Fútbol

Como en casa, en ningún sitio

La vuelta de Rossi al Villarreal es el último ejemplo de jugadores que regresan a los brazos del club donde un día se hicieron un nombre con la esperanza de recuperarlo

Senna, Rossi y Cazorla se abrazan en un partido de Europa League ante el Dinamo de Zagreb en 2010 AFP

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No entiende el fútbol de ciencias exactas. Por más que a los aficionados les cautive la idea de jugar a hacer sumas y restas, pocas disciplinas hay donde menos predecible resulta sumar uno más uno. Se ve en el campo –meter un delantero más no es sinónimo de estar más cerca de marcar un gol– y también en los despachos. De poco sirve lanzarse a contratar al último gran cromo del mercado , porque nada garantiza que su valor sea el mismo en un nuevo álbum que allí donde logró un hueco en la primera página.

El caso de Giuseppe Rossi es un ejemplo palmario del frío que, por una cosa o por otra, se puede pasar fuera de lo que en algún momento se concebió como un hogar. No donde se tiene de forma física, sino donde se siente como tal. El pequeño delantero, italiano aunque nació en un pequeño municipio de Nueva Jersey –lo cual unas líneas más abajo puede resultar de ayuda para entender su caso–, figura ocho años después de su último partido con el Villarreal como máximo goleador del club , con 82 dianas. Dos graves lesiones de rodilla consecutivas lo frenaron de sopetón. Después de año y medio sin jugar, se fue a la Fiorentina, confiando en que un cambio de aires lo seria también de suerte. El Villarreal recibió diez millones de euros, tantos como invirtió en 2007 en un chaval de 20 años sin sitio en el Manchester United de Ferguson, por un jugador que llevaba un año y medio sin tocar un balón.

Nada más lejos de la realidad. Su periplo lejos del Madrigal, ahora Estadio de la Cerámica, incluyó otras tres roturas de ligamento cruzado (cinco en total) y estancias fallidas en Fiorentina –el único equipo donde pareció que podía volver a ser el mismo, 16 goles en los 21 primeros partidos de Serie A 2013-2014, pero volvió a caer–, Levante, Celta y Genoa.

«Más que un club, esto es una familia. Aquí está respaldado por todos lados, tanto en lo deportivo como en lo institucional», apunta al otro lado del teléfono Marcos Senna, responsable de relaciones institucionales del Villarreal. El exmediocentro compartió vestuario con Rossi en su primera etapa en el club y lo conoce «como a un hermano», compañero habitual de habitación en las concentraciones y rival con la Playstation. «Vino de Manchester y nadie le conocía. Aquí se hizo un nombre», dice. Su caso se parece sospechosamente al de Santi Cazorla , otro que se ganó un contrato con el Arsenal en el Villarreal y que, once operaciones después, volvió para encontrarse. «Santi es nuestro, es familia», celebra Senna.

Visto el éxito con el asturiano, de vuelta también en la selección española, es obligado preguntar por qué hay de especial en este pueblo de unos 50.000 habitantes a un paso del Mediterráneo. Para empezar, parece que precisamente eso: que «más que una ciudad, es un pueblo». Y después, lo evidente. «El jugador viene porque aquí pagan bien. Pero luego es que es un club muy serio. También está cerca de la playa. Benicasim es un regalo para vivir. Te dan todo para sentirte a gusto. Es distinto a una institución más grande, donde eres uno más. Aquí eres un hijo », dice el campeón de la Eurocopa de 2008.

Pero la cosa no se queda en Villarreal. Sólo en España hay unos cuantos. En el Norte, Iago Aspas no soportó otro frío que no fuera el de Vigo, y mira que se fue a probar suerte al Liverpool. De ahí saltó al Sevilla, más de lo mismo, o sea, nada. De vuelta en el Celta, se confirmó como lo que apuntaba a ser: uno de los mejores jugadores de la Liga. También se bañaba en aguas frías, aunque éste en las del Cantábrico, Illarramendi . El pivote se mudó a la capital previo pago de los 40 millones de euros de su cláusula por un Real Madrid que sondeaba el panorama en busca del relevo de Xabi Alonso. Nunca cuajó, y dos temporadas después enmendó su error volviendo a San Sebastián. Joaquín , que brilló en el Valencia y el Málaga pero no terminó de asentarse en la Fiorentina, obligado a jugar de carrilero con Montella, vive ahora un regreso a sus tiempos mozos en el Betis, 38 años mediante. Y Sergio García , que había pasado de puntillas por el fútbol español antes de llegar al Espanyol, abortó rápidamente su exilio en el Al Rayyan qatarí para vestir otra vez de blanquiazul. Götze con el Bayern, Sahin con el Borussia Dortmund o Bonucci con la Juventus, recuperasen su nivel o no, son sólo algunos ejemplos más de la importancia de tener un hogar al que volver. Ya se sabe que como en casa, en ningún sitio.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación