Schumacher, otra dinastía para la Fórmula 1

Fuente inagotable de historias, andanzas y efemérides, la Fórmula 1 describe a partir de hoy otra fábula de familia convertida en saga. Michael Schumacher, el máximo campeón de la categoría con sus siete títulos al que acaba de alcanzar Hamilton, deja descendencia en la parrilla. Su hijo Mick, con quien jugueteaba al volante de un Ferrari hace casi dos décadas, asciende al primer peldaño del escalafón en el automovilismo. Ha sido confirmado como piloto titular por la escudería americana Haas para el curso 2021. Treinta años después del debut de su padre con un Jordan en el Gran Premio de Bélgica y nueve después de su retirada definitiva, Mick Schumacher comparece en el foco de la actualidad para transportar tan célebre apellido a los coches de carreras.

El joven Mick tendrá que lidiar con el peso y la sombra de su padre, quien colgó el casco en Brasil en noviembre de 2012 pilotando un Mercedes y del que nada se sabe desde que en diciembre de 2013 sufrió un pavoroso accidente de esquí en la estación francesa de Meribel, mientras descendía por una pista junto su hijo, ahora piloto de F1. Mick, que entonces tenía catorce años, vivió en directo esa fatalidad de su padre, el drama del golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente, el traslado al hospital de Grenoble y después la rehabilitación médica en la mansión familiar de Gland (Suiza), donde Michael Schumacher sigue viviendo, aunque se desconocen detalles sobre su existencia. Privacidad que sus allegados han guardado con celo y éxito, pues muy poca gente ( Jean Todt, presidente de la FIA ; Ross Brawn, director técnico de la F1, o Felipe Massa, expiloto de Ferrari) tiene noticias de primera mano sobre el estado de salud del siete veces campeón.

Por esa talla gigante de su padre, Mick no siempre fue Schumacher en las categorías inferiores de las carreras de coches. Se protegió de la fama prematura y del estigma de «hijo de» utilizando el apellido de su madre (Betsch ). Así se registró en el karting en 2008, cuando empezó a soñar con este día.

«Ser comparado con mi padre nunca fue un problema –dice ahora el joven germano de 21 años–. Ser comparado con el mejor piloto de la historia es el objetivo que debo alcanzar, y si es mi ídolo y además mi padre , la situación es bien particular».

Las dinastías son muy frecuentes en la Fórmula 1. Graham Hill y Damon Hill, Gilles y Jacques Villeneuve, Keke y Nico Rosberg, Jos y Max Verstappen, Nelson y Nelsinho Piquet, los Fittipaldi ... La descendencia suele acarrear sospechas de favoritismo y trato diferencial, que en el caso de Mick Schumacher tiene que ver con su inclusión en la Academia de Pilotos de Ferrari, la cantera juvenil de la famosa escudería con la que el ahora convaleciente Michael conquistó cinco títulos. Mick empezó en esa división y hoy es el líder, casi campeón de la F2, la segunda división de la F1.

«Ha ganado carreras (dos), ha subido al podio (10 veces) y ha derrotado a talentos excepcionales. Merecía esta oportunidad en la F1», alega el patrón de la escudería Haas, Gunter Steiner. Haas mantiene una relación comercial con Ferrari (le suministra los motores para sus monoplazas) y por ahí también hay que entender el ascenso del retoño Schumacher. En Haas deja su puesto Romain Grosjean, el piloto francés que sufrió el tremendo accidente del pasado domingo en Bahréin, el monoplaza envuelto en llamas y partido en dos.

Mick Schumacher llevará el dorsal 47 como integrante de la F1. Tiene dos motivos. El número 4 es el que usaba cuando era un mozalbete en el karting. Un fetiche. Y el 7 es la cifra de títulos que logró su afamado padre. Un honor.