Real Madrid-Eibar

Una cuestión de orgullo y dignidad

Zidane defiende a sus hombres, que hablaron entre ellos para mejorar su nivel en una situación adversa

Tomás González-Martín

Hay que ganar por vergüenza torera, subrayan los líderes de la plantilla. Deben vencer por orgullo personal, destaca un capitán. Hay que luchar por dignidad profesional, apostilla otro jugador importante del grupo. El Real Madrid está dolido por la situación, desde la cúpula hasta el plantel. «La derrota duele», como decía Zidane. El francés quiso coger el bastón de mando del mismo equipo que dirigieron Lopetegui y Solari, sin esperar los refuerzos, porque quiere ejecutar el cambio desde el primer día, desde dentro. Sabía lo que podía suceder, como la derrota en Valencia. Zidane ha hablado con sus hombres y les ha dicho que no les puede reprochar su entrega en Mestalla, pero deben aportar más cosas futbolísticamente para llevarse los tres puntos de cada partido.

Zidane y su remodelación: «Cambiaremos cosas». Reformará a un equipo campeón porque a varios jugadores les llegó su hora

Los jugadores han dialogado entre ellos y han coincidido en la obligación de darlo todo para acabar con este momento adverso. El Eibar suscita otro examen parcial del Real Madrid en el Bernabéu, antes del examen final que decidirá quienes pasan al siguiente curso y quienes se quedan fuera. El técnico asegura que cada encuentro no es un «casting» para sus pupilos, pero todo el mundo les pone notas después de cada jornada, incluido el cuerpo técnico. Reguilón, que disputa hoy el primer partido a sus órdenes, ante la sanción de Marcelo, es uno de ellos. Ramos descansa hoy por la acumulación de partidos.

En esta situación «difícil», como la define Zidane, el responsable deportivo del Real Madrid defiende a capa y espada a los suyos ante las críticas sufridas tras la decepción de Mestalla. El marsellés analiza que se juzga por el resultado, no el fútbol realizado: «Dicen que allí jugamos horrible y es mentira. Hicimos cosas bien, dominamos y lo que nos faltó fue el gol, porque no marcamos en los noventa minutos, Karim lo hizo al final». Pide respeto para sus futbolistas: «Estos jugadores han ganado muchos títulos, no solo en las tres temporadas conmigo, sino durante ocho años. Este año ha sido complicado y lo intentamos cambiar, pues la necesidad del Real Madrid es ganar y hacer cosas grandes. Estoy aquí para eso. Aceptamos que venga menos gente al estadio, pero no hay que olvidar lo que han hecho».

No se pueden decir más cosas sin acritud. Su apostilla es todo un mensaje: «No estoy preocupado, es lo que hay. Nos faltan ocho partidos para acabar bien. Ha sido un año difícil, no puedo decir qué ha pasado, pero hay que aceptarlo. Para la próxima temporada vamos a hacer cosas de las que ahora no vamos a hablar».

El francés sabe que el Real Madrid requiere un cambio desde hace tiempo. Lo solicitó el año pasado, cuando obtuvo su tercera Champions.

Un cambio duro: decir que no serán titulares

Este bloque de futbolistas campeones ha ganado títulos desde 2011 y es duro tener que exponer a varios integrantes de la columna vertebral del esquema que no serán fijos la próxima campaña porque ficharán a otros futbolistas para ese puesto. Es costoso explicar a varios ganadores que no estarán en el primer once proyectado porque su motor se acaba. Los grandes admiten mal que les llegó la hora en un conjunto de la exigencia del Real Madrid. Sucedió con Di Stéfano en 1964 y con Hugo Sánchez en 1992. Zidane ha vuelto para regir ese cambio. Es su trabajo más feo. Los profesionales deberían fijarse en el francés, que dejó el Real Madrid un año antes del fin de su contrato, a los 34, porque no se veía en condiciones de rendir al nivel que pide el club. Hay pocos así.

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