Eurocopa 2016

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España-República Checa Petr Cech, un «gentleman» pegado a un casco

La fractura de cráneo que sufrió el guardameta checo en 2006 le llevó a tocar la batería, donde ahora es un consumado especialista

Petr Cech, en un entrenamiento de la selección checa
Petr Cech, en un entrenamiento de la selección checa - AFP

La vida de Petr Cech cambió de golpe, nunca mejor dicho, el 14 de octubre de 2006. Ese día, durante un Reading-Chelsea de la Premier en el Madejski Stadium, el guardameta salió a rescatar un balón perdido en su área a la vez que Stephen Hunt, delantero del Reading, se lanzaba a él con furia para llegar a rematarlo. El choque fue brutal. La rodilla de Hunt impactó con la cabeza de Cech y su cráneo reventó.

No pudo tener peor suerte. Cech, nacido en un parto triple, tiene el cráneo más fragil que una persona promedio al haber compartido placenta durante la gestación con sus hermanos Sarka y Michal, éste último muerto a los dos días de nacer. El golpe dejó a Cech una semana en el hospital tras ser operado de urgencia por los especialistas en neurocirugía de la clínica Oxford. Pasó tres meses de rehabilitación que no impidieron ciertas secuelas físicas. Cech comenzó a tener pérdidas de memoria y problemas de equilibrio, aparte de unos terribles dolores de cabeza. Pero nunca perdió las ganas de jugar. Eso sí, cuando volvió lo hizo acompañado de su inseparable casco de rugby. Fue una imposición médica para limitar el riesgo de una nueva fractura. En aquel momento no podían imaginar que acababan de crear un elemento icónico.

Para ayudar en su recuperación, los doctores le recomendaron a Cech que realizara alguna tarea que le permitiera trabajar la coordinación y la concentración. El arquero decidió que aprendería a tocar la batería, un viejo sueño de la adolescencia y un excelente ejercicio con el que reeducar a sus extremidades. A la vez, se puso a estudiar idiomas. Hoy en día, sus vídeos en Youtube haciendo versiones a la batería de canciones de Nirvana, U2 e, incluso, el grupo español Vetusta Morla son aplaudidos y visionados por miles de personas. Del otro lado, Cech es capaz de dirigirse con soltura a sus compañeros de vestuario hasta en siete idiomas (checo, alemán, inglés, francés, italiano, ruso y español).

En su ya dilatada carrera Cech ha sabido ganarse el respeto de sus compañeros gracias a su carácter amable y alejado del divismo de otros futbolistas. En Londres, donde es una institución, vive una vida tranquila junto a su mujer Martina y sus dos hijos, Adelka y Damian. «Podría decir muchísimas cosas de Petr. Lo primero que es un tio fenomenal. Una persona espectacular, de las que merece la pena conocer», cuenta Azpilicueta, que fue compañero suyo en el Chelsea y hoy será rival en el partido España- República Checa. «En el vestuario cree y hace creer. Tiene un papel vital en el equipo más allá de lo que aporte en la portería. Es mucho más que eso».

Camino al estrellato

De niño comenzó jugando de delantero, pero una lesión en la rodilla que no le dejaba correr le hizo ponerse un día entre los palos. Ya nunca se quitó de ahí. Le ayudó también el hecho de crecer 16 centímetros en plena adolescencia, lo que le llevó a su planta actual, cercana a los dos metros.

Ganó la Euro sub 21 con la República Checa y se convirtió en objeto de deseo de media Europa. Al final lo fichó Ranieri para el Chelsea, más como un proyecto de futuro que como una realidad. Cech fue el Courtois de su época, pero, al contrario que el belga, él no se marchó cedido. Ese verano se convirtió en el mejor portero de la Euro 2004, llevando a la República Checa a semifinales. Mourinho, sustituto de Ranieri, le otorgó su plena confianza. Ahí comenzó su etapa de mayor éxito. También llegaron los títulos. Cech ganó cuatro Ligas y otras tantas Copas en Inglaterra, y cerró esta etapa ganando la Champions y la Europa League.

Cech ya había marcado una época en el Chelsea, por lo que su salida fue traumática. Después de diez temporadas como titular, Courtois le arrebató el puesto. Duró un año en el banquillo antes de decidir marcharse al Arsenal. Allí ha dejado otro recuerdo imborrable. En febrero de este año, en la Champions, Messi lograba batirle por primera vez después de seis enfrentamientos en los que el checo siempre había detenido la voracidad goleadora del astro argentino. Todo un caballero, al acabar el partido buscó a Messi y se fundió en un abrazo con él.

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