El Olympique de Lyon, campeón de la Champions League

La mala relación del Barça con la realidad

Las francesas eran más duras, más fuertes, tal vez menos finals en el toque, pero desde luego mucho más contundentes (1-3)

Masiva manifestación contra Peter Lim

El Olympique, campeón de la Liga de Campeones EFE
Salvador Sostres

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Dos grandes complejos habían centrado la semana deportiva en los medios de comunicación catalanes. El primero fue la pregunta que muchos hicieron a su audiencia sobre si preferían que el Madrid ganara la Champions o fichara a Mbappé . Hay que estar mal, y desorientado, para que éste acabe siendo tu debate. El segundo fue impostar el entusiasmo alrededor del partido de Turín hasta el punto de hablar de la «final de la Champions» como si fuera la de verdad. Entre el asedio de la corrección política y la mala relación que últimamente el Barça tiene con la realidad, la jornada de ayer se presentaba como un gigantesco simulacro para la Cataluña quejica y del agravio. Se lleva la Champions el Olympique tras una gran actuación (3-1).

La estrella del Barça, Alexia Putellas , le había dicho hacía un mes a Manu Carreño: «Cuando llegue a una entrevista y me hablen sólo de fútbol, lo habremos conseguido», pero lo cierto es que los lemas de apoyo del propio Camp Nou siempre refieren al género. «More than empowerment» (más que empoderamiento) fue el último que pudimos leer, y en mosaico, en la grada. La afirmación genérica resultó en todo su esplendor pero la relación con realidad del Barça fue con su sección femenina tan dura como con el primer equipo, y las chicas del Olympique salieron como leonas , a comerse la final, y Henry de un disparo impresionante adelantó a su equipo. A las jugadoras del Barcelona les costaba entrar en el partido, no conseguían fluidez con el balón: pensaban y ejecutaban con lentitud, es decir, con torpeza, y se las notaba como incómodas. Estas chicas, que son de toque fino y estiloso, necesitan, para ganar, que el balón corra, que vuele, y no había manera. Las francesas eran más duras, más fuertes, tal vez menos finas en el toque , pero desde luego mucho más contundentes, sobre todo en el cuerpo a cuerpo, que los ganaban todos. Pero no sólo es que fueran más fuertes: se anticipaban más a todo, presionaban más, tenían más hambre.

No estaba lleno el estadio, pero presentaba una buena entrada. Daba la sensación de que había más «followers» que aficionados en el sentido clásico. En el 23, la realidad tomó cuerpo de un modo que parecía definitivo con el segundo gol de las del Olympique, obra de Hegerberg, de un notable cabezazo picado. La superioridad francesa era absoluta y total: parecía un partido de mujeres contra niñas. Macario lo dejó claro en el 32 marcando el 3 a 0 . Blandengue defensa, inocentona, de las pupilas de Jonatan Giráldez, que quedaron noqueadas, como groguis después del tercero. Son buenas jugadoras -tal vez no tanto como glosa la propaganda buenista- pero ayer se les notó que no están acostumbradas ni a la velocidad ni a la intensidad que sus rivales les exigían. El exceso de euforia de la semana -se había hablado de la rúa que harían por Barcelona, dando por descontada la victoria- tenía dramáticamente que ver con este catalanismo siempre pasado de azúcar que da por ganadas guerras que aún no ha ni disputado. En el 40, Putellas recortó distancias y dio como aire a sus compañeras . Más orgullo que otra cosa. Aparatoso atropello francés. Supongo que en pro del igualitarismo, los locutores de las radios catalanas se quejaban del arbitraje, como hacen cuando juegan los hombres. Volvieron los gritos de independencia en el 17:14, cuando ya los creíamos definitivamente descartados: más folklore, como si hubiéramos tenido poco. Tras el descanso, Oshoala -muy bien, muy dura, parecía de los otros-, Martens y Cronogrcevic sustituyeron a Jenni Hermoso, Mariona y Torrejón.

La superioridad del Olympique continuó como en el primer tiempo, aunque Patri estrelló en el larguero un bombeado disparo desde el medio campo. Los cambios no aportaron nada. Es cierto que las fortalezas francesas empezaron a debilitarse, a defenderse, a mirar el cronómetro pero las jugadoras del Barça no encontraron la luz en ataque . Ni ninguna otra luz, para qué vamos a engañarnos. Otra toma de contacto del Barça -y de Cataluña- con la realidad. Otra decepción, otra impotencia, otra celebración de una pieza no cazada que se acabó zampando al cazador.

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