Fútbol

¿Qué fue de los vikingos que maravillaron a Europa?

La selección de Islandia ha pasado en solo unos años de ser la gran revelación en el el fútbol de selecciones a un equipo sin rumbo y salpicado por varios escándalos sexuales

Los jugadores islandeses, durante la Eurocopa de 2016

P. Lodeiro

Islandia, un yermo helado donde sus menos de 4000.000 habitantes necesitan de una aplicación para saber si su 'ligue' es un pariente lejano y así evitar intimar de más con él, fue con tan solo 150 futbolistas profesionales en cartera la gran revelación del fútbol europeo hace tan solo cinco años. Embutidos en barbas y tatuajes, sus futbolistas consiguieron en 2016 la primera clasificación para una Eurocopa y tan solo dos campañas después se metieron de lleno en el Mundial de Rusia, la nación con menos población en alcanzar este hito . Pese a que en el país eslavo la suerte no acompañó, en la competición continental los nórdicos sembraron furor, tanto su fútbol como sus aficionados, y llegaron hasta los cuartos de final, donde fueron eliminados por Francia. Parece que ha pasado una eternidad, pero solo unas primaveras separan la turbia realidad del conjunto de la ya legendaria recepción que obtuvo en Reikiavik tras su gesta europea. Miles de palmas al unísono y tambores de guerra en el viento aupaban a un equipo que ha sufrido su particular descenso a los infiernos debido a escándalos sexuales y a la descomposición de sus estrellas.

Tras no clasificarse para la última Eurocopa, Islandia también se ha quedado a las puertas de Catar 2022 tras empatar a cero anoche contra Rumanía. Si la generación que los llevó a codearse con la burguesía europea se ha marchitado por el inevitable paso del tiempo, varios escándalos han acrecentado el mal fario del equipo, una situación que ha dificultado su paso por las fases clasificatorias para el Mundial. El pasado mayo, el medio deportivo estadounidense The Athletic destapó un relato en el que una mujer aseguraba haber sido violada por dos miembros del equipo mientras la selección se encontraba concentrado en Copenhague, Dinamarca.

Poco después, otra denuncia de violación acontecida en 2017 que implicaba a un jugador islandés se hizo pública. Ambas, en los medios del país escandinavo, aseguraron que habían comunicado sendos incidentes al presidente de la federación, Gudni Bergsson , pese a que este lo había negado anteriormente. El caso estalló definitivamente en septiembre, cuando la plana mayor de la federación dimitió en bloque y un total de seis futbolistas de la selección fueron acusados de abuso sexual, algo que creó una grieta entre plantilla y directiva que a día de hoy sigue sin resolverse.

Demasiadas turbulencias que finalmente han hecho olvidar el buen hacer en Francia de jugadores como Eidur Gudjohnsen, Aron Gunnarsson, Birkir Bjarnason o Alfred Finnbogason , nombres para el recuerdo que poco a poco han ido desapareciendo de las alineaciones de los islandeses, sepultada su mística por los escándalos del equipo. Un punto y aparte merece el caso que protagonizó Gylfi Sigurdsson , mediapunta y capitán del drakkar islandés, que el pasado junio fue detenido tras verse involucrado en una investigación de delitos sexuales contra menores. Jugó su último partido de fútbol en mayo de 2021 y, tras el escándalo, no ha vuelto a vestirse de corto ya que su club, el Everton, y selección han decido apartarle de los terrenos de juego hasta que se esclarezca su implicación en el caso. Este fue el último y definitivo golpe de un equipo al que en 2016 se le amontonaban los elogios. «Vuelta a casa con honor», titularon algunos rotativos tras su eliminación en la Euro.

En la actualidad solo tres jugadores de aquel grupo continúan en el combinado nacional. También el apellido Gudjohnsen aparece, aunque no de la mano de Eidur, leyenda escandinava y padre de Andri y Sveinn , dos de las promesas del país, este último canterano del Real Madrid. Ante tanta sanción y problemática, al equipo le cuesta conformar listas para apurar sus opciones de viajar al Golfo Pérsico y enorgullecer de nuevo a sus parroquianos, algo desencantados con la espiral negativa de los suyos: el pasado septiembre, solo 1.697 personas acudieron al estadio a ver a Islandia contra Armenia en Reikiavik, la entrada más baja de un partido de la selección desde 1997 . Tras una fase de clasificación agónica (dos victorias en nueve partidos), Islandia vuelve a quedarse fuera de un gran torneo y agiganta una profunda crisis en equipo y afición.

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