Giampiero Ventura, en un entrenamiento con Italia
Giampiero Ventura, en un entrenamiento con Italia - EFE
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Giampiero Ventura: lujuria y veteranía en el banquillo

Italia se entrega a un abuelo para rejuvenecer su historial

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La vieja Italia, a la que le acompaña ese apelativo casi desde que nació vive siempre de lo que fue y de la cantinela que recuerda su competitividad inigualable, aquello de «cuidado, que son italianos». No hay país que se entregue más en el fútbol que este, con un palmarés esplendoroso y capaz de pelear por las finales incluso con equipos menores y sin más cartel que el del nombre y el escudo, que en el deporte hace mucho. Últimamente ha dejado de tener presencia en la competición por equipos más allá del empeño de la Juventus en recuperar el tiempo perdido (Inter y Milán están que dan pena) y la selección va dando bandazos, a veces bien y otras muy mal.

Ahora, con la salida de Antonio Conte, confía en la experiencia de Giampiero Ventura, un señor de 68 años al que se le premia después de más de media vida dirigiendo a equipos del pelotón. Italia se entrega a un abuelo para rejuvenecer su historial.

Ventura, vaya por delante, no tiene carrera como futbolista ya que tuvo que dejar de dar patadas después de un accidente, truncada su ilusión a los 25 años después de haber aprendido en las categorías inferiores de la Sampdoria. De todos modos, le gustaba tanto la pelota que optó por la pizarra y a los 30 ya era entrenador, precoz en la materia y hasta cierto punto comprensible que después de tanto tiempo ya ha sido el jefe de una veintena de equipos. Ha visitado los campos más humildes de Italia y con el Lecce, el Cagliari y el Torino logró ascender a la Serie A, sus mayores logros. Ahora manda en Italia.

Al seleccionador no le gusta demasiado que le comparen con Conte, aunque es inevitable que se le ponga frente al espejo del ahora técnico del Chelsea. De hecho, Ventura ya heredó en 2009 el buen trabajo de Conte en el Bari, y ahí, en su presentación, dejó una frase que le perseguirá para siempre. «Entreno por lujuria, para hacer que mis jugadores se diviertan», exclamó para dar forma a los titulares. Desde entonces, es «Mister Libidine» («libidine» es lujuria), un entrenador sin excesivo glamour.

El dibujo de Conte

Desde siempre ha pretendido buscar un equilibrio entre las buenas formas y el resultado sin obviar que en su país vale medio gol para justificar un buen trabajo, aunque es cierto que sus equipos han tenido momentos de buen fútbol, al menos el Torino que gobernó hasta dar el salto a la absoluta. En su estreno, calcó el dibujo de Conte, con tres centrales y mucha importancia de los carrileros y no hay motivos para renunciar a un esquema tan reconocible. Italia en eso lo borda.

El fútbol es una cuestión de Estado en Italia y de momento hay margen para «Mister Libidine», un abuelo pasional de discurso pausado que quiere dar brillo a las estrellas de la camiseta azul. Poco después de ser nombrado seleccionador, Giampiero Ventura se casó con una mujer 28 años más joven que él. «Tengo que decir que mi boda fue más importante que mi nombramiento como técnico de Italia, ¡de lo contrario habrá pronto un divorcio!», bromeó entonces.

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