Vuelta a España

El Tour rompió el matrimonio Nairo-Movistar

El líder de la Vuelta se va al Arkea después de no poder consumar «el sueño amarillo»

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Es el primer descanso de la Vuelta y los ciclistas se rearman en las inmediaciones de Pau. Hay mucho sueño acumulado por el traslado de cuatro horas desde Andorra al sur de Francia, algún resfriado por el temporal que azotó el Principado y una sensacional cata de vinos que procura la DO Cave de Jurançon en Gan. La dirección de la Vuelta se lamenta por el apagón de luz que privó a los espectadores de la imagen del paso por la tierra en Andorra y se felicita por las audiencias de la ronda. El día parece en calma, pero no. Llegan las noticias. Nairo Quintana confirma que deja el Movistar cinco minutos antes de que su nuevo equipo, el francés Arkea Samsic, anuncie su fichaje. También el Ineos pesca en Movistar : el ganador del Giro, Richard Carapaz, emigra al equipo de Froome.

Nairo Quintana habla muy bajo y de fondo, en la rueda de prensa que ofrece junto a Valverde, se escucha más potente el traqueteo de los teclados que su voz. Pero hay mensaje en lo que cuenta. En una respuesta de un minuto y medio desgrana los ocho años de convivencia con el grupo de Eusebio Unzué. «¿Un matrimonio feliz? Pues ha habido de todo », se sincera.

Nairo llegó al Movistar hace ocho temporadas después de que Vicente Belda, uno de los apartados del ciclismo por la operación Puerto, recomendase su contratación a Unzué. Quintana provenía de Tunja, la localidad colombiana a 2.825 metros de altitud donde Induráin ganó el oro en el Mundial contrarreloj de 1995 con Olano plata a su estela.

«He pasado momentos muy felices en el equipo –dijo ayer–, y estoy muy agradecido a todos los que han formado parte durante este tiempo. Corredores, excorredores, masajistas, exmasajistas, médicos, oficinas. Pero ya se ha cumplido un ciclo y hay que romper con este matrimonio».

Nairo Quintana desembarcó a lo grande en el Movistar, como todos los colombianos que aterrizan pletóricos y jóvenes en Europa. Llegan hechos, con poco margen de mejora, como él, como Egan Bernal o Supermán López. Criados en la altitud, en la captura natural de glóbulos rojos. Con 23 años corrió su primer Tour y causó impacto, segundo detrás de Froome.

Le acompañaba una biografía breve y plebeya: niño pobre, padre inválido , familia numerosa, una huerta como punto de abastecimiento y un chaval que subía cada día el mismo puerto para ir al cole en bicicleta.

Las expectativas de Nairo crecieron en el Movistar. Ganó el Giro (2014) y se aireó un lema que finalmente ha sido más dañino que beneficioso para él, el sueño amarillo . Con la presión de ganar el Tour, el colombiano fue menguando hasta minimizar su talla con la fama de ciclista conservador y timorato. Nunca pudo con el Sky de Froome (2º y 3º en el Tour), aunque se desquitó con la Vuelta (2016).

Pero dejó de ser el niño bonito del Movistar, que tenía a Valverde y que fichó a Landa. La buena convivencia, según dicen en la Vuelta, ha saltado por los aires. Quintana y Movistar se dejan. El colombiano se va al Arkea con un sueldo potente (2,5 millones) y resquemor en la despedida, así se desprende de sus primeras palabras con ciclista del conjunto francés. «Estaba buscando un equipo en el que fuera feliz».

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