Real Madrid

Vinicius, de soñar en el bus al asalto del Camp Nou

El extremo brasileño, que de niño viajaba 74 kilómetros al día, es la electricidad del ataque del Real Madrid

Tomás González-Martín

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Su padre vio algo en él desde pequeñito. Era rápido, extremo puro, se escapaba de sus amigos con el balón y tenía un buen regate. Estaba tocado con el talento. Varita mágica en un niño de barrio humilde, salvaje para jugar en la calle, sin más límites que donde se perdía la pelota. Vivían en los suburbios de Sao Gonçalo, a 37 kilómetros de Río. Y Vinicius padre fue a ver a Cacau, profesor de la escuela de fútbol de su ciudad, para que lo cogieran cuando tenía solo cinco años. Cacau observó en el chico que había magia . Vini jugaba mucho mejor que los chicos de su edad y le hizo competir con más grandes. Cacau se convirtió en su formador.

Estuvo en la escuela hasta los diez años. Su padre le llevó al Flamengo y le captaron. No podían dejarle escapar, que Fluminense acechaba. Ese salto hacia la esperanza supuso un enorme sacrificio para su familia. Debía coger el autobús para hacer los 37 kilómetros cada día, ida y vuelta. Tardaba más de una hora y debía volver por la noche. Había que tener mucha fe para aguantar ese ritmo. Vinicius soñaba en el traqueteo del bus que este esfuerzo debía sacar a su familia de la pobreza.

Siempre jugó en categorías superiores a su edad, porque era «muy bueno». A los 16 militaba en el Flamengo sub-20 y siete meses más tarde debutaba con el primer equipo. Era un extremo de clase, veloz, que gambeteaba por la izquierda como un Garrincha del otro lado. Dos días después de su estreno, el 13 de mayo de 2017, extendía su contrato hasta 2022 y aceptaba una cláusula de 45 millones, porque los clubes europeos merodeaban en sus fintas. Así sucedió. Unos meses después, el Real Madrid le contrató con 17 años y le dejó cedido para que aterrizara en España con 18. Hoy es la estrella del madridismo y el referente para atacar el primer clásico con público desde hace dos años.

En el equipo blanco ha llevado a cabo una evolución lenta, pero segura. Se le ve más fornido porque le han forjado más cuerpo y ahora soporta el choque de los defensas. La dureza de las críticas en un club tan mediático le hizo más fuerte. «Otros se habrían hundido, él tiene tanta fe en su clase que se desmarcó de todo y continuó su trabajo para ser mejor», señalan en el Real Madrid.

En este cambio hay dos capítulos fundamentales que refuerzan esa mentalidad. Ancelotti reflexionó que verle jugar en los entrenamientos era un espectáculo y le costaba repetirlo en los partidos, aunque fuera decisivo en muchas situaciones.

El italiano le cogió por banda durante el verano y mantuvo con el joven varias charlas que hicieron efecto. Sin diplomacia le espetó: « ¿Por qué no haces en los partidos lo que haces en cada entrenamiento? Tú puedes. Puedes marcar más goles. Tienes que saltar al campo a divertirte». Le dio uno consejo a la hora del remate: «No pienses tanto, lo piensas demasiado, hazlo como en Valdebebas». Se refería a esas dudas ante el gol que le hicieron fallar tantos goles la temporada pasada. Le ha dicho que no medite tres formas de disparar y que lo haga a la primera según le venga a la cabeza. Así lo ha hecho. Vinicius lleva siete tantos esta temporada, además de tres asistencias. En la campaña anterior marcó seis.

El segundo capítulo de esta transformación es que el técnico ha visto que su confianza en sí mismo es rocosa. Cuando falla una ocasión le suelta: «Te voy a quitar». Esas palabras destrozarían a muchos futbolistas. Sabe que a Vinicius no le duele, sino que le motiva, porque puede hacerlo mucho mejor y el jefe le exige que se concentre para conseguirlo.

Así lo ha hecho. Ahora firma tantos con la seguridad y la belleza que vimos en Kiev, sin dudar. Ancelotti le ha hecho crecer .

Otro punto clave para que Vinicius sea el mismo de Brasil es que vive en la capital de España en un ambiente similar, con su familia, con las comidas de su tía Vanessa, controladas por el club. Y disfruta acompañado de sus dos mejores amigos, Wesley Menezes y Luiz Felipe Menegate , que viven con él. Los tres escuchan música brasileña y juegan grandes partidas en la consola. Su objetivo es ser un grande en la historia del Real Madrid y ese ambiente en casa es su secreto.

No sale a la calle, a cenas o a actos, lleva una vida íntima idónea para triunfar. Elude la tentación de la diversión fácil, esos diablos que rodean a los futbolistas a rebufo del dinero y que desaparecen cuando el jugador cae en barrena. Se acuesta pronto para estar nuevo a la mañana siguiente en Valdebebas. Su reto es llegar a ser una leyenda del club.

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