Marcelo, la sonrisa eterna del vestuario

Tuve la suerte de compartir vestuario con Marcelo los dos años que jugué en el primer equipo. Somos casi de la misma edad. Yo tengo ahora 35 y él 34, y cuando el Madrid me recompró en 2010 éramos dos de los jugadores más jóvenes de la plantilla. A mí me cayó genial desde el principio. Y eso es lo que le pasaba al resto de compañeros. Se le veía con muchas ganas, muy sociable, alegre, divertido. Y, bajo mi punto de vista, es el mejor lateral izquierdo de la historia del club junto a Roberto Carlos. No necesité muchos días a su lado para darme cuenta que iba a triunfar en el Madrid. En esa época no tenía el peso que entonces cargaban Ramos, Cristiano o Casillas, pero sí tenía el peso de ser titular indiscutible.

Marcelo es un tipo humilde y honesto. Un trozo de pan con muy buen corazón. Recuerdo la eliminatoria de Champions contra el Nápoles en los octavos de 2017. Nos dimos un abrazo muy bonito y sincero, y estuvimos hablando un rato sobre nuestras familias. También en Ibiza un par de veranos hemos coincidido durante nuestros periodos de vacaciones.

Guardo muy buenos momentos de él. Entiendo que se sienta un canterano porque ha estado 16 años en el Madrid y siempre con una sonrisa en la cara. Siempre se estaba riendo. Era muy bromista y divertido. Le encantaba poner la música en el vestuario. Y tiene toda la razón cuando dice que todos esos trabajadores en la sombra son fundamentales en el éxito de un club grande. Marcelo es ese futbolista que si no has convivido con él en un vestuario, te encantaría ser tu compañero. En el vestuario le queríamos mucho.