Fórmula 1

Ferrari intuía que su coche era un horror

Desde los ensayos invernales en Montmeló, el monoplaza mostró su falta de velocidad

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El año viene sombrío y casi fundido antes de empezar para Ferrari, la legendaria escudería que siempre ha permanecido en vanguardia. Durante los últimos lustros, ha luchado contra adversarios de todo tipo y jamás ha bajado los brazos, siempre sus coches en la pelea por títulos, victorias o podios. Ferrari nunca descansa. Pero en este curso atípico alineado al coronavirus, la factoría del «cavallino» tiene la cabeza hundida y el ánimo por los suelos: el nacimiento del coche fue un suplicio en los ensayos invernales de Montmeló y su puesta en escena en las dos primeras carreras no ha hecho más que ratificar lo que pensaban los inquilinos de la escudería. El bólido es un horror.

El desánimo cuenta en un deporte tan técnico como la Fórmula 1. El espíritu de equipo fluye cuando los resultados favorecen y se diluye cuando el coche ni tiene velocidad ni genera confianza . Desde febrero saben en Ferrari que el monoplaza de la pandemia es una calamidad, que no hace honor a la trayectoria de décadas de la célebre escudería.

Nada hay peor para un equipo que un coche lastimoso o una pelea entre sus pilotos con final trágico. Juntar ambas fatalidades es como mentar la soga en casa del ahorcado. En el Red Bull Ring se mezclaron. Leclerc se pasó de optimista y en la famosa curva tres, donde todo sucede en Austria, metió el Ferrari 16 por donde no había hueco y tres bólidos sacaban el cuello en fila nada más darse la salida. El monegasco se llevó por delante a su compañero Vettel y al alerón trasero de Ferrari 5. También dañó su propio fondo plano. Los dos Ferrari estaban en la calle antes de la vuelta cinco. Un pequeño drama nacional en Italia.

Leclerc lamentó su ambición. «Estoy decepcionado de mí mismo. Lo siento, pero decir lo siento no es suficiente . Seb no ha fallado hoy. He sido demasiado ansioso por ganar posiciones en la primera vuelta». Vettel, que se retira y ya no tiene aliados en Ferrari, soltó irónico: «Por una vez, los expertos sabios me dan la razón».

A Ferrari le queda ahora apelar al dinero, a su presupuesto sin fondo para paliar una temporada que nace muerta antes de arrancar. En Maranello tratarán de copiar soluciones de los adversarios y levantar un coche potable a toda prisa, más estrés que nunca en un curso muy corto.

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