Real Madrid

La metamorfosis de Isco

Tras un 2018-19 negro, ha perdido peso, se ha alejado de los medios y de las redes sociales y solo piensa en el fútbol

Vídeo: Zidane: «Es el último partido del año y hay que darlo todo» ATLAS

Rubén Cañizares

Es jueves, 7 de marzo de 2019. Ya han pasado 48 horas desde que el Ajax echara al Real Madrid de la Champions pero aún quedan facturas por pasar: «¡Qué decepción, qué decepción! Ni siquiera puedes subirte a la báscula. Conmigo como entrenador no volverás a jugar en el Real Madrid», le gritó Solari a Isco en el vestuario de Valdebebas delante de todos sus compañeros. Apartado por el argentino, además de expedientado por el club tras abandonar la concentración previa al Ajax una vez sabido que se quedaba fuera de la convocatoria, Isco había tocado fondo como futbolista blanco: «Para jugar hay que ponerse primero en forma física, y luego competitiva. Es inexorable», argumentó Solari para justificar el ostracismo de Isco con él de entrenador.

Pero el fútbol, como la vida, es veleidosa. Una semana después de todo aquello, el andaluz no estaba ni apartado ni expedientado. Tampoco Solari era ya el técnico blanco: «Isco quiere jugar, tiene ganas, y va a jugar. Así que de expediente, nada», dijo Zidane en su primera rueda de prensa prepartido tras regresar al banquillo del Real Madrid. Siete meses después, el andaluz es titular incuestionable.

Milagro de Zidane

La gestión del técnico galo en el caso Isco se considera un milagro en la entidad blanca. Excepto él, todos los involucrados en la materia deportiva abogaron por su venta el pasado verano. Ni siquiera tenía el respaldo de los pesos pesados del vestuario, decepcionados también con su actitud, pero Zidane transmitió al club que, con paciencia y cariño, sabía qué tecla tocar para recuperar al mejor Isco: «Nunca le hemos perdido», confesó hace un mes tras el partido en Vitoria, el inicio de su regreso a la mejor versión, apoyada en ese 4-4-2 del francés que ya utilizó durante su primera etapa sacando entonces los mejores años del andaluz, en la zona de enganche, hasta el punto de ser titular en las finales de la duodécima y la decimotercera: « Con Valverde y Casemiro no tendrá tantas obligaciones defensivas y eso favorecerá su juego», analizaron Zidane y su cuerpo técnico. Y no les faltó razón. Sus dos buenos partidos ante PSG y Barcelona han dado la razón a la única persona en el Madrid que siguió creyendo en Isco.

De justicia es contar también que esta confianza ha recibido reciprocidad. Isco no se ha quedado quieto. Ha habido un cambio radical del malagueño, consciente que tenía mucho que perder y poco que ganar: «Se llama miedo. Miedo a quedarse en uno más cuando tienes cualidades para ser un elegido. Miedo a salir por la gatera del mejor club del mundo. Miedo a tirar por la borda una carrera a los 27 años», analizan en el Madrid.

El salto al vacío de Isco encontró también red con su pareja, la actriz canaria Sara Sálamo, madre de su segundo hijo, nacido el pasado mes de julio. Junto a ella ha encontrado una estabilidad y madurez emocional que le ha ayudado a poner el foco en lo importante de su vida. Trabajo y familia, familia y trabajo. A la pretemporada llegó en un impecable estado físico, quitándose varios kilos de más que poco bien le hacían. También decidió alejarse de las redes sociales, que tanto daño le estaban provocando, como ya antes lo había hecho de los medios de comunicación. Hace más de un año y medio que no es protagonista en una rueda de prensa o en una zona mixta. Desde su rifirrafe en septiembre de 2018 con un periodista en una concentración de la selección, no ha vuelto a hablar en público.

En el mundo virtual, su habitual y asidua presencia ya no es tal. Sus cuentas de Twitter e Instagram , donde acumula 6 y 18 millones de seguidores respectivamente, han pasado a ser residuales. Su último tuit consta del pasado 30 de agosto, y fue para darle el pésame a Luis Enrique por el fallecimiento de su hija. En Instagram, desde ese mismo día solo tiene nueve publicaciones, todas ellas con la camiseta del Madrid, dándole prioridad a su faceta laboral, excepto a un par de ámbito publicitario con la marca deportiva que le patrocina y otra de felicitación a la selección española de baloncesto tras proclamarse campeona del mundo.

Es un Isco profesional, con mayúsculas, centrado en su oficio y en su familia, un cóctel que ha devuelto al andaluz al fútbol de élite. Y ahí emerge también la selección española. Si el paraguas en el Madrid de Zidane era XL , con Luis Enrique de vuelta a Las Rozas su parapeto es XXL. Será uno de los líderes en la Eurocopa del próximo verano. Como lo vuelve a ser el Madrid. Es la metamorfosis de Isco Alarcón.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación