Fútbol
Eriksen quiere volver al fútbol: ¿se juega la vida?
El corazón se le paró en la Eurocopa y el danés, con un desfibrilador implantado en su cuerpo, quiere regresar al fútbol en este mercado de invierno
Christian Eriksen estuvo muerto durante cinco minutos por parada cardiaca y fibrilación ventricular en el primer partido del grupo B de la última Eurocopa. Pasadas las nueve de la noche del 12 de junio, el fútbol se quedó mudo ante la perspectiva de otro caso de muerte súbita en un estadio como los de Antonio Puerta, Miklos Feher o Marc-Vivian Foe. Los gestos de pavor de los compañeros, la barrera humana que formaron en torno al cuerpo y las lonas que taparon la secuencia se mezclaron con el horror de un fallecimiento público y en directo. A Eriksen lo salvaron entre Simon Kjaer, quien evitó que se atragantase con la lengua, y el médico de la selección Morten Boessen, quien le practicó el masaje cardiaco que le devolvió a la vida. Han pasado siete meses. Al jugador se le implantó un desfibrilador cardioversor implantable (ICD) que además de descargas eléctricas para suprimir una fibrilación ventricular (causa principal de las paradas cardiacas) también hace una función similar a un marcapasos. Y con su último club, el Inter, llegó a la rescisión de contrato porque en Italia no se admiten estos dispositivos para jugar al fútbol. Pero Eriksen no ha arriado la bandera. Quiere volver. Busca equipo, cuenta su historia en la TV, dice que no hay razón para apartarse ni amilanarse... Y la pregunta surge inevitable: ¿está poniendo en riesgo su vida?
Dos hijos
Eriksen tiene 29 años, dos hijos y un pasado de estrella que le ha permitido ganar más dinero que cualquier mortal de su edad. ¿Qué le mueve al regreso con un suceso cardíaco a su espalda? «Es el amor por el juego. ¿Puedo verme sin fútbol cuando los médicos dicen que estoy bien? No hay nada que me diga que no puedo hacerlo », reflexiona el centrocampista en una entrevista que se emitió este jueves en el canal DR Sport, de Dinamarca.
Los especialistas del deporte no siempre coinciden cuando del corazón se trata. Hace casi tres lustros, al triatleta gallego Javier Gómez Noya le diagnosticaron una enfermedad coronaria , una valvulopatía aórtica congénita. El Consejo Superior de Deportes (CSD) le recomendó no competir, perdió su licencia y él dudó sobre este pronóstico. Apoyado en la evaluación de otro especialista, Steve McKenna, practicó triatlón por su cuenta y riesgo, bajo su responsabilidad, y ha alcanzado la cima. Campeón mundial, subcampeón olímpico, campeón europeo y mucho más en una trayectoria de casi veinte años.
El corazón es un músculo traicionero, que no avisa. Íker Casillas se retiró del fútbol después de un infarto en Oporto. Hace menos de un mes el Kun Agüero cerró la persiana por una arritmia cardiaca que le sobrevino en un partido contra el Alavés. Mucho más atrás, Dani Jarque murió en una habitación de hotel en Italia mientras hablaba por teléfono con su novia.
Christian Eriksen dice sentirse respaldado por la ciencia. «No ha sucedido nada desde entonces y mi corazón ha sido analizado de todas las formas posibles. Los médicos dicen que está bien. Todo está estable, por lo que siento que tengo luz verde para volver a jugar».
El doctor José Calabuig cuidó y cuida en la actualidad del corazón de Miguel Induráin y de otros muchos deportistas durante años. Es director del servicio de cardiología Intervencionista de la Clínica Universidad de Navarra. «Quiero imaginar que le habrán hecho muchas pruebas y entre ellas le habrán hecho un estudio electrofisiológico, que consiste en analizar y provocar la existencia de arritmias. Además si no hay una obstrucción coronaria, el desfibrilador que le han colocado le salvaría la vida si tuviera una fibrilación ventricular. La colocación del desfibrilador es de obligado cumplimiento, es decir es una indicación clínica clase 1A, como prevención secundaria», comenta a ABC.
En el Ajax juega el defensa neerlandés Daley Blind con un desfibrilador cardioversor implantable subcutáneo . Le colocaron un IDC por una inflamación de su corazón que le provocaba desmayos y mareos. Este verano se ha demostrado que el asunto tiene sus riesgos: el pasado martes 24 de agosto, el dispositivo se apagó durante un amistoso con el Hertha y el futbolista cayó desvanecido al suelo.
Riesgo de descargas
«No sabemos qué le encontraron a Eriksen en los estudios que le realizaron, pero desde mi punto de vista como cardiólogo no hay necesidad de desarrollar un deporte profesional cuando llevas un desfibrilador, aunque no exista el riesgo de muerte por llevar este dispositivo que le salvaría la vida», razona Calabuig.
El especialista observa, sin embargo, otra variable en este caso. «Los desfibriladores a veces dan descargas cuando no hay una arritmia maligna. Lanzan descargas eléctricas inadecuadas… Si el corazón se pone a latir con rapidez, que es lo que les pasa a los futbolistas durante el partido, el desfibrilador no detecta bien qué no es una arritmia maligna y qué es un ritmo normal. Sería como poner las palas de reanimación en el pecho a una persona que no está en parada cardiaca y sentiría un latigazo eléctrico en el pecho, que incluso puede provocar una parada…».
Eriksen no percibe estos riesgos, según cuenta en la entrevista. «No tengo miedo para nada. Al principio fui cauteloso acerca de cuánto podía exigir a mi corazón, pero siento que me han limpiado, me han examinado y me han llevado de la mano tanto cómo ha sido posible. No, no tengo miedo de que me vuelva a suceder».
Según su agente, Martin Shoots, cuatro equipos se han interesado por el jugador, con especial intensidad el Mónaco . El danés se entrena con el Odense, el club en el que se formó, con la esperanza de dejar atrás el episodio de la Eurocopa. «Estoy aquí, feliz. Puedo jugar con mis hijos. Y mi objetivo es el Mundial de Qatar. Es la mentalidad que ha existido desde el principio».
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