Tour de FranciaCuidado con Bardet

Crece como candidato en un recorrido hecho para él y aspira a romper la sequía de Francia, que no gana el Tour desde 1985

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«Ufff. Me he quitado un peso de encima al ganar la etapa. Ahora puedo concentrarme en luchar por el Tour», declaró al bajar del podio. Cuidado con Romain Bardet, es un ciclista sin miedo. Y está convencido de que su destino es ganar el Tour. En 2011 era el alumno más destacado del Chámbery Clyclisme Formation, el club donde madura la cantera del equipo AG2R. Allí se entrena por la mañana y se estudia por la tarde, gracias a un acuerdo con la univeridad de Chámbery. A los ciclistas les dan facilidades con el horario. Bardet renunció a ellas. Ese año acabó sus estudios de dererecho y ganó una etapa de montaña del Tour del Porvenir. No había duda.

Aquel joven tan flaco que parece pedalear de perfil iba a ser profesional. El Ag2R le hizo hueco en 2012. Acertó. En una de sus primeras carreras, la clásica Amstel Gold Race, se fugó desde la salida. Y, tras 200 kilómetros de escapada, cuando le atraparon trabajó para su líder, que entonces era Nocentini. Aquel destello generó un murmullo de admiración. Es el sonido que provoca un descubrimiento. Lo que pocos sabían era que Bardet estaba fabricado de serie para el Tour.

«No sé si lo ganaré; lo que sé es que lo intentaré», jura ahora, tercero en la general a 25 segundos de Aru. Bardet no conoce ni el Giro ni la Vuelta -este año debutará-. Ha vivido para el Tour. Debutó en 2013 y terminó en el puesto 15 tras cometer una error de novato. Paró a mear justo cuando en una etapa se desplegaban los abanicos. Lección aprendida. Siempre ha sido un estudiante aplicado. En 2014 acabó sexto. Y noveno en 2015, cuando fue el más combativo. El año pasado terminó segundo tras Froome. Con sólo 26 años es un experto en la Grande Boucle. Leyó de chaval las historias de Merckx y admiró luego a locos valientes como Chiappucci. Espíritu guerrero. Pero sabe cómo es el Tour y que para triunfar se necesita coraje y también una exacta gestión de las emociones. «En una carrera de tres semanas hace falta sangre fría», aconseja.

Francia le espera. La dirección del Tour ha diseñado un recorrido perfecto para él: con subidas de grandes desniveles, con varias metas en bajadas ideales para su habilidad, sin contrarreloj por equipos y sin apenas kilómetros cronometrados, su punto débil. A muchos prometedores ciclistas franceses la presión les ha frenado. Bardet parece inmune. Convencido. «No tengo un contrato con la patria», repite. Rebaja la euforia francesa, que quiere ganar al fin su carrera. «Cuando Hinault venció en 1985 -último triunfo galo- yo no había nacido», recuerda. Bardet no es Francia; es Romain. Nunca habla de subir al podio; sólo de pelearle a Froome y Aru la victoria.

Antes de venir a esta edición tenía un miedo: la etapa de la Planche des Belles Filles. Nunca le ha ido bien el primer test en montaña. Y menos con calor. En el Tour 2015, en la Piedra de San Martín, Froome le aplastó. Bardet entró a casi nueve minutos. Eso es pasado. Esta vez estuvo a la par del británico. Superó ese examen, se liberó y atacó en la novena etapa, en el descenso del Monte del Gato, donde Porte se estrelló contra el muro.

Bardet es un equilibrista. Desde siempre. Cuenta su padre que cuando rodaban juntos el chaval siempre le esperaba abajo, que nació con esa fluidez para danzar cuesta abajo entre curvas. En el cuadro de su bicicleta, a la vista, lleva escrito un lema: «Arriesga o pierde la oportunidad».

En el pasado Tour, disputado al son que marcó el Sky, Bardet fue el único que desafió al equipo de Froome. Eligió la bajada empapada de una cuesta, Domancy. Froome se cayó ese día. Sin consecuencias. Fue su único momento de apuro. Obra de Bardet.

La primera gran victoria de Bardet fue en el Dauphiné 2015 y en la cima de Pra Loup, donde Thevenet tumbó a Merckx. Ese triunfo le confirmó como escalador y, sobre todo, como buen bajador. Había atacado en el descenso de vértigo del col de Allos. Con Bardet en la chepa, Froome no dormirá tranquilo hasta París. «Siempre me ha ido mejor la tercera semana del Tour», advierte el francés, que anuncia más guerra hoy con una meta a la que hay que bajar.

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