Vuelta a España

El Picón Blanco, otro balcón inédito en la montaña

Promocionado por el exciclista Íñigo Cuesta, el puerto de nueve kilómetros tiene tramos al 17 %

VUELTA A BURGOS

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Abierto al público y a la participación social, el recorrido de la Vuelta es un compendio de inquietudes y aportaciones que proceden de los ámbitos más insospechados. Periodistas, aficionados, exciclistas y webs del sector se han convertido en vivero de ideas, planes y etapas. La fascinación que ejercen los puertos en la comunidad ciclista y la inclinación de la organización por descubrir cada año algún paraje inédito han generado tantas propuestas que los directores técnicos de la carrera, Kiko García y Fernando Escartín, no siempre tienen tiempo para rastrear todas las proposiciones. La segunda etapa de la Vuelta termina en el Picón Blanco, otra montaña de estreno.

Un exciclista de larga trayectoria, Íñigo Cuesta , ha sido el impulsor de este plan para la Vuelta. Cuesta guarda una relación de longevidad con la ronda española. Es el corredor que más Vueltas ha disputado de manera ininterrumpida (17, desde 1994 a 2010) y en 2010 tuvo el honor de lucir el dorsal 1 en honor de ese espíritu inoxidable.

El Picón Blanco no es un muro al uso de la Vuelta , una rampa imposible del 20 por ciento y escasa longitud. Es un puerto de aliento largo, descarnado y con poca vegetación en la parte final que une la provincia de Burgos con la comunidad de Cantabria.

Son nueve kilómetros desde Espinosa de los Monteros por una desviación a la derecha del Portillo de la Sía, que tiene una pendiente media del 9 por ciento y que alcanza el 17 por ciento en su máximo desnivel.

La subida no ofrece tregua, apenas hay un descanso en secuencias que oscilan entre el 12 y 13 %. Se trata de una estación militar abandonada que aporta, según se vio en la Vuelta a Burgos con el ataque del francés Romain Bardet , unas vistas espectaculares de la cordillera y el aroma sin igual de la alta montaña.

«Fue, sin duda, una ascensión muy dura -reconoció el francés Bardet-. En el descenso resbalé y por suerte no me hice nada. Me levanté y pude seguir». Mikel Landa pasó tercero por la cima en la Vuelta a Burgos que, finalmente, se adjudicó. Una oportunidad para reivindicar su nombre como animador o algo más de la Vuelta.

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