Fútbol

«Ibrahimovic la tocaba tan bien como Xavi o Iniesta siendo el doble de grande»

Rubén Miño, excompañero del delantero sueco en el Barça, analiza el juego y el carácter del último obstáculo de España en su camino al Mundial

Zlatan Ibrahimovic, en el estadio de La Cartuja Reuters

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El petardazo de Suecia en Georgia ha cambiado por completo la fisonomía del partido de esta noche en La Cartuja. Ahora son los nórdicos los que están obligados a ganar si quieren sellar la clasificación directa al Mundial. Nadie contaba con ese fiasco, mucho menos después de que se confirmase el regreso al equipo nacional de Zlatan Ibrahimovic , la mayor estrella en la historia futbolística sueca. Ibra, reclutado precisamente para apuntalar la clasificación, pasó bastante desapercibido en Tiflis. Ni siquiera en la primera mitad, cuando Suecia pudo decantar el choque a su favor, las mejores oportunidades fueron para el delantero del Milán. Fue tal la decepción que hasta en su país se ha cuestionado si la vuelta del delantero ha sido oportuna, teniendo en cuenta que la dupla Isak-Kulusevski no estaba funcionando mal.

Con todo, pocos dudan de que la imponente figura del ya cuarentón será la principal amenaza de España en Sevilla. «Más allá de que es un equipo muy compacto con muy buenos jugadores, la presencia de Ibrahimovic es la única que puede llegar a atemorizar», analiza para ABC Rubén Miño , guardameta del Talavera, de la Primera RFEF, y compañero del delantero durante su etapa en el Barcelona. Miño tiene fresca en la memoria la lista de virtudes del sueco: «No es nada habitual que un jugador tan grande y tan fuerte tenga esa agilidad y esa velocidad. Era bueno en el juego combinativo y, por supuesto, en la ejecución. A mí me impresionaba su técnica. Era tan bueno como los tocones del equipo, los Xavi, Iniesta.... Pero siendo el doble de grande que ellos. Un jugador muy completo».

Habla el guardameta de una etapa en la que Ibra no fue el de las grandes ocasiones. Su mala relación con Guardiola le hizo permanecer una única temporada vestido de azulgrana antes de ser traspasado al Milán. Aún así, sus números impresionan: 22 goles y 13 asistencias en un total de 46 partidos. «Era un delantero atípico para el Barça», continúa Miño. «Se venía de una época con atacantes mucho más dinámicos, pero aún así aportó muchas cosas buenas».

Ibrahimovic , que fue capaz de buscarse un retiro dorado de dos años en los Estados Unidos (53 goles en 58 partidos), y aún así regresar a Europa con capacidad para seguir en la élite, aún destaca más por su carácter que por su juego. Durante años ha fomentado una imagen arrogante y excéntrica, de jugador difícil acostumbrado a que todo el entorno trabaje para él. Según Miño, el sueco no es ese ogro que él mismo se empeña en promocionar: «Seguramente tenga un ego muy desarrollado, y no me parece mal. Pero esas extravagancias y salidas de tono las hace con gracia. Muchas veces es para sacar titulares. Para mí es un tipo muy inteligente, que sabe comportarse dentro de un vestuario».

Un cuerpo al límite

Ibra, que celebró su 40 cumpleaños hace poco más de un mes, se ha acostumbrado en los últimos años a convivir con las lesiones. Solo este año ha tenido dos de cierta importancia, una en la rodilla y otra en el tendón de Aquiles, que le han obligado a parar durante muchos partidos. «Jugar a los 40 años no es fácil», analizó ayer Busquets al ser preguntado por él. «Tengo un gran recuerdo de él. Si todavía le divierte el fútbol, adelante. Yo lo disfrutó mucho». «Cada día aprendo a conocer mejor mi cuerpo. Se está haciendo más viejo, pero la cabeza se vuelve más joven y yo soy cada vez más guapo», decía esta misma semana el delantero sueco con su habitual sarcasmo.

En La Cartuja alcanzará los 120 partidos internacionales con Suecia, con la suma 62 goles. Debutó en 2001 y desde entonces ha participado en cuatro Eurocopas y dos Mundiales. Jamás ha pasado de cuartos. Es su principal frustración, junto al hecho de no haber podido ganar nunca la Champions.

«Le tengo mucho cariño», concluye Rubén Miño . «Yo estaba recién llegado y él era de los más atentos con los jóvenes. Otros jugadores no eran así. Era de los pocos que se preocupaban por sacarte una sonrisa».

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