Fichajes

El dinero de la Premier League pone en jaque al fútbol europeo

La austeridad impuesta por el Covid-19 contrasta con la opulencia de la liga inglesa, que acapara talento a un ritmo alarmante para sus competidores

Thiago anunció ayer su fichaje por el Liverpool AFP

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Dadas las circunstancias actuales, el modo de obrar de la Premier League en este mercado de fichajes roza la falta de decoro. Con la salud del fútbol, el mundo y lo que se ponga por delante arrasadas por este dichoso virus, los clubes hacen cuentas para calcular si al ya ajustado cinturón habrá que hacerle algún agujero de más. No hay dinero para casi nada, reducida la habitual feria veraniega de contrataciones al esporádico oportunismo de turno para adjudicarse una ganga. En esas, la liga inglesa presume de músculo económico ante un continente resignado a la carencia.

Un ejemplo, como casi siempre, es la mejor forma de entender el calado de la tendencia. Con margen aún para seguir adornando una lista que ya pinta a fantasía, pues el mercado no cierra hasta el 5 de octubre, un once —no necesariamente el mejor— que saldría solamente con los jugadores reclutados en las últimas semanas desde las Islas Británicas podría ser el compuesto por Areola, Castagne, Thiago Silva, Salisu, Reguilón, Thiago, Van de Beek, Havertz, James, Bale y Werner. Claro que sobre ese césped ficticio no estarían Ziyech, Ferran Torres, Rodrigo Moreno o Fabio Silva.

Todo esto, en una campaña no sólo marcada —como si fuera poco— por el Covid-19, sino en la que los cacareados ingresos por derechos televisivos de la liga con mayor salida mediática del planeta fútbol se han visto considerablemente afectados por una noticia que, dado el contexto presente, ha alcanzado poco vuelo. El acuerdo que vinculaba a la Premier con la plataforma de retransmisión en línea Pptv, uno de los más jugosos de cuantos tiene firmados la liga, se rompió durante la cuarentena. Los efectos de la pandemia pesaron demasiado en el parecer de la compañía, filial de Suning Holdings, la empresa que controla al Inter de Milán, que decidió buscar una rebaja en lo pactado con la Premier por los derechos de emisión, superiores a los 600 millones de euros a repartir en tres años. El contrato vencía en 2022.

Bale y Reguilón jugarán en el Tottenham

Sirva lo último para entender la exposición del resto de ligas frente a la inglesa, que en un año malísimo en lo que se refiere a ingresos logra acrecentar la distancia entre su músculo financiero y el del resto. Hasta no hace tanto, la vieja aristocracia europea mantenía el pulso con el país del fish & chips. Real Madrid, Barcelona, Bayern, Juventus o PSG, este último invitado de lujo merced a los petrodólares cataríes, coleccionaban cromos al mismo ritmo. La tendencia fue virando en los últimos años, con el ejemplo perfecto del Madrid que dominaba la Champions a su antojo: en una época de semejante bonanza, llevó el foco hacia los jóvenes, consciente de que en adelantarse en el tiro iban buena parte de sus opciones de hacerse con las estrellas del mañana. Ahora, tras caer en octavos de la Champions dos cursos seguidos (algo que en condiciones normales motivaría una inversión millonaria), el conjunto blanco se limita a recuperar a Odegaard de la Real Sociedad. El Barça, en una temporada de película de terror, está sudando tinta para conseguirle a Koeman alguna de sus peticiones, más allá de los Pjanic, Trincao y Pedri.

Entretanto el Chelsea, un club deshinchado en los últimos cursos, ya ha completado la ventana de traspasos más ostentosa de su historia tras adjudicarse a Havertz, la mayor promesa alemana (80 millones al Leverkusen); arrebatarle a Werner a otros pretendientes sonados como Liverpool o Barça (53 millones al Leipzig); llevarse a Chilwell, el mejor lateral de la liga más allá de los del campeón (50 millones al Leicester); o conquistar la exquisita zurda de Ziyech (40 millones al Ajax). También se han hecho con dos centrales, Thiago Silva (PSG) y Sarr (Niza), ambos libres.

Havertz, el fichaje más caro de este verano (80 millones), en su debut con el Chelsea

La inversión asusta, 223 millones de euros, y destaca aún más después de la tiritona que trajo consigo el jarro de agua helada del Fair Play Financiero, a punto como estuvo de dejar fuera de las dos próximas ediciones de la Champions al Manchester City. El asunto se quedó en una multa de 10 millones por no colaborar con la justicia tras la intervención del TAS. O lo que es lo mismo, significó la reapertura de la vía libre por la que desde hace tiempo circula el fútbol inglés, capaz de gastar 30 millones de euros en llevarse al delantero del Valencia a un recién ascendido, sucedió con Rodrigo camino del Leeds.

Lucha desigual

Asumida ya la posición rezagada con respecto al torneo de referencia, la guerra del resto de clubes europeos pasa ahora por no perder la estela de sus homólogos en la Premier. Por el momento, la lucha parece lejos de alcanzar las tablas. Basta con estudiar el caso del Tottenham, sexto clasificado en la última campaña. En España, estaríamos hablando de la Real Sociedad. Pues bien, el equipo entrenado por Mourinho se ha permitido el lujo de incorporar, a falta de oficialidad, a una de las fichas más altas de todo un Real Madrid, caso de Gareth Bale, y al lateral izquierdo del campeón de la Europa League, Reguilón, imposible para el Sevilla retener al madridista. Todo ello con un buen puñado de euros gastados ya en fichajes de conjuntos ingleses como Doherty o Hojbjerg, 33 millones ambos. Entretanto, la Real no se ha gastado un céntimo, pues David Silva, el reemplazo de Odegaard, llegó tras terminar contrato.

Uno de los movimientos más llamativos de este mercado es el que orquestó el Wolverhampton, el club en el que Jorge Mendes lleva tiempo disfrazado de tramoyista. Fabio Silva, un delantero de 18 años y condiciones sobresalientes pero sin apenas recorrido en el fútbol profesional, firmó por el séptimo clasificado de la Premier. En el Granada, el que sería su par español acorde a la clasificación pasada, no hay mayor dispendio que los cinco millones que costó sacar a Luis Milla del Tenerife. Aunque quizá el ejemplo que mejor clarifique el efecto de este fenómeno en nuestro fútbol aparezca si se le da la vuelta al tablero: el fichaje más caro registrado hasta la fecha en la Liga es Estupiñán, nuevo jugador del Villarreal, quinto, a cambio de los 16 millones que recibe el Watford, penúltimo.

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