Barcelona-Bayern

Fin de ciclo: del 2-6 del Bernabéu al 2-8 de Lisboa

Once años después de la goleada en Chamartín, el Barça asume que ha tocado fondo y demanda una remodelación profunda

Kimmich celebra el 2-5 EFE

El viaje, no exento de alguna que otra dificultad, ha durado once años y se puede decir que ha sido estupendo. Del 2 de mayo de 2009 al 14 de agosto de 2020 , el Barcelona se ganó, por méritos propios, el respeto de todo el planeta, pero ayer ensució su reputación con una noche penosa, una noche que dolerá durante un buen trecho y que exige, esta vez sí, una reconstrucción de arriba a abajo. Del glorioso 2-6 del Bernabéu, que se recuerda como el punto de partida de una era irrepetible, al 2-8 de Lisboa , punto y final del gran Barça, el Barça que jugó mejor que nadie y que terminó devorado por su propia negligencia.

En aquella primavera madrileña, con el título de Liga sobre el tapete de Chamartín, el Barcelona de Guardiola consumó su gran obra de arte. La inercia era buenísima, apuesta ganadora la de Joan Laporta cuando le entregó a su amigo Guardiola la nave del equipo después de que la autocomplacencia de Rijkaard y Ronaldinho estallara del todo, y a partir de ahí se contabilizaron títulos como churros. No era tanto el palmarés, que también, eran las formas, incuestionable el estilo de un Barcelona celestial que enamoró con su juego y que rescató la esencia del cruyffismo. Solo Jose Mourinho, en aquellos cursos de pasión y fuego en el Madrid, fue capaz de encontrar un antídoto a ese conjunto, que conquistó Europa en dos ocasiones y marcó un antes y un después.

Se fue Guardiola, pero el Barça siempre quiso ser el Barça, que viene a ser todo lo contrario de lo que es ahora. Tito Vilanova continuó la obra antes de su muerte y hubo nubarrones en el año de Gerardo «Tata» Martino , pero con Luis Enrique se rescató el valor del triunfo. Puede que fuera un fútbol menos vistoso, pero aquel Barça seguía apostando por el clásico 4-3-3 (Messi, Neymar y Suárez en plenitud) y firmó su segundo triplete en 2015.

Y Valverde iba líder...

En 2017 llegó Ernesto Valverde y empezó ahí a palparse un evidente desgaste en una plantilla que iba acumulando kilómetros sin que la planificación deportiva fuera la mejor. Se siguió ganando, pero las formas importan mucho en el Camp Nou, así que al técnico le dieron puerta a mitad de curso cuando paradójicamente iba líder. Después de varios plantones como el de Xavi Hernández o el de Ronald Koeman, se buscó en el campo a Quique Setién y este dejó tiradas a sus vacas para cumplir el sueño de su vida. «Nos vamos a divertir», prometió. Desde luego, sus enemigos deportivos lo hicieron con noches como la de ayer.

Setién ha resultado ser un fraude en estos seis meses, nada que ver con lo que vaticinó. Con cierto oportunismo, rescató la figura de Cruyff y aseguró llevar el sello de esa escuela, pero no se ha visto nada de eso, algo timorato en sus decisiones y más pendiente de contentar al personal que de hacerse caso a sí mismo. La pifió en la Liga del coronavirus cuando estaba en una posición de privilegio y en Europa ha quedado retratado para siempre, pues se le recordará eternamente como el entrenador del 2-8 . No es como para estar muy contento.

Hay resultados que dejan huella, una cicatriz irreversible. En 4.440 partidos oficiales en la historia del Barcelona, solo en seis ocasiones concedió ocho goles o más. La última vez fue en 1946 (8-0 contra el Sevilla en Copa), siendo en aquellos tiempos más comunes los tanteos tan abultados. Hoy en día, ocho goles en contra suena a broma .

Se acabó, pues, lo que se daba, agotado el crédito de una plantilla que debe ser revisada desde el primero hasta el último. Piqué , que entre sus tonterías y vaciles también tiene sentido común para hablar del club de sus amores, pide cambios con razón, y hace bien en ponerse el primero en la lista si es necesario. Él regaló la imagen más icónica de ese 2-6 en el Bernabéu con aquel gol a Casillas y él es quien resumió perfectamente lo que duele este 2-8. Ahora sí se ha tocado fondo, repite, y apunta bien arriba porque los jugadores no casan con los que gobiernan. Los próximos días, más movimientos, imposible que no haya decisiones drásticas después de este 14 de agosto para olvidar.

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