Copa Libertadores

Buenos Aires se tiñe de rojo y blanco en honor al campeón

La afición de River Plate celebra el título en una ciudad blindada por la Policía

En Buenos Aires se vivió la final con emoción y tranquilidad Reuters

Sergi Font

Medio Buenos Aires se levantó con el gol de Benedetto y la expulsión de Barrios mientras que la otra mitad de la ciudad bonaerense hizo lo propio para reclamar penalti sobre Pratto y celebrar el posterior gol del jugador de River. Aunque la auténtica y definitiva explosión de júbilo llegó con el gol de Quintero en la prórroga. La ciudad porteña andaba dividida durante la disputa del superclásico. En lo único en lo que estaban de acuerdo era en que les habían robado la final, que por vez primera se disputaba fuera de Suramérica por culpa de unos lamentables incidentes entre ambas aficiones. Pero la mayoría lo vivió como si estuvieran en la Bombonera o en el Monumental y en cuanto el árbitro pitó el final del disputado encuentro tiñeron las calles de color rojiblanco, en honor al campeón, mientras que la afición de Boca se encerró en casa intentando amortiguar los ecos de la mayor y peor derrota de su historia.

El objetivo del Gobierno porteño estaba claro, evitar los incidentes que se produjeron el pasado 24 de noviembre en las cercanías del Monumental y que derivaron en la exportación de la gran final. Mientras el balón echaba a rodar a 10.039 kilómetros de distancia, la obsesión de Diego Santilli, máximo responsable de la seguridad de Buenos Aires, era que el centro de atención no saliera de Madrid y que la capital de Argentina pasara desapercibida durante una noche para el mundo entero. Y no escatimó en recursos.

River toma Buenos Aires

Un globo aerostático de vigilancia sobrevolaba la confluencia de las dos avenidas más importantes de la ciudad bonaerense: el 9 de julio y Corrientes. Allí se eleva el Obelisco, que viene a ser lo que Cibeles es para el Madrid, Neptuno para el Atlético o Canaletas para el Barcelona. Con la única diferencia que el monumento erigido con motivo del cuarto centenario de la llamada primera fundación de la ciudad por Pedro de Mendoza es compartido por los dos clubes más importantes del Barrio de la Boca. Por este motivo en las horas previas al superclásico era como una zona para hinchas compartida por Boca y River, rodeada por cámaras de seguridad, con la infantería a punto y la Policía Federal preparada por si debía intervenir. Un dispositivo especial sin precedentes en un acontecimiento deportivo.

«Queremos que los que lo festejen puedan hacerlo con tranquilidad, en paz y en familia», propugnaba Santilli poco antes de que Leonardo Ponzio levantara la copa que premiaba a River Plate como campeón de la Copa Libertadores y que se acababa de convertir en rival del Real Madrid en el Mundial de Clubes , que se disputa entre el 12 y 22 de diciembre en los Emiratos Árabes Unidos.

Miles de aficionados vivieron en el Barrio de San Nicolás lo que «The Observer» calificó como uno de los 50 espectáculos que hay que ver antes de morir , y que «The Sun» bautizó como «la experiencia deportiva más intensa del mundo», el superclásico. Pero lo hicieron a través de la pantalla, lejos del calor y el ambiente que se puede vivir en un estadio argentino, lo que no descafeinó el choque por la intensidad como se vivió y el premio que había en juego.

La prensa argentina realizó una gran cobertura de la final disputada en Madrid aunque le concedió escaso espacio en sus versiones digitales a cómo se vivió en casa, aunque posteriormente cubrieron ampliamente la celebración en el Obelisco por parte de la afición de River, flamante campeón.

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