10 años como campeones del mundo

«Tras el debut pensé: ¡la hemos liado, macho, la hemos liado!»

España perdió en su debut ante Suiza en un partido repleto de infortunio. Vicente del Bosque recuerda ese inesperado tropiezo y cómo se rehizo el grupo hasta conquistar el cielo

VÍDEO: Del Bosque habla de la excelente relación del equipo deportivo y los jugadores de la selección que hizo historia ATLAS

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Antes de desgranar los mejores días de nuestras vidas, Vicente del Bosque advierte con cierto temor a olvidarse de algún detalle. «Tengo que decirte que he aprovechado todos estos días de confinamiento para ver los partidos del Europeo y del Mundial porque los han echado, ha sido una de mis rutinas. Pero no los había visto todos e incluso hay muchas cosas de las que ni me acordaba». Para llegar a Sudáfrica , para siempre ya un lugar sagrado, España se clasificó con un pleno de victorias fantástico y la selección viajaba con la inercia ganadora de la Eurocopa de 2008, una especie de liberación para el fútbol nacional, por fin una alegría después de tantas defunciones en cuartos de final. El Mundial de 2010 tenía que ser, definitivamente, el Mundial de España , y eso que empezó de la peor de las maneras, todavía difícil de explicar esa derrota ante Suiza en el debut. Nunca un equipo alzó el trofeo más bonito del deporte después de perder el primer partido, pero tampoco nunca una selección mandó tanto como aquella España.

Se pierde contra Suiza en el estreno, pero ¿puede que fuera el mejor partido de todos?

No, creo que no. Hicimos bastantes cosas bien. Quiero decir por delante que tuvimos mucha suerte en ese Mundial, pero también hicimos cosas bien. Hasta en los días malos en los que no mandábamos en los partidos, como contra Chile o Paraguay, hicimos cosas bien. En cualquier caso, contra Suiza no fue el mejor partido.

¿Qué recuerda?

Llegamos al hotel después del partido e incluso en la misma charla y en la rueda de prensa, de manera espontánea, me mostré un poco crítico porque creía que no habíamos jugado bien. Pero la mañana del día siguiente bajamos al desayuno y ahí coincidimos como siempre con Puyol, que era el primero en bajar, y también con Xavi. Y me dijeron: «Míster, yo creo que no hemos jugado tan mal». Y es verdad. Vi el partido repetido varias veces porque no paraban de ponerlo por la televisión y me di cuenta de que no había sido un mal partido. Pero la suerte que no tuvimos ese día, la tuvimos luego.

Ellos marcan en fuera de juego, España tiene ocasiones, un tiro al palo de Xabi Alonso, una de Piqué muy clara...

Sí, ellos llegan en el gol y poco más. Pero lo mejor de todo es que tomamos la mejor de las decisiones después de madurarlo mucho: no había que dar un tumbo ni un revolcón a todo. ¿Qué nos había traído hasta Sudáfrica? Pues teníamos que insistir con eso que ya habíamos hecho. Nuestro mensaje hacia los jugadores era positivo y les insistimos en que no se jugó mal. Medio en broma y medio en serio, también muy seco, les dije aquello de «si ganamos los seis próximos partidos somos campeones del mundo». Lo dije casi con un grado de ironía, pero era una verdad, un reto imposible o muy difícil, pero se podía. Y repetimos luego contra Honduras el equipo con la lesión de Iniesta por Navas y no jugó David Silva, el hombre, y salió Fernando Torres. Se suponía que teníamos que atacar, tener más profundidad...

Nadie quiere una derrota en un debut, ¿pero sirvió para encender el orgullo del grupo?

No, yo creo que todo el mundo nos mirábamos como diciendo: «¡Joder, la hemos liado, macho, la hemos liado!». Antes del Mundial no oí a nadie de la delegación decir que íbamos a ganar el Mundial porque a mí tampoco me hubiera gustado que se dijera, pero sí teníamos la percepción de que podíamos ser campeones, aunque era una reflexión interna, no lo exteriorizábamos. Fue un revés muy duro.

¿Vio miedo en el equipo? El segundo encuentro, contra Honduras, España pudo ganar por goleada y fue un 2-0 y ya.

Hubo mucha preocupación, sí. Y se retrata en el viaje en autobús tanto en el partido de Honduras como en el de Chile. Era un silencio que no era normal, un silencio que imponía. El silencio de lo que nos jugábamos.

Mucha gente tuvo la sensación de que iba a ser un Mundial como cualquier otro, y eso que se ganó la Euro 2008.

No hay ninguna disculpa, nosotros tampoco nos agarramos a nada. Siempre he dicho que el Mundial se gana porque hay suerte y ese día no la tuvimos. Pero, insisto, repetimos lo que habíamos hecho en la fase de clasificación. Arrastramos además el éxito del campeonato de Europa de 2008, le quisimos dar algún retoque, pero era recoger ese triunfo.

A Sudáfrica llega con una buena base de esa selección, pero deja a Senna fuera. ¿Fue tan duro como recuerda siempre?

Mucho, muy duro. Seguramente fue la decisión más dolorosa. Pero, claro, manejábamos el equipo en la medida en la que sale un Sergio Busquets, un Gerard Piqué, un Pedro, un Javi Martínez, un Mata, un Llorente... Hubo una renovación en ese sentido con una presencia en el Mundial del 33 por ciento de la plantilla de 2008. Luego, de 2010 a 2012, unos diez jugadores de campo se mantenían en el equipo. Es algo natural, lo importante es que no haya grandes revoluciones y nosotros quisimos ir adaptando jugadores a lo que recogíamos. Es bueno que todos los que vengan a la selección vengan de manera incondicional. Todos queremos jugar, los 23 de una lista final quieren jugar, pero es muy bueno que tengan ese sentimiento de que si te ponen, bien; y si no te ponen, pues mala suerte. Todos los que se quedan en el banquillo son buenos, muy buenos. Es positivo tener un grupo de jugadores con continuidad porque es muy importante que la selección sea lo más parecido a un equipo.

«No fue un mal partido. La suerte que no tuvimos ese día, la tuvimos luego»

Hablaba del silencio y del miedo. ¿Cuándo se libera España en el Mundial?

Pues en el partido de Chile, al pasar a octavos, claro. Me parecieron 15 o 20 minutos cuando Bielsa (seleccionador chileno) decide parar el partido, pero luego he visto que fueron solo cinco o seis minutos finales. Ahí, Toni Grande (segundo entrenador), me dice que están clasificados con ese resultado y que no quieren atacar. Entonces empezamos a pasarnos el balón y viéndolo ahora repetido se te hacen eternos esos cinco o seis minutos. Tampoco era una gran publicidad para el fútbol, aunque el resultado era bueno para nosotros.

Luego llegó la tarde ante Honduras, que se corrigió mínimamente ese debut.

Ahí tuvimos bastante dominio. Ampliamos el campo con Jesús Navas. Cuando hablas de un equipo que ha jugado bien te refieres a las tres «pes». Del aspecto defensivo, de la creación de juego y de la profundidad. Presión, posesión y profundidad. Las dos primeras las hicimos bien y nos faltó algo de profundidad. En torneos tan cortos, hay que tener esas cautelas. Hubo un choque y se nos preguntaba por qué no jugábamos de otra forma, con un medio centro... Indemostrable en cualquier caso.

Al perder con Suiza se busca culpable, se piden cambios y se señala a Busquets también después de Honduras. ¿Tuvo que hablar con él?

Nos portamos como nos teníamos que portar en aquellos momentos. El día después de Suiza me parece que hicimos una rueda de prensa para los medios sin derechos y hablamos porque era necesario. Cuando ganamos, es muy fácil salir. Creo que en aquel momento estuvimos acertados al salir a hablar.

¿Pero tuvo que hablar con Busquets?

No. Eso lo entendían ellos perfectamente. Los que eran del Madrid querían que jugara Xabi Alonso y los que eran del Barcelona querían que jugara Busi. Lo del Madrid-Barcelona, esa rivalidad, surgió después, pero había dos tendencias claras. Nosotros obramos como creíamos que teníamos que obrar, equivocados o no.

¿Fue muy importante en esas horas la figura de Fernando Hierro?

Sí. Fernando era uno más, teníamos muchas conversaciones, también con Toni Grande y con Javi Miñano. Fernando nos ayudó, es lo que tiene que hacer un director deportivo. Si él no entra en el vestuario, si no tantea como está el grupo... Yo creo que esa relación tiene que existir desde la absoluta confianza entre unos con otros. Si no, malo.

¿Qué papel jugó Ángel María Villar?

Era uno más. Estuvo discreto, pero siempre apoyó al grupo. Nos transmitió confianza y sabía cómo actuar en todo momento.

«Les dije: 'Si ganamos los seis próximos partidos somos campeones'»

Hubo una figura externa que seguramente ayudó al grupo a unirse más: Maradona. Estuvo muy pesado con España.

Sí, era un discurso vacío, tenía fijación. Parece que va en contra de la prudencia que hay que demostrar en el campo y más siendo entrenador de un equipo rival. Cuanto menos se hable mal de los contrarios, mucho mejor.

¿Llegó a pensar que esa fase estaba gris oscura o mantenía fe?

Sí, claro, estaba muy negro. Hasta los últimos cinco minutos finales con Chile lo pasamos muy mal.

Con Chile fue una noche de esas angustiosas y duras.

Ellos hacen un cuarto de hora muy bueno. Y luego, con 2-0 y un jugador menos, siguen insistiendo, nos marcan el gol... En fin. Corrían mucho, siempre nos lo pusieron muy difícil.

En los cruces el primer rival es Portugal, en Ciudad del Cabo. Y ahí emerge Fernando Llorente.

Sí, y luego no vuelve a jugar. Necesitábamos a alguien que incordiara a los contrarios, que le sintieran. La movilidad de Torres seguramente es mayor, pero Fernando buscaba el contacto, provocaba faltas... Nos salió bien esa apuesta. Y contra Portugal tuvimos esa pizca de suerte con el gol de Villa en fuera de juego por muy poco, pero no lo digáis...

En cuartos se sufre mucho contra Paraguay, que con 0-0 tiene un penalti a favor. ¿Cómo vive ese momento?

Hay cosas que son indemostrables y no sé qué hubiera pasado si marcan ese penalti. Pero lo viví como cuando ocurre siempre una cosa mala: me entró un calor por el cuerpo, una reacción física incontrolable... Pero, vamos, siempre he dicho que si no lo hubiera parado Íker quizás hubiéramos ganado 3-1 o 4-1, quién sabe. Paraguay fue un rival muy duro, un partido áspero, el campo estaba muy rápido, con muy poca hierba, nos costaba controlar el balón, lo perdíamos con rapidez... También porque ellos nos presionaban mucho, los equipos suramericanos eran discípulos de Bielsa.

«Teníamos la percepción de que podíamos ser campeones, fue un revés»

¿Fue ese el partido más duro?

Sí, puede ser, sí. Ellos llegaron a gol, tuvieron dos ocasiones muy buenas. Fue el partido más feo.

Llega la gran Alemania en semifinales y mete a Pedro.

Sí, queríamos que Lahm se preocupara un poco de él. Además, Pedro jugaba muy pegado a la banda derecha, metemos a Iniesta ahí para que también generase la atención de Lahm. Creíamos que Lahm era un hombre clave en su juego. La verdad es que los alemanes no dominan el partido nunca. Me parece que tienen una ocasión con una volea de Kroos nada más salir que controla Íker y poco más. Creo que nosotros sí dominamos el juego.

¿El gol de Puyol estaba muy trabajado?

Sí lo hablamos el día antes, buscamos qué hacía ese equipo. Nosotros teníamos siempre una posición de partida en los saques de esquina, tirábamos muchos en corto para buscar una segunda jugada, algo distinto para que tuviéramos las posiciones de partida de todos los jugadores. Cada uno dio su versión. Ante una defensa posicional como la alemana, con cuatro más cuatro, un poco pasiva, era mejor cambiar. Esto lo contamos porque vino el gol, pero luego había que tener a un Xavi Hernández que tenía el toque que tenía, Piqué y Sergio Ramos estorbando, Villa sin dejar maniobrar al portero y luego ese salto de Puyol, que con la energía que tenía hizo todo lo demás. Incluso se ve una escena de ese partido cuando van Xavi y Puyol a la caseta y Puyol le dice algo así como «pónmela ahí, pónmela ahí que lo meto». Nosotros, ya te digo, abusábamos de sacar el balón en corto y en esta ocasión nos beneficiamos de esa cierta pasividad en la zona de los alemanes. Salió perfecto.

Del silencio del día de Chile al viaje en el autobús al campo de la final. ¿Cómo fue ese trayecto?

Ese día no es que desdramatizáramos, pues también era importante para nosotros, pero sí que era un mensaje claro. Para los románticos del fútbol, nada es más importante que la final de una Copa del Mundo. No había más motivación que esa, ese romanticismo para jugar un partido importantísimo que seguramente muchos no lo volverán a jugar en su vida. Tocar la fibra de los jugadores era lo más fácil del mundo. Luego nos acordamos de todos los chavales de España, de los más jóvenes. Les dije que éramos defensores de España, pero que tampoco íbamos a una guerra, íbamos a jugar un partido de fútbol. Era solo un partido de fútbol.

¿Casi es mejor no hablar ante una cita así?

Mira, ellos, la mayoría, conocen mucho del equipo contrario y, con lo que les dice el entrenador, se hacen una composición de lugar rápidamente. Ahora, con los métodos que hay, salimos al campo sabiendo mucho del rival. Sabíamos del peligro de Sneijder, las llegadas de Robben, el juego aéreo de Van Persie... Holanda tenía jugadores de mucha calidad, mucha. Sin embargo, ellos quieren ensuciar un partido traicionando un poco su estilo, creo que luego se arrepienten. La escuela holandesa no era ese estilo, pero no quiero que se entienda como que quiero decir algo malo de Holanda, todo lo contrario. Era una selección estupenda y nosotros entendimos bien el partido. Cuando Van Bronckhorst estaba cansado sacamos a Jesús Navas, luego sacamos a Cesc y a Torres y casualmente los tres participan en el gol de Iniesta.

«La fase de grupos estaba negra. Hasta el final con Chile, lo pasamos mal»

¿Qué es ese gol para usted?

Todo. El mejor resumen. Ya estábamos más pendientes de preparar los penaltis que de decidir el partido. Refleja perfectamente lo que ha sido nuestro estilo, nuestro juego y nuestro fútbol. Y esa suerte de la que hablábamos. Me alegré mucho por Iniesta.

Si la gente hubiera podido escoger, casi todo el mundo hubiera elegido a Iniesta para ese gol.

Sí, posiblemente. Venía de pasarlo mal. Ha sido un chico que, con excepciones muy contadas, siempre se le ha querido en todas partes. Ha tenido muy buen comportamiento, ha trasladado siempre una buena conducta.

Con él ha tenido una relación muy cercana y en Curitiba, en el último partido del Mundial de Brasil, le dio un abrazo enorme al irse del campo.

¡Ah, sí! Esos fueron momentos muy duros, pero igualmente emotivos.

¿Sabía que llevaba la camiseta dedicada a Jarque?

No, no lo sabía.

¿Disfrutó durante la final?

Creo que en la vida hay que tener un equilibrio emocional. No puedes estar todo el día en la banda cabreado o disgustado ni pensar: «¡Joder, como perdamos!». Somos deportistas y vamos a intentar hacerlo bien, dónde podemos mejorar al equipo... Lo que no puedes es estar agobiado todo el rato. Un entrenador debe de estar metido en el partido, pero con ese equilibrio emocional.

Lo normal es perder.

Claro, de 210 equipos que participan en el Mundial (contando las fases de clasificación) solo gana uno. Hemos perdido un poco esa perspectiva. Se generó un ambiente de que éramos muy buenos, de que teníamos un gran equipo, y eso al final no suele ser beneficioso, al contrario. Puedes tener autoconfianza, pero hay que demostrarlo.

¿Leía mucho la prensa?

Lo leía todo. Nos hacían un librillo con un resumen. Ahora, estar al tanto de si la plaza de la Libertad estaba llena de niños... ¡cómo no te vas a enterar! Estaba en todo.

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