Kárate

Damián Quintero, de La Carihuela a la gloria en el Budokan

Empezó en el kárate a los 6 años, tuvo una crisis con la Federación entre los 20 y 27, pero abandonó su trabajo y se profesionalizó para llegar a lo más alto

Damián Quintero AFP

Pedro Luis Alonso

Haciendo un sencillo juego de palabras, a Damián Hugo Quintero Capdevila , le apodan 'Kingtero', pero ha sido ahora, a los 37 años, en la madurez de su singladura, cuando al fin se ha coronado en el Olimpo, con una ansiada medalla, la de plata . Toda su carrera no es sino un monumento a la constancia, al que le faltaba un remate, una herencia para la posteridad, el podio en unos Juegos, en ese visto y no visto del kárate, que ha debutado en Tokio y dejará de estar presente en 2024 en París. Para el número uno mundial, al líder del 'ranking' olímpico también, este es el culmen de su carrera.

«Es un profesional al que le encanta lo que hace y que es muy persistente hasta que consigue lo que quiere», le describe en pocas palabras su entrenador, Jesús del Moral, el seleccionador nacional y pareja de la medalla de oro femenina en katas, Sandra Sánchez . «Metódico, constante, trabajador, y potente en el tatami, que es una gran virtud a la hora de valorar sus katas», añade por su parte la exkarateca Almudena Muñoz.

Uno no es exactamente de donde nace, sino de donde se siente. A Quintero le tocó venir al mundo en Buenos Aires, pero a los 5 años con sus padres y hermana mayor se trasladaron a Torremolinos buscando una mejor vida y se crió allí, muy cerca de La Carihuela, en concreto en el edificio Eurotorre, en la calle Al-Ándalus, donde siguen sus progenitores. Como muchos tantos deportistas su inicio en la disciplina que ha marcado su vida tuvo un punto casual. Empezó a a los 6 años en un 'dojo' (gimnasio) frente a su colegio, el Albaida. «Era la comodidad de que había que cruzar sólo una plaza. Terminaba las clases a las cinco y me enganchaba desde el minuto uno. Íbamos casi los mismos amigos del cole e hicimos una piña muy buena. La confianza que establecimos fue muy grande con Lorenzo Marín, mi primer maestro. No sólo nos entrenábamos allí de lunes, a viernes, sino que los fines de semana nos escapábamos a un camping en la playa o a la Alpujarra. Era lo que hacíamos hasta los 10 años», recuerda.

Su buen hacer en el Club Goju-Ryu le llevó a la selección española a los 16 años, pero hasta entonces progresó siempre sin presiones desde casa. « Mis padres querían que practicase otro deporte que no fuera lo típico. Soy lo que soy gracias a ellos, pero no se me obligó, me gustó», aclara.

Esa primera llamada, para el Europeo cadete dio un giro a su vocación deportiva. Había sido tercero de España, pero el campeón pasaba de categoría y la plata se lesionó. «Ahí ya me di cuenta de algo, de ser semiprofesional, pero sin llegar al punto en que estoy ahora», se sincera. En realidad Quintero siempre tuvo un don para el kárate. Con sólo 8 años, al poco de empezar, ya estaba en un Campeonato de España. «Nunca nos habíamos entrenado hasta ese momento sobre un tatami de competición y nos salimos de él», rememora con simpatía. Con 13 ya fue campeón nacional infantil y a los 19, campeón de Europa júnior ante Luca Valdesi, ya retirado.

Además de Marín, otro maestro deportivo clave en su carrera fue Miguel Ángel López, que como seleccionador nacional de katas se fijó en Damián, que ya se había trasladado a Madrid a los 18 años para ejercitarse en la Blume, y que entre los 20 y los 27 años había atravesado un periodo mucho más complicado. «Pasé de ser campeón de España a no salir a ningún campeonato internacional. Hubo una época en la que sólo competía por equipos y no de forma individual. Parecía medio estancado». Pero en 2013 cambió la gestión de la Federación y se le dio la oportunidad de volver a mostrarse a nivel individual.

Crisis y salida

En esa fase de crisis en su progresión se llegó a plantear «dejar el deporte de lado». De hecho, se había sacado la licenciatura en Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Politécnica de Madrid (le llevó una década) , donde el jefe de estudios del centro le avisó de que ningún deportista de alto nivel (DAN) «se iba a sacar la carrera en su vida», anécdota que recordó en su paso por el programa 'La Resistencia', el típico escenario a donde no se llega sin ser alguien en su ámbito. «Pero mi familia y los que están alrededor me apoyaron. Esto es como una carrera de fondo, y menos mal que no me arrepentí de dejarlo», se sinceró en una entrevista en este periódico.

«Logré el oro en el Europeo y todo empezó a rodar», fue el punto de inflexión para un Quintero que dejó su trabajo en Atos España y profesionalizó su carrera. La certeza de la entrada del kárate en el programa de los Juegos de Tokio , que conoció en agosto de 2015, fue otro subidón. Con el apoyo del CSD y del COE (a través del ADO) y espónsores como Daedo (una tienda de artes marciales de Madrid), la UCAM, Lotería y Apuestas del Estado o el Grupo Trocadero, ha llevado en los últimos años un día a día de profesional y llegó a convertirse al cabo de los años en el referente mundial en esa especie de combate silencioso que son las katas, una expresión que sale del alma , del corazón, pero que no cualquier profano es capaz de valorar o reconocer.

No por casualidad el torremolinense era favorito en las apuestas a medalla, junto a Sandra Sánchez, Para muchos, las opciones más claras de podio en la delegación de más de 300 deportistas españoles en Tokio. Después de casarse con Casandra Busto en Gijón y tras acudir a una cita de la Premier League en Salzburgo (Austria) el primer fin de semana de marzo de 2020, la pandemia supuso una pesadilla en el final del ciclo olímpico para Quintero, víctima de la ansiedad ante el riesgo de que no hubiera al final Juegos , con el agravante de no haber opción de continuidad en París. Un temor justificado a llegar a retirarse sin disfrutar de esa oportunidad. En pleno confinamiento, tuvo que ejercitarse en el sótano de su casa de Madrid en un espacio de unos quince metros cuadrados y pendiente de dónde colocar el iPad para que la conexión de la videollamada con su entrenador no se perdiera.

La diferencia de escenario era grande, de 15 a 200 metros cuadrados de espacio para el tatami. Los protocolos del CAR de Madrid le enervaron semanas después. El uso obligatorio de la mascarilla en el gimnasio, zonas comunes, comedor y habitaciones. Su psicólogo, un Pablo del Río que trabaja con numerosas deportistas nacionales en la órbita olímpica, ha sido clave para calmar los ánimos del karateca, que con el paso de los años ha adquirido una gran popularidad en las redes sociales, No en vano, cuenta con 120.000 seguidores en Instagram, y suele subir sus vídeos de entrenamientos en TikTok. Además, le asesora la agencia YouFirst, porque siempre ha sabido entender la importancia de cuidar su imagen pública y popularidad como una plataforma para disponer de apoyos profesionales en su carrera.

Más allá de alguna prueba nacional puntual, Quintero volvió a la competición de alto nivel más de un año después de dejarla, el 14 de marzo de este año en la Premier League de Estambul, y luego ya no se prodigó más. Se concentró en Sierra Nevada y debió de contar las horas antes de que llegara su turno, casi al final del programa de los Juegos y sin el disfrute de pasar por la Villa Olímpica.

El destino ha querido que se haya podido proclamar subcampeón en su escenario favorito, en el Budokan, 'sancta santorum' del kárate. Un lugar ideal para una persona de preferencias firmes, que si encuentro un hueco entre su preparación y agenda de actos siempre trata de escaparse en AVE a Málaga para recargar pilas y que sigue una dieta estricta, con mucha fruta y verdura, sin alcohol salvo en vacaciones .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación