Real Madrid

Ulreich hunde a Heynckes y Keylor salva al campeón

El portero alemán comete un error que cuesta una carrera y el costarricense realiza cuatro paradas que valen la cuarta final

TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

El viejo sabio, Jupp Heynckes, el hombre que dijo que el Real Madrid eliminaría al PSG mientras medio mundo hablaba de goleada del club francés, no se merecía esto. El entrenador alemán planteó dos excelentes partidos frente al campeón y su guardameta, Ulreich, le traicionó. Le destrozó. Le hundió. Le dejó sin una final que tuvo a un gol de distancia desde que Kimich anotó el 0-1 a los dos minutos del encuentro.

Ulreich había sustituido muy bien la lesión de Neuer a lo largo de la temporada. Se había hecho con el puesto. Pero el rey de Europa le sacó las vergüenzas en la hora de la verdad.

El joven cancerbero teutón ya estuvo mal en el primer tanto de Benzema. El delantero madridista cabeceó solo, pero estaba escorado y Ulreich denotó la presión de la Champions al quedarse parado. Su parsimonia sorprendió. La escuela alemana no es de mantener estatuas. Y menos Jupp Heynckes, que exige energía en todas las acciones. Pero lo peor estaba por llegar. La Copa de Europa y el Bernabéu vieron el gol más increíble que alguien podía inventarse.

Sucedió nada más comenzar el segundo tiempo . El Bayern se encontraba a un tanto de diferencia para forzar la prórroga y el portero visitante mató la ilusión del conjunto presidido por Rummenigge.

Ulreich, desnortado, perdido

Tolisso tenia el balón en la esquina derecha del área y no supo salir de la presión del Real Madrid. Dio un pase forzado a Ulreich, que vio cómo Karim Benzema corría hacia él. Iba a coger la pelota con las manos cuando se dio cuenta que era un pase de su compañero. Se desconcentró en unas décimas de segundo. Quiso despejar con el pie y el balón pasó por debajo de su cuerpo. Benzema fusiló el 2-1 a puerta vacía.

El arquero perdió el norte desde entonces. Se le vio turbado, perdido. Sacaba mal y no sabía qué hacer. El Bayern se hundió por unos minutos y los blancos desperdiciaron tres ocasiones consecutivas para sentenciar la eliminatoria.

El Bayern se rehizo. Encerró al Real Madrid . Necesitaba dos tantos. Y Keylor demostró su valía en dos buenas paradas. No fue culpable de la diana del empate, firmada por James, que pidió perdón al madridismo.

El conjunto de Heynckes continuó su asedio mientras el Madrid buscaba el contragolpe. Cuando los blancos se acercaban al área alemana, en ráfagas, el nerviosismo de Ulreich era evidente. No sabía si tocarla con el pie, si cogerla y no sabía donde mandarla. Estaba superado.

Navas despejaba con carácter y Ulreich no despejaba su cabeza. El costarricense era pura vida, ágil, activo, y el germano era un manojo de dudas, desnortado. No sabía ni donde estaba. No veía. Su preocupación por el gran error era evidente.

El paradón del centrocamericano ante un remate de Tolisso fue el contrapunto de esa diferencia. Ulreich condenó al Bayern y Keylor salvó al Real Madrid. El guardameta madridista sacó otro balón de miedo en un disparo de James que rebotó en Varane y cambió su dirección diametralmente. La final estuvo en manos de los porteros. Keylor evitó el enésimo remate bávaro en un cabezazo de Muller.

Un último despeje aéreo del costarricense entre Muller y las torres de Wagner y Javi Martínez rubricó una actuación soberbia de un hombre discutido que lleva años escuchando nombres de cancerberos que vendrían a quitarle el sitio. Navas fue el héroe de la noche. Una lección de personalidad para el débil Ulreich.

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