Es muy probable que Michi Batshuayi no sea titular esta noche en el partido que Bélgica disputará contra País de Gales en Lille (21 horas, Tele 5), pero se justifican estas líneas porque se trata de uno de los jugadores del verano después de los 40 millones que ha pagado el Chelsea por él y, básicamente, porque ha desarrollado una incontrolable pasión por Bob Esponja. Y no es broma.

Batshuayi, de origen congoleño, es un joven delantero de 22 años que hasta ahora jugaba en el Olympique de Marsella. En la Eurocopa, ha estado los cuatro partidos en el banquillo de inicio, aunque celebró un tanto cuando le dieron un ratito en el duelo de octavos contra Hungría (4-0). Pero la realidad es que no entra en el once de Wilmots, que siempre apuesta por Lukaku para asumir la responsabilidad del gol. Es el único entrenador al que aún no ha camelado.

Cuando Míchel estaba en el Olympique de Marsella, descubrió a un atacante con una proyección tremenda y le cuido como a una estrella. «Me cae bien. Es muy divertido y gasta muchas bromas. Hablamos mucho después del entrenamiento; es exigente y severo, pero hay que tratarme así. Sabe encontrar el término medio. Después del entrenamiento, dice una o dos tonterías para hacernos reír», desvelaba el futbolista sobre el técnico español. Batshuayi, en un curso discreto y contagiado por los pobres resultados de su equipo, terminó con 23 goles después de jugar en 50 partidos. Puro olfato para un portento físico que encima es rapidísimo. Pese a su genio (salió del Anderlecht al Standard de Lieja por sus calentones), adora el fútbol, aunque no se sabe si tanto como a Bob Esponja. No se pierde ni un capítulo.

Es exagerada su adicción a la serie infantil e incluso lleva todo tipo de prendas o complementos con Bob Esponja, Calamardo o Patricio. En los desplazamientos, carga una mochila con su personaje favorito y también tiene a Bob Esponja en la funda de su móvil. E incluso en los partidos viste calzoncillos con los dibujos animados y en más de una ocasión los ha exhibido.

Batshuayi vende esa imagen de niño pequeño, pero también es un volcán y se ganó el sobrenombre de «Balotelli belga» por sus patinazos. Su historial está salpicado por algún que otro escándalo y en 2012 fue expulsado de la selección sub 21 junto a su compañero Cissé al ser descubiertos mientras invitaban a prostitutas a la habitación de su hotel.