Final Copa del Rey 2019-20
Athletic Club - Real Sociedad: La afición estuvo en Sevilla
La Copa del Rey 2019-20 por fin tiene a su campeón un año después de la suspensión de la final: la Real Sociedad
Casi un año después de la primera fecha programada para la final de la Copa del Rey de la temporada 2019-20 , Sevilla se engalanaba este Sábado Santo para acoger por fin el partido entre el Athletic Club y la Real Sociedad , una cita poco lucida en la ciudad que de no estar en medio de una pandemia se habría teñido de rojo, azul y blanco. Pero no pudo ser por las restricciones de movilidad y de público que ha provocado el Covid-19, aunque entre trajes y chaquetas se veían algunas trazas de los mencionados colores. Con una mayoría claramente a favor del equipo bilbaíno, el ambiente de diversión y concordia en los bares del centro de Sevilla contrastaba con los incidentes que se estaban viviendo en la capital vizcaína. Esos aficionados, en su mayoría vascos que se mudaron por amor, resaltaban el «sabor agridulce» de una final sin poder ir al estadio y sin que la ciudad se llenase de hinchas.
Pese al movimiento que había en el resto de la ciudad, en los alrededores del Estadio de La Cartuja había escasa expectación. Esos pocos aficionados que estaban en Sevilla prefirieron acercarse a los hoteles de concentración para despedir y dar el último aliento a sus jugadores en el Barceló Renacimiento los del Athletic y en el NH Collection, los de la Real Sociedad. Pese a lo deslucida que queda una final en una época de pandemia, los clubes y la Real Federación Española de Fútbol trataron de engalanar el estadio para que la ausencia de los hinchas se notase lo menos posible. La competición estrenaba una nueva imagen más moderna y acorde con la del órgano presidido por Luis Rubiales. En el Gol Sur una lona con una imagen de la afición bilbaína y una pancarta de la grada de animación Herri Harmaila con los trofeos que ha ganado a lo largo de sus 123 años de historia y el verso de su himno «Herritik Sortu Zinalako maite zaitu herriak!» (Como naciste del pueblo el pueblo te quiere), con un homenaje a Íñigo Cabacas, un aficionado que murió de un pelotazo de la Ertzaintza durante unos altercados después de la victoria contra el Schalke 04 en 2012, y los asientos en rojo blanco servían para recordar a esa parte tan importante del deporte rey. En el lado opuesto estaban representados los seguidores realistas con el número 12 sobre la bandera del País Vasco y un cartel que rezaba «Ez da sekula izango gaurizaten ez bagarra» (Nunca será si hoy no somos) y los asientos en azul y blanco.
En el estadio la expectación la marcaban el número de medios de comunicación que habían desplegado sus equipos para cubrir el evento. Apenas quedaban espacios libres en los pupitres apostados en la zona más alta de la grada de Preferencia. Aunque no había aficionados en las gradas, en el ambiente se respiraba la tensión de una final como si los gritos y las energías de los seguidores llegasen hasta La Cartuja desde cada una de las pantallas a través de las que disfrutaban del encuentro.
Con S. M. el Rey Felipe VI presidiendo el palco institucional en el que estaban el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes; el presidente de la Junta de Andalucía Juanma Moreno ; el presidente de RFEF, Luis Rubiales ; los presidentes de los dos equipos, Aitor Elizegi y Jokin Aperribay; y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas; sonó el himno de España con absoluta solemnidad y respeto algo que no sucedía desde hacía años cuando algunos aficionados aprovechaban para pitar a uno de los símbolos de la nación española.
La noche se puso adecuada para un derbi vasco cuando empezó a caer un chaparrón que según algunos usuarios de Twitter sólo estaba descargando en La Cartuja. Una ayuda del clima sevillano para que los jugadores vascos se sintiesen como en casa. Además, el sonido de las gotas sobre la cubierta del estadio se asemejaban a aplausos atronadores de unos aficionados invisibles que no permitían oír las voces de los jugadores, una de esas cosas buenas que había traído la ausencia de público en el estadio. Por no oír era difícil hasta escuchar a los locutores de radio que estaban más cerca.
Las gradas fueron ocupadas por algunos de los trabajadores de la organización que disfrutaron del partido y animaron a los equipos pero no tanto como los periodistas de los medios vascos desplazados a Sevilla. Pero sin duda los que más se dejaron notar eran los jugadores que estaban en el banquillo , sabedores de lo que estaba en juego.
Con el penalti a Portu y la consecuente tarjeta roja a Íñigo Martínez que fue anulada tras revisarse en el VAR los nervios se calentaron en la grada y el revuelo era más que evidente tanto entre los periodistas como entre los pocos espectadores que había. Pero el gol de Oyarzabal de penalti desató la locura entre los medios guipuzcoanos.
Pitó el final el árbitro ocho minutos después de los 90 minutos y se desató la locura entre los jugadores, periodistas y miembros del equipo de la Real Sociedad: 34 años después volvía a ganar un título y lo hacía en Sevilla donde tan sólo hace tres meses se había coronado su contrincante con la Supercopa de España.
Mientras la organización montaba el escenario donde el Rey iba a entregar el trofeo al campeón de la Copa de 2019-20, los jugadores de la Real celebraban y se abrazaban con la ausencia de esa afición que haría más amena la espera, mientras que los del Athletic esperaban cabizbajos.
Al ritmo del We are the champions de Queen compartió Illarramendi con sus compañeros de equipo el trofeo que acababa de recoger de manos de S. M. Felipe VI, para que después comenzase a sonar el himno de la Real Sociedad mientras seguía la fiesta en el Estadio de La Cartuja y el coliseo sevillano iba recuperando poco a poco su quietud. La C opa del Rey 2019-20 por fin tenía un campeón un año después aunque lo haya tenido que conseguir sin su afición.
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