Un regreso con incógnitas

Fútbol sin abrazos ni escupitajos

Los expertos consultados creen que, sin público y con el protocolo de test, el riesgo de contagio es mínimo

Exámenes médicos obligatorios, pero no test para la vuelta al fútbol ATLAS
Rubén Cañizares

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España empieza de cero desde mañana, lunes 4 de mayo, y el fútbol no será una excepción. Con el plan de desescalada anunciado por Pedro Sánchez el pasado martes, y con las medidas concretas para el deporte profesional, los equipos de Primera y Segunda pueden volver a los entrenamientos de manera individual desde esta misma semana, siguiendo el estricto protocolo que la Liga y el CSD han hecho llegar a Sanidad y que el organismo ve con buenos ojos, siempre y cuando la tendencia del daño de la pandemia siga yendo a la baja.

La industria del fútbol es una de las más potentes de este país. El deporte rey genera casi 200.000 puestos de trabajo en España y supone el 1,37 del PIB, dos datos de envergadura para volver a echar el balón a rodar cuanto antes, sin que ello sea óbice para respetar las reglas de juego de esta «nueva normalidad», como insiste en denominar el presidente del Gobierno a la vida en España hasta que haya vacuna o fármaco que derrote al Covid-19.

Entre estas nuevas reglas de juego está el fútbol a puerta cerrada , aunque ello implique pérdidas de taquilla, daño colateral a pagar para salvar los contratos de televisión, el verdadero tesoro del fútbol moderno. La búsqueda del riesgo cero, aunque este sea una quimera, o acercarse a él lo máximo posible es el objetivo de todo gremio en esta «nueva normalidad», y el fútbol no será una excepción: «Con los protocolos establecidos va a tener más peligro ir a una fábrica, a una cadena de montaje o pescar en alta mar que jugar a puerta cerrada», argumentó Javier Tebas hace unos días.

«El problema es el público»

Su contundente reflexión ha levantado polémica , como suele ser habitual en todo lo que el presidente de la Liga dice o hace. Así que quién mejor que la ciencia para darle rigor y seriedad a este debate: «Ahora mismo, el problema en los partidos de fútbol es el público. Aunque a veces lo obviemos, los hinchas están uno encima del otro, vociferando cada minuto, con los salivazos que ello conlleva... Este es el verdadero peligro en estos momentos. Sin ellos, y con ese protocolo que ha anunciado la Liga, en principio los jugadores no deberían correr riesgo a pesar de que el fútbol sea un deporte de contacto», explica Albert Bosch, presidente de la Sociedad Española de Virología y catedrático de microbiología de la Universidad de Barcelona.

La patronal quiere tener controlados a los futbolistas, a los miembros del cuerpo técnico y a los empleados que conviven día a día con los equipos con numerosos test. A ello, habría que añadirle las concentraciones , que no serán obligatorias, pero sí recomendables, pese al rechazo frontal de los jugadores: «Con los test se minimiza bastante el riesgo de contagio, por no decir que es imposible que se produzca. Quiero decir que si en un partido todos los jugadores han sido testados y han dado negativo no debería haber transmisión posible del virus. Ni siquiera en las duchas, que mucho se comenta. En el agua no se encuentra el virus y si el vestuario está desinfectado, que imagino que será así, todo estará bajo control», detalla Bosch.

Los movimientos en aviones, trenes y el contacto con personal del hotel o residencia en el que se concentren o alojen los equipos se vislumbra como uno de los escenarios en rojo en el plan de Tebas. El abanico de personas se amplía y nadie puede asegurar que esas personas también habrán sido testadas, aunque es el objetivo, pero Bosch apunta también a una habitual conducta que aboga por eliminar: «Estaría bien que se acabasen los salivazos. Cierto es que el ejercicio intenso, como es un partido de fútbol, provoca un aumento de las secreciones y de ahí que se escupa más de la cuenta, pero sería recomendable que estas practicas desaparecieran», resume.

Siguiendo este patrón, otro momento delicado podría ser la celebración de un gol , el momento más especial del fútbol. El catedrático también se inclina por ser cauteloso: «Como he comentado no le veo problema al contacto entre personas que se saben negativas, pero quizás sí que las celebraciones no deberían ser tan efusivas», advierte, aunque comprende que esto es complicado cuando afloran las emociones. «Hay impulsos imposible de frenar. Imagínese usted un gol en el último minuto de la Champions... Lo que debemos tener claro es que individuos que han dado negativo un día antes de la celebración de un partido es poco probable que en un abrazo se puedan transmitan el virus, por no decir imposible, pero dejaremos un 0,5% de margen de error, para no ser tajantes», concluye el galeno.

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