Selección

España y la angustia como modo de vida

La selección, con múltiples bajas, juega en Atenas la primera final para lograr el billete directo al Mundial

Esta funcionalidad es sólo para registrados

España, todavía por definir, vive enfrascada en un viaje al límite, la angustia como modo de vida. Las fases de clasificación ya no son un paseo como antes, no se gana a casi nadie con claridad y tan pronto se ilusiona al personal con una Eurocopa más que digna o con una Liga de las Naciones notable como se asusta con derrotas como la de septiembre en Suecia, la culpable de que esta selección tenga ahora una semana de alta tensión con final imprevisible. Para empezar, España tiene que ganar hoy a Grecia, que no es esa Grecia de siempre que atemorizaba por el mero hecho de visitar cualquiera de sus volcánicos estadios, y el domingo hacer lo propio ante la mencionada Suecia, solo así se asegura el billete directo al Mundial de 2022. De lo contrario, drama, y drama muy serio, pues la repesca para llegar a Catar está repleta de trampas con dos encuentros que pueden ser a domicilio y ante enemigos de entidad. Hay algo de vértigo y el propio Luis Enrique admite que esta vez sí, que esta vez sí siente la presión, palpable en su comparecencia desde Atenas por muy buenas palabras de confianza que tenga para sus chicos y por mucho que ayer tratase de darle la vuelta a la tortilla para cerrar un melón que abrió él mismo. En cierto modo, también está en juego su futuro porque si España no va al Mundial, algo que desde la Federación no se quiere ni hablar, habrá lío de los gordos, pero de momento, de su contrato, que finaliza cuanto termine esa Copa del Mundo, no hay novedades ni tampoco sobre una posible renovación.

«Yo soy muy ‘happy’, soy optimista», vaciló en la última respuesta de una rueda de prensa en donde se hartó a la tercera que le hablaron de la dichosa presión. «Os veo un pelín preocupados por la presión, ¿qué os pasa? Bendita presión, qué maravilla de presión. Darnos toda la presión del mundo. Este equipo, además, siempre ha demostrado que con presión rinde. Por favor, ¡sin presión no seríamos la selección española!». Antes quiso corregirse ensalzando todo lo bueno que ha visto durante la semana y presumió de gestionar con bravura las situaciones críticas, menudo es a la hora de sacar pecho. «Luis Enrique nació con presión. Nació el 8 de mayo de 1970 en Gijón, paraíso del mundo mundial. Llevo desde los 18 o 19 años aguantando la presión y me siento a gusto, me va la marcha, me va el ritmo. Fui muy sincero, pero viendo cómo entrena mi equipo…».

En esa tendencia a justificar que el fútbol ya está muy igualado y que cualquiera te puede hacer un destrozo, España encuentra un argumento para explicar cómo se torció una sencilla fase de clasificación desde el inicio al empatar en casa precisamente con Grecia, un equipo del segundo o tercer escalafón que sacó un punto milagroso en Granada por la falta de acierto de esta España sin mordiente. Llegó la derrota en Estocolmo y ahí ya se jugó sin red, transitando el combinado nacional por la cornisa en una tendencia que se repite. Desde que se patinó en los dos primeros encuentros de la Eurocopa (empate ante Suecia, otro empate ante Polonia) , todos los compromisos han sido a cara o cruz con la tensión disparada, más o menos bien resueltos en su mayoría: Eslovaquia, Croacia, Suiza e Italia en la Euro, Suecia, Georgia y Kosovo en las ventanas de septiembre, Italia y Francia en la Liga de las Naciones y ahora este inquietante doble compromiso.

Tiene motivos Luis Enrique para presumir de la competitividad de sus muchachos, fuera de toda duda porque otra cosa no, pero pelear siempre pelean. El problema está en la fiabilidad de un equipo que ha ido dando bandazos, todavía a medio hacer y sin referentes porque el entrenador ha ido limpiando la caseta de egos para que sea el suyo el que se imponga entre tanto jovenzuelo. Habla de la fuerza del grupo, repetido el mantra por todos los internacionales cada vez que se les da voz, pero el grupo es Luis Enrique y lo que él diga, innegable su capacidad de persuasión y su intervencionismo en todo. Habrá que reconocerle también la virtud de exprimir al máximo a una serie de jugadores que no están entre los mejores del mundo, así son las cosas ahora mismo en España.

Más lesiones que nunca

Para la ocasión, el asturiano, por mucho que hable de 40 o 50 nombres de categoría y con opciones de ser citados para la absoluta, se las ha visto tiesas para confeccionar una lista porque la plaga de lesiones es asombrosa (Ferran, Gerard Moreno, Oyarzabal, Yeremy Pino, Marcos Llorente, Ansu Fati, Eric García, Pedri. ..). Van cayendo jugadores como moscas y nada tiene que ver la idea inicial con la expedición que el martes por la tarde viajó a Atenas. Brahim y RdT, Raúl de Tomás para los que no están puestos, son las caras nuevas en esta concentración.

Entre tanta baja, y con Luis Enrique de por medio, cuesta aventurarse a acertar el equipo con el que saldrá al Olímpico de Atenas, pero el verdadero problema, tampoco es nuevo, es adivinar quién hace los goles. Sin la referencia de Ferran Torres, cuyos guarismos de rojo son impresionantes, España pierde instinto y poder de intimidación, y eso que esta vez sí hay delanteros puros en la plantilla. Está Morata, que nunca se sabe por dónde va a salir, regresa Rodrigo Moreno porque dice Luis Enrique que lo está haciendo muy bien con el Leeds (dos tantos) y se presenta RdT, máximo realizador nacional con sus siete tantos con el Espanyol.

En una fresca tarde otoñal, con cientos de gatos merendando en los aledaños del Spyros Louis, solo Mikel Merino se quedó sin trabajar con el grupo. Desde la distancia que impone el tartán olímpico de la pista de atletismo, y en unas gradas con monitores antiquísimos y sucios para la prensa, se escucharon risas en el rondo y Luis Enrique se divertía viendo a los chicos, esa es la mejor terapia sin eludir la responsabilidad que conlleva la velada. «España tiene que estar obligada a ganar cada partido, que es lo que tiene que hacer. Hay que ganar con nuestras armas y esa es nuestra obligación, no ha habido ni un solo partido sin la presión de ganar».

Nunca se ha caído en Grecia, queda ese consuelo estadístico que sirve de muy poco para alimentar el optimismo, y la capacidad histórica de España de escapar del precipicio, si bien alguna vez se ha caído. No se pierde un Mundial desde 1974 , Alemania, un dato del que presumir, pero nadie está por la labor de pensar en ello. Con la angustia convive este equipo y más o menos lo ha hecho bien, en eso tiene razón Luis Enrique, pero se tiene que ver en una incómoda visita a Grecia, que tampoco es que ande muy sobrada ya que no cuenta con su capitán, Anastasios Bakasetas, ni con Pantelis Hatzidiakos, que, dicen, viene a ser el mejor de sus centrales.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación