Ciclismo

Abraham Olano empezó a romper el matrimonio Induráin-Echávarri

El triunfo del vasco en el Mundial de Colombia 95 enrareció la relación del gigante navarro con sus mentores

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Veinticuatro horas antes de darse la salida al Mundial más excitante de la historia del ciclismo, había dos personas en el mundo que apostaban un brazo por Abraham Olano. Eran su mecánico de confianza, Alejandro Torralbo, y el propio ciclista guipuzcoano, cuyo atrevimiento y confianza expuso en una entrevista en ABC. «Si me preguntas por un favorito, soy yo», dijo tan pancho. Olano ganó aquel Mundial 95 de Colombia en la fabulosa escalada al mirador del Cogollo, con la rueda trasera de su bici pinchada y por delante del número uno y su teórico jefe de filas, Miguel Induráin. Ese éxito de Olano, el mayor de su vida, empezó a enrarecer la relación de Induráin con sus mentores y padres deportivos, José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué.

La inversión del equipo Banesto en aquella aventura colombiana fue proporcional al reto que perseguían Echávarri y Unzué: la triple corona para Induráin en diez días . El oro de la contrarreloj en Paipa, el campeonato mundial de ruta en Duitama y, una semana después, el récord de la hora en el velódromo de Bogotá.

Banesto se llevó a Induráin a una concentración en Colorado durante la Vuelta 95 que ganó Jalabert. Chava Jiménez y Santi Blanco acompañaron al navarro a Estados Unidos para habituarse a la altitud colombiana en unas sesiones supervisadas por el médico Sabino Padilla.

Como estaba previsto en el guión, Induráin ganó el oro contrarreloj y Olano, la plata. El seleccionador entonces, Pepe Grande, tocaba la guitarra por las noches para amenizar una expedición que tenía el éxito garantizado. Corría Induráin. Pero Olano, ambicioso y silencioso, criado a la vera de Tony Rominger, también tenía un plan.

Es la Colombia de los 90, la de Pablo Escobar y los paramilitares . Los españoles salen a entrenar con la escolta del ejército, cunde la sensación de inseguridad porque la zona de acción de la guerrilla está cercana. Pero el ciclismo es intocable en Colombia, el deporte rey.

El día de la carrera, Induráin es el centro de todas las miradas y favorito unánime. Antes de pasar por penúltima vez por el Alto del Cogollo, 2.800 metros, Olano ataca aprovechando la vigilancia extrema de los suizos e italianos hacia Induráin. Este respeta la ley del ciclismo, que impide perseguir a un compañero pese a que se sabe el más fuerte. Pantani, Richard y Gianetti no se mueven por temor a Induráin. Olano añade suspense con la rueda pinchada en los últimos kilómetros. Gana. Induráin se cuelga la plata, furioso en el esprint reducido. Fue un día de perros, lluvia tropical y calor. El Cogollo es una tortura: empiezan 98 ciclistas y solo acaban 20.

La celebración en el hotel de la selección española no es una fiesta completa, como en los posteriores oros de Óscar Freire o Alejandro Valverde. La guitarra de Pepe Grande no suena alegre como otras noches. No ha ganado Induráin, el favorito del público , sino su delfín Olano.

Y eso afecta en el grupo Banesto. El círculo cercano de Induráin, Echávarri, Unzué, Padilla y el masajista Vicente Iza , no denotan felicidad sino derrota. Cruzan mensajes inconexos ante la prensa. Algún resorte se desconectan del grupo unido que formaban hasta entonces.

El intento del récord de la hora, siete días después, no fructifica en éxito. Induráin y su Espada de Pinarello no superan los 55,291 kms. de Tony Rominger un año antes en Burdeos. Echávarri y Unzué quieren intentarlo de nuevo, seguros de que Induráin tiene el récord en sus piernas. Pero el campeón se niega y se abre la fractura emocional entre todos.

Induráin, más próximo a Padilla entonces, no vuelve a ser el mismo sin el amparo afectivo de sus padres deportivos. Bjarne Riis se impone al español en Les Arcs, en Hautacam y en todas las montañas del Tour 1996, el que iba a ser el sexto de Miguel. Banesto obliga a Echávarri a que Induráin corra la Vuelta a España. Y el resultado fue una retirada en la etapa de los Lagos en el Hotel capitán, la última pedalada del mejor ciclista español de la historia.

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