Campeones de Liga

Courtois, el gigante dormido estiró los brazos

El guardameta volvió a ser el mejor de la Liga española tras una temporada tumultuosa. Gana el trofeo Zamora como portero menos goleado

Tomás González-Martín

Lo pasó mal cuando llegó al Real Madrid. Keylor había conquistado tres Champions consecutivas y se había asentado en el puesto. Pero el club buscaba un guardameta para el futuro y la oportunidad de fichar a Courtois había que aprovecharla. Compartieron portería la primera temporada, a las órdenes de Lopetegui, hasta que Solari se decantó por el belga. Zidane llegó el 11 de marzo del año pasado y continuó con «Thibaut», como le llama, al frente. Los dos gallos eran incompatibles. Navas entendió el mensaje, Debía irse si quería jugar. Así sucedió hace justamente doce meses. Hoy, los dos triunfan, uno en el PSG y otro en el Real Madrid.

Courtois sufrió en esa primera campaña compartida. El infortunio se cebó con él. El Real Madrid defendía mal y el belga recibía demasiados goles , aunque la mayoría no fueran culpa suya. La tensión se notaba y varios fallos y rebotes de mala suerte se sumaron al nefasto momento. Por fin, esta temporada hemos visto al Courtois de siempre, al de manos como garfios.

Ha sido su fortaleza mental la clave de su reacción . Cualquier otro portero se habría hundido ante los silbidos del Bernabéu. Tozudo, con carácter, se concentró en superar el mal fario y demostrar ese nivel que había enseñado en el Mundial de Rusia.

La disciplina táctica de Zidane para sujetar la portería a cero le ayudó para cortar la sangría. Hoy es el mejor guardameta de la Liga con diferencia. Sus actuaciones han sido portentosas para salvar los momentos críticos en esta larga racha de victorias consecutivas que ha consolidadola obtención del título. El Valencia, el Éibar, el Athletic, la Real Sociedad, el Getafe y el Granada le han soportado en esta segunda fase de la Liga.

El vestuario le ha reconocido su rendimiento en el equipo. Ahora, el belga manda desde atrás con la seguridad de antes. Se siente importante, arropado por sus compañeros. Observa con felicidad que creen en él. Para un cancerbero esa sensación es fundamental.

El gigante dormido ha despertado y ha estirado bien sus brazos. Y si Thibaut los estira cubre media portería. Su agilidad con dos metros de altura rompe los esquemas biológicos. La portería se hace pequeña con él.

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