Fórmula 1

Hamilton-Verstappen, la rivalidad más áspera

La dureza de carácter del holandés y los severos métodos que le inculcó su padre, el expiloto Jos Verstappen, llevan a la F1 a un epílogo con accidentes, insultos y malos modos

Verstappen logra una agónica pole y Sainz sale sexto

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Imposible concebir un futbolista sin mánager o una folclórica sin madre, en la Fórmula 1 funciona el elíseo de los padres. Papás de todo tipo y condición que acompañan cada fin de semana al hijo piloto a cualquier punto del planeta. Progenitores impulsivos o pacientes, ordenados o caóticos, reservados o galácticos, todos tienen un común denominador: el vástago siempre es un figura que conduce por encima de las posibilidades del coche. La historia reciente aporta entregas de personajes únicos, como John Button, José Luis Alonso, Anthony Hamilton, Carlos Sainz, Nelson Piquet, Jaime Alguersuari... Ninguno parece tener el colmillo tan afilado como Jos Verstappen, el padre del líder del Mundial, la persona que inculcó los métodos más severos a su retoño. Tal vez por eso el epílogo de la temporada de Fórmula 1 se haya convertido en el más emocionante y a la vez el más áspero.

La Fórmula 1 ha generado su relato de rivalidades legendarias. Niki Lauda y James Hunt, el metódico y el juerguista; Nigel Mansell y Nelson Piquet, riesgo en el mismo Williams; Ayrton Senna y Alain Prost, el talento puro y el profesor calculador; Mika Hakkinen y Michael Schumacher, ambiciones de los nórdicos; o Alonso y Hamilton, el campeón y el novato en McLaren. Lo de Hamilton con Verstappen es la codicia de dos superclases con un matiz, el inglés ya peina canas en la F1 y a Verstappen le sobra muchas veces la soberbia de la juventud.

Hamilton tiene un padre, Anthony, que fue tan mediático como él. Antiguo trabajador del metro de Londres, emigrante caribeño, habitante de un suburbio en las afueras de la ‘city’, Anthony Hamilton ejerció como padre, mánager, asesor, confesor y acompañante durante años del siete veces campeón de la F1. Llegó un día en que la confianza dio asco y el piloto reclamó distancia a su famoso progenitor. Aquel quería vivir su vida y equivocarse a su manera y durante varias temporadas papá Hamilton desapareció de la Fórmula 1. El tránsito en Mercedes lo ha completado el británico casi en solitario, con sus virtudes y defectos.

Padre expiloto

Jos Verstappen representa otro perfil. Expiloto de Fórmula 1 desde 1994 a 2003, empezó fuerte en la escudería Benetton que dirigía un joven Flavio Briatore con dos podios en el curso de su debut. Pero en vez de progresar, su carrera se desvaneció en equipos medianos o pequeños (Tyrrel, Stewart, Arrows, Minardi). Luce una estimable hoja de servicios con 107 grandes premios, dos podios y 17 puntos. Lo que no consiguió en una década, el campeonato del mundo, lo ha proyectado en su hijo Max.

«Abandonó su carrera para ayudarme. ¿Cuántos padres hacen eso? Le estoy muy agradecido porque sin él yo no estaría aquí», ha recordado la estrella de Red Bull.

Los jóvenes pilotos de Red Bull se someten a una dura instrucción mental en la escuela de Fuschel (Austria). No todos superan ese proceso que se asemeja a una escuela de marines. Verstappen lo hizo y además convivió con los severos métodos de papá Jos. «Mi padre es duro –dice Max–. Un día de 2012 me abandonó en la carretera después de un campeonato de karting... Vino a buscarme 10 minutos después». En otra ocasión le golpeó repetidamente en el casco durante una prueba del Mundial de karting. «¿No puedes pilotar normal? –le dijo el padre–. Nos vamos a casa, voy a recoger todo». Después de eso, el joven Max ganó las clasificatorias, la semifinal y la final. Y un día le sacó del colegio para llevarlo al karting a temperatura bajo cero en Holanda. Max creyó que no podía pilotar y probar los cambios que había hecho su padre en el kart. «Tengo mucho frío», se quejó. «No importa, conduce», recibió por respuesta.

Max Verstappen es hoy una estrella de la F1 que ganó en su debut conRed Bull en Montmeló. Pero su ambición choca a veces con su altanería. Durante la temporada en curso se han sucedido los accidentes con Hamilton (Silverstone, Monza) y en Austin ha aparecido la mala educación confundida con ambición. Esa peineta grosera por un quítame allá la posición.

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