Mercado de fichajes

Luka Jovic: Llega el nuevo viejo delantero

El serbio del Eintracht, uno de los jugadores del año, ya es nuevo jugador del Real Madrid de Zidane

Luka Jovic, durante el partido de Europa League disputado en Roma ante la Lazio AFP

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Fueron cinco fogonazos. Una volea con la pierna izquierda, en el aire y a media vuelta: un golazo sublime. Otra vez con el balón volando, ejecutado el remate casi con desdén en la frontal, también con la zurda. El que rubricaba el triplete fue un exceso: se permitió el lujo de usar dos toques, uno con cada pierna. Control con el pie malo y pelotazo con el hábil. Le había cogido el gusto a eso de acomodarse el tiro antes de acometerlo, pero en el cuarto invirtió el orden con el que bailaban sus martillos. Control con la diestra y remate con la siniestra para un tanto certero, dirigido a donde el césped y el poste se estrechan la mano. Quizá por no repetirse, o puede que para terminar de fardar de repertorio, puso el lazo al repóquer con un cabezazo.

La carta de presentación lleva la firma de Luka Jovic (Bijeljina, 1997), delantero titular del Eintracht de Fráncfort que desde que el pasado 19 de octubre se convirtió en el jugador más joven en meter cinco goles en un partido de Bundesliga -contra el Fortuna Dusseldorf- y ha protagonizado ya uno de los traspasos más cacareados del verano, rumbo al Real Madrid. La cosa no se queda ahí: el serbio acumula 15 dianas en Bundesliga, las mismas que Reus y dos menos que Lewandowski. Ocurre que mientras que el polaco del Bayern hace un tanto cada 124 minutos y el alemán del Dortmund lo anota cada 127, a Jovic le bastan 106. También sumó otros nueve en la Europa League, además de uno con Serbia: lo hizo en el último parón de selecciones, en su primer partido como titular con la selección del país en el que se crió (nació en Bosnia), después de haber disfrutado de 14 minutos repartidos en tres citas.

«A mí me ha sorprendido muchísimo. Es inteligente, se sabe mover dentro del área y, sobre todo, es muy, muy fuerte», explica Lucas Torró, mediocentro español que el pasado verano hizo las maletas para instalarse en Fráncfort después de que el Eintracht pagase tres millones y medio de euros al Madrid, que durante la última temporada lo había cedido al Osasuna, por su traspaso. A su descripción del nueve de moda añade que es «rápido, toca bien el balón y tiene mucho gol», características que lo convierten en un punta total, «un “nueve” puro con cosas de “diez”» que tiene buena parte de la culpa de la buena campaña del club de la capital financiera.

Algo de todo esto se intuía ya cuando debutó con el primer equipo del Estrella Roja. Aquel día se apropió de otro récord más al convertirse en el goleador más precoz del único club serbio que ha ganado una Copa de Europa. Tenía 16 años. Tampoco eligió mal día para hacerlo: el partido de la última jornada ante la Vojvodina decidía la liga de Serbia, en el alambre y con Estrella Roja y Partizan ansiosos por verla caer en su saco. Jovic cogió el testigo en el minuto 73 para, en el 76, apuntarse el gol que rompía el 2-2 y daba el título a los suyos.

El primer toque

«El primer toque que tiene es muy fuerte, creo que es su mejor faceta, tanto por arriba -pese a que apenas supera el metro ochenta- como con las dos piernas: es un “killer”», dice el alicantino. Torró acaba de salir de una lesión en el pubis que le obligó a pasar por el quirófano y lo ha tenido parado desde octubre, pero sus horas compartiendo vestuario con el jugador serbio le sirven para esbozar un retrato de la personalidad de su compañero: «Es un chico que siempre está alegre. Es muy competitivo, siempre busca el gol y es lo que le hace destacar. Siempre busca mejorar. Muchas veces se queda después de entrenar para practicar golpeos y remates al primer toque».

Por corta que sea su trayectoria, Jovic ha tenido tiempo para conocer el sabor de la amargura. Ese trago lo pasó en el Benfica, que lo fichó en un abrir y cerrar de ojos después de su irrupción en el Estrella Roja. Era, a todas luces, la típica operación en la que Oporto y Benfica contratan los servicios de un diamante en bruto para, puliendo aquí y allá, llenarse los bolsillos con una operación de campanillas. En Lisboa coincidió con Jonas, Raúl Jiménez y Mitroglou: tres delanteros talludos para pelear un puesto que al serbio le quedaba lejísimos. Jovic tuvo que conformarse con jugar en el filial. Apareció entonces la oportunidad de salir cedido durante dos años al Eintracht. El movimiento incluía una cláusula de compra opcional de sólo 6 millones de euros. La ganga que permitirá al club alemán empacharse de millones adquiere dimensiones insospechadas.

El sino de los tiempos convierte al eventual precio de Jovic en una anécdota. La práctica imposibilidad de persuadir a los grandes clubes con argumentos económicos para comprar a sus estrellas ha hecho del mercado de fichajes actual una jungla en la que llegar primero emerge como gran lucha para las secretarías técnicas. El precio está llamado a perderse en la hemeroteca.

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