Mundial Rusia 2018

Hazard, la amenaza de convertirse en el tapado

La presente generación belga, con el habilidoso atacante del Chelsea a la cabeza, lleva tiempo asomando como amenaza para los favoritos

Hazard en un partido con Bélgica
Alejandro Díaz-Agero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En los últimos tiempos el talento, como si de un delicado perfume se tratase, acostumbra a venir encapsulado en pequeños recipientes, que a menudo son los que encierran la esencia más valiosa. El lujo y la mercadotecnia guardan anhelos más grandilocuentes. Eden Hazard (La Louvière, 1991) suda tinta para pasar del 1,70 y apenas le sobran dos trotes desinteresados para dejar bien claro que talentos como el suyo hay más bien pocos.

Claro que en su caso que el fútbol formase parte de su genoma se daba por descontado. Su madre, Catherine, era delantera en la Primera belga; su padre, un forajido guerrero en Segunda. Aquello sólo podía terminar como terminó: además de Hazard, la obra culmen de este matrimonio belga, nacieron Thorgan, que acompañará a Eden en la selección belga y juega en el Borussia Moenchedgladbach, Kylian, que apura su periodo formativo en las inferiores del Chelsea, y Ethan, que sigue en los juveniles del Tubize belga.

El atacante belga lleva siendo el hombre más talentoso del Chelsea desde 2012, cuando llegó a Stamford Bridge para encabezar la remodelación de un proyecto caduco que, todavía hay quien investiga cómo, había sido campeón de la Champions League. Comenzó acostado sobre la banda, principalmente la izquierda. Su influencia en el juego, impropia para un chico de 21 años aunque aventurable tras dejar sólo un año antes 20 goles y 18 asistencias en un Lille que acabó tercero en la Ligue 1, pesó tanto que los caminos al territorio neurálgico del juego se le abrieron con gusto. Tras un año errante con Di Matteo y Benítez, Mourinho tuvo la oportunidad de amasar al pequeño Hazard.

En aquella plantilla coincidió con Salah y De Bruyne, los dos jugadores que en esta última Premier League se han encumbrado como no va más. Al técnico de Setúbal no le entraron por el ojo ni el uno ni el otro. Sí tiró millas con Hazard, que mientras acumulaba portadas, casi más por lo que prometía que por todo lo que ya daba, se adentraba en un territorio yermo, huérfano de futbolistas con un lenguaje similar al suyo y casi siempre encorsetado en sistemas donde su papel colindaba más con la licencia heroica que con el de una referencia con fuste.

A la espera de lo que pueda pasar este verano –el Madrid, una vez más, asoma en lontananza–, y con los octavos ante Hungría de la pasada Eurocopa (0-4) como máximo referente de lo que aspira a ser esta Bélgica de Roberto Martínez, Hazard podría tener en Rusia su primera gran última ocasión para elevar su estatus. Pese a que el juego de los «diablos rojos» no ha terminado de asentarse como uno de los más perfilados del continente, su colección de talento (Courtois, De Bruyne, Mertens) basta para otorgarles la credibilidad del aspirante a casi todo. Más aún cuando la madurez del mayor de los Hazard, que debutó cuando ni tan siquiera era mayor de edad y desde el primer momento fue tratado como la gran esperanza belga, coincide con la cita rusa.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación