Zidane sintió el apoyo del público desde el primer segundo. La afición cantó los nombres de Keylor e Isco, para ovacionar el nombre de Zinedine cuando el «speaker» le mencionó.
La comidilla de tertulia en los graderíos era la revolución generada por el francés y esa alineación que era un «deja vu» de sus tres años anteriores.
Cuando el equipo saltó al campo los aplausos atronaron, mientras Zidane era jaleado por los seguidores del primer anfiteatro para que les mirara y les saludara a la vez que era acribillado a fotos.
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