Resumen del Huesca 0 - Atlético 0

La euforia del Atlético se rebaja en El Alcoraz

Andrés, el portero del Huesca, frena la acometida del equipo rojiblanco en la segunda parte

El mano a mano desperdiciado por Luis Suárez

La filigrana de Joao Félix para marcharse de tres rivales

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Crónica

La euforia dio paso a la antigua normalidad en el Atlético. Un 0-0 en El Alcoraz y cierto poso de desencanto porque el equipo no rubricó su excelente inicio de campeonato con un triunfo que buscó con determinación en el segundo acto. Joao Félix dirigió de nuevo a su tropa, sin la eficacia goleadora del primer partido aunque con semejante actitud. Luis Suárez falló la mejor ocasión en un mano a mano con Andrés, el portero del Huesca y el mejor futbolista del partido.

El fútbol decreta estados de euforia efímeros, meros procesos de entusiasmo a los que suceden días opacos, desprovistos de la luz que suponía una faena excelsa. Le sucedió al Atlético en Huesca , en un estadio de luminoso atardecer otoñal y provisto de la tristeza del vacío que impone el coronavirus. Ya casi resultará extraña la fecha en que el público regrese a los estadios, tanto como vernos sin una mascarilla. El Atlético deslumbrante de la inauguración liguera, el virtuosismo de Joao Félix y los goles de Luis Suárez en unos minutos desapareció como por ensalmo en el primer acto de El Alcoraz.

Compareció Luis Suárez en la alineación en favor de la lógica y en contra de los mandamientos del Cholo, a quien gusta mantener las jerarquías y obligar a los nuevos a ganarse el sitio. Diego Costa, que ha dejado de ser la una fiera pantera con el paso de los meses, empezó en el banquillo.

Por la administración de energías, Simeone entregó la titularidad a dos jugadores con diferente trayectoria. Marcos Llorente, indiscutible desde que se convirtió en delantero o extremo y abandonó los puestos nucleares. Y Vitolo, un futbolista al que le tenía mucha fe la parroquia rojiblanca y que ahora palidece en el escalafón porque no es la centella desbordante que el club fichó del Sevilla. Ahora agacha la cabeza, no reclama la pelota y pasa por los partidos sin la vigencia de su regate, el desborde y las virtudes que le llevaron al Atlético. Simeone no se anduvo con contemplaciones y cortó por lo sano. El segundo tiempo lo empezó Correa, tachado el canario por una actitud apática que no cuadra con el cholismo.

De Suárez no hubo noticias en la primera mitad. Pero eso no genera inquietud: es conocida su faceta depredadora, capaz de desnivelar un encuentro con un zarpazo. Se hizo presente con menos timidez que hace un año Joao Félix. Pide, busca y tira faltas imponiendo su criterio a veteranos como Thomas, otro medio desaparecido ayer. El portugués muestra un talante más receptivo, más en consonancia con lo que de él se puede esperar. No le salió casi nada antes del descanso, pero la evolución de su espíritu parece evidente.

Por otro sector hizo agua el Atlético al comienzo del partido. Mario Hermoso no cuajó el curso pasado y tampoco parece listo para pelear la titularidad en este. El teórico recambio de Lucas Hernández está a años luz del francés. Eso ha demostrado en su periplo rojiblanco. Entre alguna duda y algún balón regalado por el ex del Español y al empuje del Huesca en todo momento, el Atlético vivió alguna zozobra al final de la primera parte.

Un Huesca dinámico

Jugó bien el Huesca, dinámico con el balón y estructurado con orden en defensa. Se aprecia la mano de un buen entrenador, Míchel, de quien se pensaba que solo en Vallecas podía ofrecer lo mejor de sí mismo. Mikel Rico tuvo la mejor ocasión del primer tiempo en un agujero por el flanco izquierdo de la zaga adversaria. El Atlético solo opuso una falta directa de Joao Félix, que se marchó muy alta.

Con el tajo de Vitolo y el balón en la bota de Joao Félix, el Atlético se lanzó a por la victoria con la predisposición que agrada a sus hinchas. Tuvo la voluntad de ganar el partido, Simeone refrescó al equipo con los cambios (Correa, Carrasco, Costa, Koke...) y el Atlético tuvo una presencia constante en el hemisferio del Huesca.

Joao inventó filigranas, se animó con las fintas y nunca perdió la visión de juego, tan variado el portugués en su repertorio. Enganchado a su mayor talento, el Atlético percutió contra su enemigo sin descanso. El Huesca desapareció, entendió que el partido venía de espaldas, se defendió con orden y empezó a perder tiempo muy pronto. La tuvo Luis Suárez antes de ser sustituido : una pase profundo, delicioso de Joao Félix que desperdició el uruguayo e interceptó perfecto Andrés, el portero oscense. Un mano a mano que no suele desaprovechar el charrúa y que, en el Atlético, es media vida porque las ocasiones no abundan como en el Barcelona.

Por más que insistió Joao, por más calidad que esparció sobre el campo, el Atlético no encontró la manera de franquear la resistencia de Andrés, autor de una excepcional parada en el tramo final que impidió la derrota de su equipo y una victoria que el Atlético buscó con ahínco.

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