todo, a creer en mí mismo. Además, hay una serie de jugadores en Australia muy interesantes», presume. Por cierto, la conversación es en español. Algo de acento, pero un español perfecto.

Por eso, más allá del lugar de residencia, se lleva tan bien con las raquetas nacionales. «Me llevo muy bien con todos. En Alicante me entreno mucho con Guillermo García-López, con Roberto Bautista, hemos ido muchas veces a Castellón con él... Con Nadal también muy bien. He tenido la oportunidad de jugar contra él dos veces y la verdad es que aprendí mucho». El vínculo es la «Ñ».

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