Superliga

La Superliga agoniza: la renuncia oficial del City pone en jaque el proyecto

La marcha atrás del City y la más que posible del Chelsea arrastran al resto de clubes ingleses, cuyo posible adiós acerca el final de la Superliga solo dos días después de que se hiciera público el proyecto

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Chelsea y City, abanderados del adiós a la Superliga

AFP
Emilio V. Escudero

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En una jornada de rumores y vaivenes , de mensajes de ida y vuelta y de reproches entrecruzados, hubo que esperar a la última parte del día para empezar a vislumbrar las primeras certezas. La más clara e importante, el paso atrás del City y la agonía de la Superliga , pues sus clubes fundadores se reunieron de manera telemática para conocer la marcha del club 'citizen' y para calibrar una posible disolución. Agonía prematura para un proyecto que ni siquiera llegó a ver la luz y que seguramente desaparezca pocos días después de haberse hecho público, lastrado por la oposición de los aficionados y las amenazas de la UEFA y la FIFA.

Puede que fuera una mala idea en sí o puede que los clubes se precipitaran a la hora de anunciarla y que lo hicieran sin explicar debidamente el proyecto. Una falta de claridad que provocó confusión en los hinchas y que hirió de muerte a la Superliga antes incluso de poder mostrar sus virtudes.

Apenas 48 horas después del comunicado que hacía público su nacimiento, está muy cerca de morir. Las dudas de algunos equipos - Chelsea y City - y la poca convicción de otros - el Barça se desmarcó ayer dejando su participación en manos de los socios -, comenzaron a resquebrajar la solidez de los doce clubes fundadores. De hecho, el City hacía pública su salida del proyecto a última hora de la noche con un comunicado.

Esa convicción con la que irrumpieron el domingo no era tal, pues en unas horas habían surgido las dudas en muchos de ellos. Empezando por el Chelsea y el City, que fueron los que enarbolaron la bandera de la disolución . A media tarde, sus directivos habían dado marcha atrás después de ver la reacción de sus aficionados a una idea que económicamente era insuperable, pero que chocaba con algunos valores clásicos del fútbol.

Que se hubiera hecho en otros deportes no quería decir que pudiera hacerse en el fútbol, donde está muy arraigado el amor por los clubes modestos en los barrios y las ciudades pequeñas . Por ahí comenzó a morir la Superliga, que en la noche del martes agonizaba.

Dimisiones y dudas

El adiós de Ed Woodward , vicepresidente del United desde hace ocho años y uno de los hombres fuertes del club inglés en la Superliga, sacaba a la luz la más que posible desintegración del proyecto. Es cierto que tenía previsto marcharse a final de temporada, pero su despedida prematura anticipaba el fracaso del plan. El propio Woodward había sido el encargado de explicar a los jugadores del United lo que suponía para ellos la Superliga horas antes. Explicaciones que no convencieron al vestuario del Manchester.

Tras sus dudas, el City y el Chelsea arrastraron a los demás equipos hacia una reunión de urgencia en la que debían debatirse los pasos a seguir. Primero, porque el compromiso adquirido por los equipos con la firma del acuerdo les obligaba a indemnizar al resto si decidían abandonar la Superliga ; y segundo, porque visto lo visto el futuro de la competición era más que dudoso.

De esa reunión salió la renuncia del City y la más que posible del Chelsea. Marchas que resquebrajan el proyecto y que anticipan nubarrones para la Superliga . Un proyecto ambicioso que buscaba cambiar el rumbo del fútbol, pero que nació viciado y sin el consenso necesario para llevarse a cabo.

Jugadores y aficionados

Uno de los detonantes para que el Chelsea enarbolara la bandera de la disolución fue la manifestación de aficionados de su equipo en contra de la Superliga. Voces que se sucedieron a lo largo de toda Europa, con pancartas y mensajes en las redes sociales . Demasiado ruido que acallar. Demasiados pitos que escuchar en las gradas cuando vuelvan a llenarse.

También los jugadores dieron un paso adelante. A las críticas solitarias de algunos como Ánder Herrera del lunes, se unieron el martes comunicados colectivos como el hecho público por Jordan Henderson, capitán del Liverpool , que mostraba la opinión contraria del vestuario del conjunto de Anfield. « No nos gusta y no lo queremos. Esta es nuestra postura común. Nuestro compromiso con este equipo y estos aficionados es total », explicaba el mensaje hecho público.

También Pep Guardiola , entrenador del City, dejaba entrever su oposición al proyecto. «No creo en el deporte si el esfuerzo no va unido a la recompensa», señaló el técnico del club, en primero en bajarse del barco de una Superliga que agoniza.

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