Final Champions | Real Madrid-Liverpool

Las supersticiones del Real Madrid para Kiev

Después de los últimos éxitos en la Champions, Zidane y su equipo repiten rutinas casi de manera innegociable para levantar en Kiev otro trofeo

Rubén Cañizares

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No pisar la raya que delimita el terreno de juego, dar tres saltos a la pata coja cuando sales de los vestuarios, tocar el larguero o los tres palos de la portería, llevar la estampa de la virgen de la que eres devoto dentro de las espinilleras, rezar y santiguarse antes del pitido inicial, besar la calva de un compañero con poco pelo, beber dos tragos de agua (no uno ni tres) justo antes del pitido inicial... El fútbol es un deporte con una importante carga ceremonial y una dosis elevada de rituales. Y en el Real Madrid no iba a ser menos. La tercera final consecutiva de Champions, cuarta en cinco años, evidencia que los pasos dados por Zidane en el pasado no son casuales. Y en ellos se edifica ese componente de superstición que tanta importancia le dan el entrenador francés y la plantilla, además de la parte noble del club.

La hoja de ruta de Kiev es la misma que se trazó para Milán y Cardiff. El técnico blanco organiza una barbacoa en Valdebebebas el viernes de la semana anterior a la final, En ella, no solo están presentes los jugadores, el cuerpo técnico y el resto del personal del primer equipo, sino que además son bienvenidos los familiares, con el objetivo de acrecentar el clima de cariño, diversión y buen rollo. Lo confesó ayer Sergio Ramos en el Media Day: «El secreto de este equipo es la unión. Antes había un vestuario dividido».

En lo deportivo, Zidane es un muro cuando se sienta ante los medios y tiene que hablar sobre el posible once, pero sus actuaciones hablan por él. En la última jornada de Liga, haya o no algo en juego, prueba con el equipo de la final. Lo hizo en 2016, ante el Deportivo. También el pasado año, en La Rosaleda, con la única novedad de Danilo en lugar de Carvajal, que estaba lesionado. Y esta temporada, en Villarreal, se despidió del campeonato doméstico con su once de gala, con la única novedad de Bale por Benzema , precisamente la gran duda para Kiev.

Viajar dos días de la final es algo que sí cambia respecto al viaje de la Undécima y la Duodécima , pero no es nuevo. Cuando Zidane era segundo de Ancelotti, en 2014, el Madrid ya viajó a Lisboa 48 horas antes del encuentro, una decisión tomada en conjunto por el italiano y el francés con final feliz. Ahora Zizou vuelve a su idea primaria, que tuvo el mismo éxito

También le salió redondo el plan de semifinales en Múnich , idéntico al de cuartos de 2017 ante los alemanes. Zidane solicitó que el hotel, el vuelo y los horarios de entrenamiento y rueda de prensa fuera idénticos, y hasta el resultado también lo fue: 1-2.

Lo que en esta ocasión no será posible, por el tamaño del chárter contratado, será el viaje con Juan Manuel Bonet , el piloto talismán: «Salió tan bien aquel 0-4 al Bayern de Guardiola en 2014 que desde entonces cada vez que hay una final el Madrid llama a Iberia para solicitarle que sea mi tripulación y un servidor quienes les llevemos al destino de la misma», explicó Bonet en una entrevista en 2016 a ABC. Ahora no será posible, pero el club ya trabaja para que, si así lo desean, él y el resto de su equipo puedan acudir a Kiev a presenciar la final. Con las supersticiones en una final de Champions no se juega

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