Lopetegui

Sin Mundial y sin trabajo en 137 días

El técnico soñó con llevar a España al cielo de Moscú y con dirigir después al Real Madrid. Hoy está en el paro

Julen Lopetegui, el sábado antes del clásico en Valdebebas AFP / Vídeo: El Real Madrid destituye a Lopetegui

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Lo peor del catastrófico desenlace de Julen Lopetegui en el Real Madrid es que no sorprende a casi nadie, pronosticado por la mayoría desde que se subió a aquel avión en Krasnodar rumbo a la que fue su casa cuando todavía usaba guantes. Sin que se le pueda reprochar la ambición, muy goloso el proyecto que le concedía el deslumbrante banquillo del Santiago Bernabéu , al técnico vasco se le cuestionaron, y con motivo, las formas y el momento, todavía enfrentadas las posturas sobre la idoneidad de su despido de la selección a dos días del inicio del Mundial. Se expandieron las llamas en Krasnodar y el balneario de España, que era favoritísima para conquistar la estrella en Rusia, se convirtió en un escenario absolutamente ingobernable.

Luis Rubiales , que hacía nada renovó a Lopetegui en una de sus primeras medidas al llegar a la planta noble de Las Rozas, se sintió traicionado y vio del todo imposible la compatibilidad de cargos, difícil gestionar un evento como el Mundial con la preparación del curso con el Real Madrid. Hoy, cuatro meses y medio después, Lopetegui ya acumula dos finiquitos en 2018 .

El karma, repiten algunos, abrazados a la teoría de que al exportero le pasa todo esto por cómo trato a la selección en esos días de calor asfixiante en la tierra de los cosacos. Él creía, y lo creía de verdad, que era capaz de seguir con el trabajo de seleccionador y, una vez terminada la experiencia rusa, cambiar de escudo con naturalidad, sintiéndose responsable del buen camino de España en los dos años que estuvo al frente de la nave.

Es cierto que no perdió ni un solo partido, que le dio un impulso necesario al grupo después de dos chascos importantes con Vicente del Bosque (Mundial de Brasil y Eurocopa de Francia), y que encendió el amor propio de un vestuario que necesitaba confianza e ilusión. Pero también es cierto que ese equipo emitió señales preocupantes en los encuentros de preparación previos al debut (empate en Villarreal ante Suiza, victoria pírrica ante Túnez ya en Krasnodar) estando él todavía al mando. El resultado, ya se sabe, pero no está de más recordar que al combinado nacional, con Fernando Hierro como bombero, se le expulsó en la tanda de penaltis de los octavos de final después de un campeonato lamentable.

Ya no era asunto de Lopetegui, quien emprendió entonces un viaje a ninguna parte, perdido en sus reflexiones comunes cada vez que ha comparecido ante los medios de comunicación y con unos números indecentes. El 14 de junio , después de que Florentino Pérez le presentara con todos los honores y le defendiera ante los ataques sobre su deslealtad a la patria, el vasco tomó la palabra con un mensaje lacrimógeno, muy televisivo y celebrado, mayoritariamente, por el madridismo. «Ayer fue el día, posiblemente desde la muerte de mi madre, más triste de mi vida». Silencio pronunciado, voz rota que anunciaba el llanto y un aplauso prolongado por los asistentes a la insólita rueda de prensa, en la que incluso se abucheó a periodistas. «Pero hoy es el día más feliz» , prosiguió. Hoy está en la calle.

Sentenciado hace tiempo

La efímera etapa de Lopetegui en el Madrid está marcada por un triste récord de sequía goleadores, por seis derrotas en 14 partidos y por la gestión de una plantilla saciada con tres Champions del tirón. Siempre ha dado la sensación de que la confianza, por parte de Florentino Pérez, era escasa y desde hace semanas se deslizó interesadamente que Lopetegui estaba sentenciado. La derrota en Vitoria, 6 de octubre, fue determinante, aunque ya se barruntaba desde hacía tiempo un colofón no precisamente alegre para el guipuzcoano, del que no ha gustado la alternancia en la portería después de que se le fichara a Courtois y cómo ha llevado la cocción de Vinicius, apuesta de la casa y gran esperanza del presidente y compañía.

Más allá de la procedencia de su destitución, sí resulta bastante humillante que ayer mismo se desplazara, como si no pasara nada, a Valdebebas para dirigir el entrenamiento de turno. Lopetegui estaba fuera, como lo estaba antes del clásico, pero respetó su contrato hasta que el Madrid, ya cerrada la tarde, emitió un frío comunicado para confirmar lo ya sabido. De Krasnodar a Chamartín, dos bofetadas muy dolorosas, de las que dejan marca para siempre. En 137 días, el entrenador, el mismo que se imaginó en Moscú ganando el segundo Mundial para España, se queda sin trabajo otra vez .

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