En mi hambre ya no mando ni yo

Álvaro Mogollo

Cádiz

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22/11/2023
Actualizado a las 14:49h.

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Que el negocio del fútbol hace tiempo que dejó de tener en cuenta al aficionado no es una novedad. Una elite propone y dispone en función de lo que afirman que es más conveniente para «el producto», con la complicidad de unos clubes que pese a no encontrar sentido a muchas de las decisiones, pasan por el aro porque por el interés te quiero, Andrés.

Sin embargo, resulta bastante más difícil encontrar justificación a los dictámenes en el ámbito más modesto, donde el efecto movilizador del dinero es mucho más reducido, cuando no nulo en determinados casos. Es famosa la leyenda del campesino que se negó a vender su voluntad por una nimia recompensa económica a cambio de votar a un cacique en las elecciones de su pueblo: «En mi hambre mando yo». Pues ni eso pueden decir ya los clubes de Primera Federación.

En la extinta Segunda B, las entidades podían elegir el día y la hora en la que jugar como locales. Ya saben, sábado por la tarde para que puedan venir aficionados visitantes y hacer taquilla, el domingo por la mañana porque el sábado hay un Madrid-Barça y esa misma tarde empieza la feria y un millón de ejemplos más. Ahora no, ahora juegas el día que te impone la RFEF a la que hora que ellos indican, sin justificación aparente muchas veces, más allá de la incomprable excusa de la televisión.

Si la hay, que por favor alguien me explique con cierto argumento por qué se disputa un Atlético Sanluqueño - Córdoba, aplazado hace algunas semanas por un temporal, un miércoles laborable a las 16.00 horas. Dejemos de lado que no permitan que el partido se recupere en un festivo en el que los atletistas puedan animar en masa a su equipo, al que le hacen falta los puntos, en uno de esos choques atractivos por los que se busca estar en una categoría como esta. Obviemos también el dinero que podría ingresar el club con la venida de centenares de cordobesistas en el puente de diciembre, que vendrían sin duda, amén de ver a su equipo y pasar antes o después el 'mal trago' de ir a Bajo de Guía o la Plaza del Cabildo. Dichas cuestiones las expuso el Sanluqueño en su apelación a tal horario. Fue para nada.

Todo ello, en una división que nació con visos de ser galáctica y que cada vez huele más a carajazo interplanetario en el intento de despegue en Cabo Cañaveral. Muchas exigencias en cuanto a requisitos técnicos y pocos ingresos, muchos menos de los que las entidades esperaban cuando esta Primera RFEF estaba en ciernes. Y encima ponen palos en la rueda con horarios incomprensibles como ese del domingo a las 20.00 en otoño e invierno, que vacía los estadios de niños y abuelos, me figuro que a cambio de lograr una gran audiencia de público latinoamericano que almuerza deseoso de ver la Tercera División española.

Total, que hoy va a haber aficionados del Sanluqueño que no puedan ver a su equipo teniendo su abono porque a las 16.00 todavía no habrán dado de mano. Y se dará la paradoja de que haya abonados que vean el partido por la tele, previo pago, debido a que no les dé tiempo a terminar sus quehaceres diarios y cruzarse media Sanlúcar antes de que el árbitro diga vámonos que vámonos. Un despropósito se mire por donde se mire.

Así que os invito a leer la crónica del partido en lavozdigital.es. Es lo que haré yo porque tampoco podré verlo. Eso sí, afortunadamente la RFEF sube casi al instante los goles de los encuentros a sus redes sociales. Cada vez podemos celebrar menos en los estadios, pero al menos los vemos calentitos en el trabajo. Fetén.