Bundesliga

La décima del Bayern, un campeón aburrido de cerveza

El conjunto bávaro logra su Bundesliga número 31, las diez últimas de manera consecutiva

Rubén Cañizares

El Bayern de Múnich, campeón de la Bundesliga. Lo leen a finales de abril, pero en otras ocasiones lo han hecho a principios de este mes o incluso en marzo. No les estamos contando una exclusiva, sino uno de los actos más cotidianos del fútbol europeo de clubes. Un título rutinario y aburrido propio de ligas menores del Viejo Continente. Entre 1991 y 2004, el Skonto de Riga ganó de manera consecutiva todos los campeonatos letones, algo que también hizo el Lincoln Red entre 2003 y 2016 en Gibraltar. Catorces entorchados locales seguidos que jamás han tenido lugar en ninguna de las grandes ligas de Europa, pero que cada año tiene más cerca el Bayern.

El conjunto bávaro conquistó ayer su Bundesliga número 31 de las 59 que se han disputado desde 1963. De cada diez ligas alemanas, el Bayern gana cinco. De hecho, desde el brillante y eléctrico Borussia Dortmund de Jurgen Klopp, campeón en 2011 y 2012 (y también finalista de la Champions en 2013), la Bundesliga es un coto privado de caza para los muniqueses, que a pesar de sumar cinco entrenadores distintos en esta última década (Guardiola, Ancelotti, Heynckes, Flick y Nagelsmann) no encuentra oponente en el torneo germano.

Un gol de Gnabry y otro de Lewandowski, ambos en la primera mitad, y otro de Musiala en el 84, fueron suficiente para superar al Borussia Dortmund que, a pesar del tanto de Emre Can desde el punto de penalti, se marchó de vacío del Allianz Arena y se quedó sin opciones matemáticas de pelear el campeonato al Bayern en las tres jornadas que restan para el final. Una historia de sobra conocida en los últimos años. Ni siquiera la llegada de Haaland, que seguramente disputó ayer su último clásico germano, ha sido capaz de generar un tú a tú entre los dos equipos más potentes de Alemania. Temporada tras temporada, el Bayern gana por aplastamiento y, a ello, contribuye su certero proyecto desde la dirección deportiva como el poderío económico para comprar los mejores jugadores de su principal enemigo, hecho que desactiva por completo cualquier atisbo de competencia en la Bundesliga.

Bañado en cerveza, primero por Goretzka y luego por Sabitzer, Nagelsmann celebró con alegría su primera liga alemana, cómo no podía ser de otra manera, pero su primera temporada en el conjunto bávaro deja una sombra que no desaparecerán fácilmente. Como le ocurre al PSG en Francia, los dirigentes del Bayern ya miden a sus entrenadores por su rendimiento en Europa. Es el costoso precio de dominar con puño de hierro la Bundesliga. Ganar esta y la copa alemana es el mínimo exigible a un club que duplica en presupuesto e ingresos a sus principales rivales. La inesperada eliminación en cuartos de Champions ante elVillarreal dejó arañazos que, de cara a la próxima temporada, pueden pasarle factura al joven técnico germano. De momento, cumple el expediente

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